Las gotas de lluvia desnudan suavemente las rocas.
Llueve sin prisa y el agua erosiona tu bella presencia física.
Hace frío, sin duda, y te encuentras tan sola.
Purificas, beata, la entrada en puerto de las mil y una noches.
Ahogas al cielo esperando el calvario.
Trémulo el clima que impera la cadencia del sexo.
Húmedos, tiernos, vibrantes tus labios.
Sitos al sur de tu boca infinita.
Finitos, frondosos, en calma infinitos.
Rizados mis dedos exploran su vello.
Y el climax se extiende cuando rompen las olas.
Embiste, dulzura, la pena y el alma de la chica sin rostro.
Zozobra encallada en un mar pasajero.
El cielo convierte en veredas tus ojos.
Vuela, sin miedo, sin prendas de abrigo.
Ameriza en los gemidos que yacen al son del pecado.
Suspenso solemne en la más común de las lógicas.
Destroza el corazón de la manzana de Newton.
Siente muy dentro si tu cerebro no piensa.
Desliza tu prisa ante los taxis hastiados.
Claudica sin remedio mientras alguien inventa las flores eternas.
Tu piel envenenada arroja flemas de luto.
Cierra los ojos, y haz que me corra.
Antes de que pierdas de vista mis ojos.