El futuro de Honor como marca con presencia internacional es más turbio que nunca. A pesar de que la filial de Huawei había logrado hacerse un hueco con sus terminales asequibles, plantando cara a Xiaomi ahí donde los teléfonos de su matriz no podían llegar debido a su complejidad tecnológica y mayores precios, las sanciones impuestas por Estados Unidos desarbolaron por completo su estrategia. La situación es tal que según
Reuters, Huawei ultima su venta.
Fuentes consultadas por la agencia de noticias señalan que Huawei está dispuesta a vender Honor a un consorcio chino liderado por el distribuidor telefónico Digital China y el gobierno local de Shenzhen por 100.000 millones de yuanes, equivalentes a 12.800 millones de euros. La transacción se saldaría con la transferencia de la marca, las labores de I+D asociadas a la misma y la gestión de la cadena de suministro de componentes.
La mayor parte del equipo administrativo y cerca de 7.000 empleados permanecerían en Honor a pesar de la venta. Esto se debe a que Digital China, que es el principal distribuidor de Honor en el país asiático, espera reconstruir rápidamente la marca para lanzarla a bolsa dentro de tres años.
Huawei busca incrementar su autonomía, pero no lo tendrá fácilLa venta de Honor y el abandono en gran medida del mercado de los teléfonos asequibles se debe principalmente a las dificultades de Huawei para obtener
chipsets modernos entre otros
elementos técnicos críticos para el desarrollo de smartphones, cuyo stock
ha ido agotando progresivamente. Aunque la firma desarrollaba sus propios
chipsets, conocidos por el nombre Kirin, se valía para ello de tecnologías que han sido bloqueadas por el gobierno estadounidense en el marco de unas relaciones económicas y políticas muy deterioradas. La
pérdida de los servicios de Google tampoco ha ayudado.
Actualmente Huawei se está centrando en madurar su propio
ecosistema de servicios y aplicaciones mientras apuntala su posición en la gama alta, donde puede obtener unos márgenes más grandes con los que en teoría compensar los beneficios que obtenía vendiendo más teléfonos de tipo económico. Al mismo tiempo, el fabricante chino estaría trabajando en
una planta de chips en Shanghái para fabricar sus propios procesadores.
El mayor escollo es que dicha factoría aún tardaría años en estar finalizada, y no está nada claro lo competitivos que serían sus procesadores. Otro problema en su camino es la hemorragia de ingenieros que ha experimentado Huawei. Según
fuentes surcoreanas, Oppo también está desarrollando una nueva familia de
chipsets de diseño propio, y para ello estaría contratando en masa a los antiguos empleados de Huawei involucrados en la gama Kirin.
Fuente: Reuters