Infectados

Hola amigos de EOL, quería compartir con vosotros un relato de temática zombie apocalíptica que estoy escribiendo, siempre me han apasionado los juegos de RE y las pelis de ese tipo (28 días, REC...) ahora escribo mi propia aventura de supervivencia en un mundo que se cae a pedazos, espero que os guste. Un saludo!


RECOPILACIÓN DE ENTRADAS:



ENTRADA 1: Vacaciones truncadas, están al otro lado de la puerta.



Estoy aterrado, el pulso me tiembla y la letra me sale peor que de costumbre, no me creo lo que está pasando... estoy encerrado con mis amigos en el apartamento de Benidorm, en el mismo que ocupamos el verano pasado con más pena que gloria. Pero ahora nos encontramos inmersos en una situación impensable, digna de la más horrible de las películas de terror.

Y pensar que tiempo atrás fantaseábamos con esto al salir del cine... no podemos llamar por teléfono, no podemos salir de aquí, joder…no quiero ni pensarlo, pero quizá puede que incluso ya estemos infectados. Sólo se me ocurre escribir, necesito ordenar mis ideas y tratar de comprender esta locura.


El boli bic avanza trazo a trazo devorando el folio. Somos amigos de toda la vida, un grupo variopinto, buena gente… no nos merecíamos estar aquí. Mientras escribo estas líneas Carlos y Llovet intentan llamar sin éxito a casa con los móviles, Rober y Coletilla atienden a la conexión en directo de los informativos de tele 5, todos estamos muy alterados, Francis está en estado de shock, encerrado en el cuarto de la cama de matrimonio, -no quiere salir desde lo del incidente de la escalera-. Rafa y Juanky siguen sin aparecer...¿Donde coño están?


Maldito Benidorm, los putos militares no dejan salir a nadie del perímetro de la población, peligro biológico dicen. La tele no oculta el ruido de los helicópteros que entra por la ventana principal del apartamento, ni los gritos desgarradores que se oyen en los pisos inferiores, ni los aullidos del rellano...pero no queremos volver a abrir la puerta. Joder, mejor si empiezo por el principio.


Esta mañana nos habíamos levantado a las once, esta vez no había play station que nos entretuviera y estábamos saliendo del apartamento, aprovechando el viaje y las vacaciones. Nos acercamos a la playa y acampamos con las toallas en la concurrida arena playera... temporada alta.


Sobre la una del medio día pasó lo imposible, un ruido de turbinas de avión hizo que todos los presentes levantáramos la vista al cielo... la imagen de un enorme aparato blanco estrellándose a unos seiscientos metros de donde estábamos contra uno de esos edificios de cuarentaitantos pisos se me quedará grabada para siempre, junto con lo que vendría después, fuego, humo, sangre...


Rápidamente cogimos las toallas y las mochilas y nos acercamos a ver que pasaba, la policía ya había acordonado el edificio, -joder que veloces pensé-. A medio camino vimos como la gente comenzó a correr, huyendo de la zona del accidente, en lugar de acercarse a curiosear hasta el cordón policial, sonaron disparos y entonces los vimos... había gente abalanzándose sobre los demás, joder se oían gritos, se estaban despedazando ahí mismo y los policías de las patrullas disparaban contra a diestro y siniestro. Aquello no era normal, teníamos que irnos y rápido.

Cundió el pánico y corrimos hacia el apartamento, poco a poco dejaron de oírse disparos, todo el mundo se alejaba horrorizado del lugar, creo que incluso algunos de esos tíos ensangrentado corrían detrás de la procesión de curiosos que huíamos despavoridos.



Al llegar al piso faltaban Rafa y Juanky. La gente se ha vuelto loca y ellos cogen y se pierden... típico del atolondrado de Juanky…¿ pero de Rafa? El resto tratamos de llamar a nuestras familias para decirles que estábamos bien, porque no tardarían en enterarse del accidente, pero ninguno teníamos cobertura. Algo muy raro estaba pasando.


Decidimos largarnos, alejarnos de aquella locura y volver a casa, pero faltaban ellos dos, además aparte de mi coche necesitábamos el de Juanky, éramos nueve ... Recogimos con velocidad los trastos y mientras yo cerraba la cremallera de la maleta se oyó el puto mensaje. Todos nos acercamos a la ventana.


“Les habla el cuerpo de operaciones especiales del ejército de España, atención a todo el mundo, se prohíbe que abandonen sus casas o apartamentos por peligro de contaminación biológica, repito, queda terminantemente prohibido salir a la vía pública, estamos autorizados a usar fuego real contra la población civil, Benidorm está en cuarentena hasta próximo aviso. Las carreteras y salidas están cortadas, por favor colaboren y sigan las instrucciones que se les comunicarán próximamente”


Después sonó en inglés y creo que en alemán....


- Juanky y Rafa están jodidos, si les ven viniendo les dispararán- dijo Rober.


- Estamos jodidos todos... -murmuró Francis mirando por la ventana.


Al panorama de los helicópteros dando vueltas se unieron los furgones blindados patrullando las calles, tiroteando a lo que la tele llamaba infectados, ¿como puede ser que alguien enferme y entre en ese estado de locura?, ¿Por qué disparan en lugar de intentar curarlos? La rabia, o lo que sea, se iba contagiando rápidamente y por todos lados se veía gente desorientada, con convulsiones o persiguiendo a cualquier desgraciado. Sobretodo sangre.


Nuestras caras hablaban por sí solas, Rober discutía con LLovet y el resto salimos al rellano y preguntamos a los vecinos si ellos tenían cobertura. Nada, ni los andaluces ni las italianas, ni el chaval raro del fondo, ni nadie. La gente estaba asustada y sobretodo desinformada. Al rato cada grupo entró en su apartamento, eran las tres y pico cuando comenzaron los gritos en el jardín del edificio.


Al asomarnos a la piscina vimos como cinco chavales se metieron en el recinto de los apartamentos Movidick, perseguidas por una decena de... ¿infectados?, joder eran infectados al más puro estilo 28 días, no podía ser, era una puta pesadilla, tenía que despertarme de un momento a otro... pero no me despertaba.



Los chavales nos la habían liado pero bien... bueno intentaban salvar su culo... no les culpo, pero en su huida se habían metido en nuestro bloque de apartamentos, ¡joder estaban en nuestro patio! y los infectados se habían colado con ellos...los gritos que subían por las escaleras eran la confirmación lógica de lo que veíamos por la ventana, esa gente asesina... estaban dentro y nosotros...también.


Ahí cometimos el primer error, nos asomamos al rellano. -no podían haber subido aún- dijo Llovet mientras sacaba del cajón de los cubiertos un cuchillo de al menos un palmo.

En otra situación hubiera resultado gracioso…Llovet siempre hace gracia, con su expresión neutra en la cara, como los presentadores de los informativos, que solo cambia cuando se ríe.

Capoira y Francis se asomaron escaleras abajo, un chaval subía los escalones de tres en tres. Uno de los andaluces, el enorme con cara de bonachón, salió con un palo en la mano, dos italianas se habían asomado también Bianca y Ángela... el andaluz le gritó al chaval que subiera, que le ayudaríamos, los gritos sonaban desde el piso de abajo, demasiado cerca.



–Los de séptimooo ayudaaa!!! ...Jodeeeer me ha cogidooo ayudaaaaaaa ayudaaaaaa!.



Todo pasó sorprendentemente rápido, el andaluz y Francis bajaron al sexto mientras el resto aguardábamos paralizados, incrédulos y sobretodo asustados...se escucharon golpes y gritos y parece ser que neutralizaron al perseguidor... pero de repente cuando subían de nuevo al 7º se escucharon más gritos de infectados que subían por las escaleras y el chaval al que habían salvado la vida se tiró al cuello de aquel pobre desgraciado... forcejearon, pero ya era tarde.

Francis empujó al infectado y éste trastabilló y cayó al suelo. La camiseta blanca del andaluz estaba manchada con un chorretón de su propia sangre, el recién llegado se levantó como un animal rabioso y los compañeros del andaluz cerraron la puerta dejándolo fuera mientras aullaba y se abalanzaba sobre Bianca... es todo lo que pude ver porque en ese momento alguien me estiró hacia el interior del apartamento, y tanto nuestra puerta como la de las italianas se cerraron con fuerza.


Los gritos siguen, creo que ese mastodonte está intentando tirar la puerta de las italianas abajo, estos comentan algo sobre abrir la puerta de nuevo y tratar de ayudarlas,...¡que no les haya pasado nada dios!...oigo como gritan Estela y la godita, joder chillan como si hubiera entrado, pero juraría que la puerta no ha cedido ...., la sonrisa de la guapa italiana me viene a la mente... no podemos dejarlas ahí tiradas.









ENTRADA 2: Reacción rápida, suerte y valor.




Estábamos asustados, nerviosos y pasmados de miedo. La transformación del andaluz nos dejó a la vez sorprendidos y tremendamente preocupados. Al parecer, con un solo mordisco había perdido su humanidad y ahora era como las cosas que habíamos visto cerca del avión, o como los que salían por la tele. Pero todavía no sabíamos el enorme peligro que corríamos, puede que por eso tomáramos aquella decisión tan insensata.




- ¡Tenemos que hacer algo! -Dijo Carlos.


- Si abres esa puerta ese tío va a entrar, NI DE COÑA. -Sentenció Rober mientras se interponía entre la puerta y el resto del grupo.


-¡Esperad joder! Hay que ayudarlas o ese loco acabará haciéndoles daño, buscad cualquier cosa que podamos usar como arma. -Dije mientras recorría el apartamento con la mirada.



- ¡En la tele dicen que sea como sea hay que mantenerse alejado de esas personas! ¿Dices que busquemos armas?, ¿Qué coño quieres hacer?- Intentó convencernos Rober.



La polémica se desató y empezamos a discutir cada vez de forma más acalorada, ¿ayudar o abandonarlas a su suerte? No había forma de avisar a la policía y además estaban demasiado ocupados. Pese al miedo en el cuerpo poco a poco la decisión de ayudarlas parecía más generalizada, no podíamos taparnos los oídos y fingir que todo iba bien. La idea era espantar a ese hombre y si era necesario, golpearle.





En ese momento, Coletilla dejó todos los cuchillos y cosas punzantes sobre la mesa. Genial disponíamos de unos diez cuchillos de cortar patatas (que dudo que sean capaces de cortar algo más) el de carne de Llovet, otros dos más gruesos de empuñadura de madera...al menos eran más gruesos y no se doblaban con facilidad.




-Lamentable la armería. -Dijo Capo desde la puerta del baño.

- ¡Joder Capoira! ¿Puedes mejorarlo? -Contesté molesto por su actitud.

- Pues si mira... -y sacó del baño el mocho y la escoba. La estampa del chaval siempre en chándal, con el pelo descontrolado en plan casi afro y empuñando una escoba.

- Bien, una puta escoba...eres un genio…-ironicé- Joder piensa piensa...me dije para mis adentros mientras seguía barriendo la estancia con la mirada. -¡Necesitamos algo contundente!



Y diciendo eso cogí una de las sillas de madera y la estrellé con todas mis fuerzas contra el suelo. Perfecto, se había descolado, las viejas sillas estaban tente mientras cobro y al menos nos iban a proporcionar palos más consistentes y ahora ofrecían cierta distancia de golpeo, con eso seguro que lo intimidábamos.

Cogí una de las patas traseras, Carlos y Capoira comenzaron a desarmar otras dos sillas.

-¿Si salís con eso que pensáis hacer? ¿Que sois Rambo?, ¡No me jodáis! No voy a permitir que entre aquí por vuestra culpa, esa gente está loca, no razonan, están infectados de algo raro y vosotros creéis que vais a asustarle pegándole con una escoba.-Toni tampoco quería que la puerta se abriera.



-Necesitan nuestra ayuda, si fuera al revés… ¿te gustaría que te echaran un cable no? -Intervino Coletilla, es un chico que a veces habla poco, pero cuando lo hace sus palabras suelen ser sabias, bravo Coleti.


-¡Perfavoreeeeee alguien que nos ayude! –La súplica bastó para hacernos reaccionar, el pánico de la voz de la italiana era imposible de ignorar. Con cada grito el andaluz retomaba el ataque con más persistencia, los gruñidos se elevaban por encima del escándalo que armaba al chocar contra la madera de la puerta.

-Hay que detenerlo, si no atraerá a todos los que estén por ahí a nuestro rellano. -Bien Capo, has estado rápido ahí- pensé.


Al final tomamos una decisión y enseguida tuvimos claro quién íbamos a salir… menudo trío de imprudentes, Carlos es moreno y de estatura media, el adicto al fútbol del grupo…es bastante deportista y está en buena forma. Capoira… pese al mote no es brasileño, a menos que los brasileños ya no sean morenos y tengan el pelo extraordinariamente rizado… se llama Oscar, como yo, pero para evitar la confusión empezamos a llamarle Capoira o Capo, a él le gusta, dice que es un mote con clase.


Momentos después tenía la mano en el pomo de la puerta principal del apartamento, lentamente abrí con la izquierda mientras sujetaba la pata de la silla con la diestra.

-No se ha dado cuenta ... –susurré a Carlos y a Capoira.



La imagen acabó con toda mi resolución y titubeé. Aquel tío era enorme, unos dos metros, gordo con el pelo moreno, largo y lacio, parecía heavy, jodido andaluz, ahora estaba en el otro bando y no molaba nada.



En ese momento Capoira empujó un poco más la puerta y la hija de puta chirrió alertando a esa cosa de nuestra presencia. Un escalofrío me recorrió la columna de arriba a abajo cuando los ojos inyectados en sangre de aquel bicho se cruzaron con los míos. En aquel momento improvisamos.



-¡Ehhh! ¡Necesitas ayuda, tranquilízate o tendremos que hacerlo por la fuerza!- Gritó Carlos amenazándole con el palo de madera.

Como un tiburón que olfatea sangre nueva, el heavy arrancó a correr hacia nosotros haciendo caso omiso de nuestra advertencia. Yo estaba en mitad del pasillo y detrás Carlos y Capoira.



– Dale jodeeer daleee! (Creo que era Carlos el que me gritaba), se acercaba rápidamente… tres metros, dos, uno metro. ¡PAM! La puerta de nuestro apartamento se cerró dejándonos a los tres fuera. No había otra salida, tenía que reaccionar y deshacerme de la parálisis que me sobrecogía.



Mi instinto de protección tomó las riendas y el palo chocó contra la cara del andaluz con toda la fuerza que mi brazo derecho le imprimió en el revés.

Ese golpe habría hecho que se retorciera de dolor cualquier persona normal del mundo, en cambio el mastodonte retrocedió sólo un par de pasos, y al retomar la carga me clavó las manos en los hombros mientras me buscaba el cuello con la boca.



Joder, que fuerza tenía el cerdo, estaba entre su mandíbula y la pared, había dejado caer la madera porque necesitaba las dos manos para alejarlo de mí. Aun luchando con todas mis fuerzas se acercaba poco a poco.



Yo pedía ayuda desesperadamente a mis amigos. En ese momento Carlos descargó el palo en su nuca mientras Capoira tiraba de su camiseta con todas sus fuerzas para separarlo de mí.

Parece que el golpe hizo efecto y conseguí liberarme, con la espalda apoyada en la pared le di una fuerte patada y cayó al suelo. El corazón me latía salvajemente y ríos de adrenalina corrían por mis venas, en esos momentos me arrepentía enormemente de haber salido.



Pero para nuestro asombro el andaluz comenzó a incorporarse de nuevo, emitiendo un gorgoteo siniestro desde lo más oscuro de su laringe. Carlos gritó y le propinó otro golpe con tanta fuerza que hizo que el palo se hundiera entre astillas de hueso y masa encefálica.




-¡Lo hemos matado!, abrid la puta puerta cabrones.- Gritó Capo con una mueca de horror en el rostro. En se momento nos miramos incrédulos, no podíamos haber llegado tan lejos, no podíamos haberle quitado la vida a una persona.



-Joder, sabéis que a sido en defensa propia, ese salvaje nos iba a matar.- Balbuceaba Carlos intentando justificarse. Unos gritos cercanos nos sacaron del estupor del momento y corrimos hacia el apartamento de las italianas.



Toqué a la puerta llamando a Estela… seguíamos oyendo gritos y discusiones en italiano, de repente se abrió y la joven apareció con los ojos llorosos y sudando, estaba muy alterada. Detrás la gordita y Ángela empujaban la puerta del baño para impedir que se abriera.

No tuvimos tiempo de más charla, bajaban infectados por la escalera desde el 8º piso.
Sin perder un segundo, los tres entramos dando un portazo en el piso de las italianas, al cerrar la puerta vi de reojo como una chica y dos abuelos habían llegado aullando al rellano.

-Bianca e Bárbara están dentro della stanza de banio, ayudadnos! - Dijo Estela completamente trastornada.



Rápidamente todo tuvo sentido, Bianca y la otra italiana se habían transformado en esas cosas. Ahora estábamos con infectados fuera y dentro. No se me ocurría como saldríamos de esta, esto iba de mal en peor.



PD: Foto de Benidorm al llegar a la playa y del piso en el blog

http://oskarvlc87.livejournal.com/









ENTRADA 3:Caminos alternativos.El avión.



En una de las céntricas calles de Benidorm una Renault Kangoo espera a que el semáforo se ponga en verde, la música suena dentro y un hombre joven piensa la dirección más corta para llegar al bar donde tiene que hacer su próximo reparto. De pronto, el sonido de la radio local empezó a ser ahogado por el de un avión que se aproximaba a toda velocidad -Joder, ese trasto vuela demasiado bajo, pensó Raúl.



En pocos segundos se volvía insoportable y cuando pensaba que le iba a estallar la cabeza vió como la panza blanca del avión le sobrevolaba y pasó de largo. 5 segundos después vio como se estrellaba contra un edificio 2 manzanas más allá. Confuso y nervioso, llamó a emergencias y aceleró en dirección al lugar del accidente.



Dejó la kangoo aparcada encima de la acera a una distancia prudencial. La visión era sobrecogedora, medio avión colgaba de la planta 30 o trentaitantas, las lenguas de fuego trepaban por la fachada y salían por las ventanas cercanas al lugar del impacto, gritos de desesperación, curiosos aproximándose, sirenas de fondo…de pronto sintió un profundo picor en los ojos, algo le abrasaba las vías respiratorias.



– Es el humo –pensó-, ese olor agrio va a acabar conmigo… y tosiendo se volvió al interior de la kangoo mientras por la esquina aparecía la primera de las patrullas a toda velocidad.



Los agentes avisaron por radio, debía ser el procedimiento habitual, rápidamente comenzaron a alejar a los curiosos mientras los policías de la segunda patrulla entraban por el hall para comenzar a evacuar a los ocupantes del hotel. Había gente bajando por las escaleras a toda velocidad, gritos de terror, aullidos… varias personas irrumpieron en la planta baja procedentes de los pisos superiores, perseguidas por varios individuos que gritaban como animales y atacaban a todo el que se les ponía por delante, como animales rabiosos.



Los policías del segundo coche desenfundaron las armas y apuntaron a los agresores mientras hombres y mujeres escapaban al exterior por las puertas del hotel.



-Deténganse, apártense de esa gente! –Ordenó el policía. Vamooooooos!! No me oyen o que? -3 de los infectados respondieron al estimulo sonoro y corrieron hacia el policía, el agente disparó al primero de los individuos, las balas en el pecho no frenaron al agresor y el agente corrió hacia el exterior.



-Jose!!! Que coño pasa con estos tíos! Les he disparado tío! Ayúdame! – Tarde. Una vez fuera, se abalanzaron sobre el policía, mientras el compañero de Jose se retorcía de dolor al arrancarle parte del bíceps izquierdo y del cuello. Los demás agentes tirotearon a los infectados y tras varios balazos cayeron desplomados al suelo. Más y más de esas criaturas salían del hotel y pronto había decenas atacando a los policías y los civiles cercanos.



Se produjo una estampida de gente que huía en cualquier dirección que se alejara de esos seres. Desde su Kangoo, Raúl notó que se encontraba cada vez peor, todo eso no podía ser por el humo...-pensó. Dos infectados aporreaban el cristal del copiloto y entre sudores fríos y taquicardias encendió el motor de la furgoneta y salió a toda velocidad. La visión se le nublaba, recorrió unos cientos de metros, la gente se apartaba como podía de su trayectoria zigzagueante. Los que no se apartaban no se levantaban, o bien el golpe los mataba o la gente los pisoteaba en su huída. El pánico vuelve a las personas muy egoístas, saca lo peor de cada uno y allí se destilaba pánico por cada esquina.



Por todas partes y de todos los comercios y terrazas la gente se asomaba y se preguntaba nerviosa que es lo que había pasado. Una explosión, un ataque terrorista, un accidente de avión. Cada vez eran más y más los curiosos que salían a la calle, los que estaban cerca del lugar del accidente veían como la gente corría para salvar sus vidas y ellos mismos buscaban refugio conforme se acercaban los infectados.



Un grupo de chavales que corría con trastos playeros se puso de nuevo en la trayectoria de la kangoo, se dirigía directamente hacia los dos que cerraban la marcha.



Uno de ellos se percató de la furgoneta y reaccionando con velocidad cogió a su amigo por el brazo y de un tirón lo hizo entrar en un local para evitar que fuera arrollado.



-Juanky arrimaaa! PAM! Justo a tiempo, la kangoo se estampó contra la esquina del bar taponando la entrada.



-Joder Rafa, si no es por ti nos hace papilla. Comentó Juanky entre jadeos y con la mano en el pecho, como contando los latidos. Es un chico moreno de piel y de pelo(por eso lo de Negro) más bajo que Rafa.



-Oh my god! Are you okay guys? Preguntó el camarero británico del bar, mientras se acercaba a toda prisa.



-Ehh?Ahh... yes yes. Contestó Juanky con su inglés oxidado, mientras, la gente se acercaba a socorrer al accidentado. El camarero abrió la puerta del copiloto, con cuidado de no cortarse con los cristales rotos, y apoyando una rodilla en el asiento le acercó un brazo para tomarle el pulso.



-This man is alive! Call an ambulance!. Pero a los pocos instantes el corazón del conductor se paró.- Oh no, I think that he is dead- Dijo el camarero al no sentir los latidos. A los 3 o 4 segundos el corazón comenzó a trabajar de nuevo de forma compulsiva mientras que quién fue Raúl unos instantes atrás mordía con saña la mano del camarero. El hombre retiró el brazo entre gritos de dolor. El cinturón de seguridad le impedía a Raúl seguir a la presa y parece que eso lo ponía de mal humor, si esque esas cosas tenian sentimientos. La escena del infectado atado al asiento del coche y con los ojos inyectados en sangre era sobrecogedora.



-Ostia Rafa! Le ha arrancado media mano!. – Vamonos con los demás joder!.



-Salta por encima!- y diciendo esto los dos chicos subieron por el techo de la kangoo y volvieron a la calle principal.



-Mierda están por todos lados. Corre Juanky tenemos que volver al piso!.



Estaban ya cerca, subían por una calle peatonal ajardinada a ambos lados, con césped, arbolitos y bancos, de las que transitan los turistas para ir y venir a la playa rodeados de un ambiente más agradable. El apartamento quedaba a 300 metros, 250, 200…



-Dios… hay mas bichos de esos en medio de la calle. -Dijo Juanky casi sin aliento.


- Entremos al pub ese , rápido!.



Los 2 chavales entraron al local, estaba bastante lleno porque eran aproximadamente las 2 de la tarde y había mucha gente que estaba comiendo minutos atrás y se preguntaba nerviosa que pasaba. Gente llamando por teléfono, otros corriendo hacia sus casas, los rumores se extendían, caníbales, gente rabiosa...decían. Un pequeño grupo de infectados se sintió atraído por el bullicio y los curiosos que inundaban la puerta del pub, irrumpieron como perros salvajes en un corral de ganado.



En pocos segundos se sembró la confusión y el pánico, el camarero y 7 chavales afortunados escaparon de la masacre cerrando la puerta de la cocina. Afortunadamente Rafa y Juanky estaban cerca y puedieron entrar a la cocina.



-Que coño es esa gente? –Preguntó el tío del pub con aspecto de motero americano.

- Ni idea, pero se lanzan al cuello de cualquiera que ven. -Respondió Juanky aportando la escasa información que en ese momento disponía.



Tras un rato de preguntas y exclamaciones Juanky y Rafa les contaron lo sucedido al resto de supervivientes.



-O sea, que esa gente te muerde y parece ser que te vuelves como ellos. Resumió uno de los presentes.



-Hay que salir de aquí, la puerta es de madera contrachapada, no durará ni 2 minutos si les da por golpearla.Dijo el tío del pub.



-Nosotros tenemos el apartamento en el edificio Movidick, ese de ahí enfrente. Añadió Rafa a los otros 5 y al camarero. – Supongo que vosotros podríais refugiaros en el patio mientras pasa todo este jaleo, el jardín tiene una cerca y la puerta del patio es fuerte.



-Tienes las llaves ahí? Preguntó otro del grupo de 5 amigos que estaban con Juanky, Rafa y el camarero.



-Sí, no hay problema. Y antes de terminar la frase 2 de ellos se abalanzaron sobre Rafa dándole un puñetazo.



-Cogedle las llaves coñooo!!! Añadió el motero del pub, arrimándose a los que ahora tenían la sartén por el mango. Los 2 amigos estaban retenidos mientras buscaban las llaves por sus bolsillos. Al encontrar lo que buscaban los derribaron para ganar tiempo y salieron corriendo por la puerta trasera en dirección a su nuevo refugio.



-Hijos de putaaa ¡! –bramó Juanky lleno de rabia, no se cortaba un pelo en esas situaciones, pero ahora los habían sorprendido y eran solo 2.



-Mierda estamos jodidos tío.- Dijo Rafa mientras se levantaba dolorido.



-No, aún no, la puerta del parking no estaba cerrada, solo tenemos que llegar al apartamento antes que ellos. Corre Rafa!



8 eran las personas que corrían hacia el Movidick, Juanky y Rafa iban por detrás. Los 5 chavales y el motero se entretuvieron unos segundos abriendo la puerta de la verja exterior, donde estaban todos los timbres. Fue suficiente para que unos infectados que los seguían atraparan al motero, los otros 5 continuaron corriendo hacia el patio, ignorando los gritos del motero. Dejaron la piscina a su izquierda y corrieron hacia el patio, los infectados estaban pisándoles los talones. Alguien los vigilaba desde la ventana del séptimo.



Al abrir la puerta de hierro y vidrio entraron al patio, corrían tanto que no cerraron ni la puerta, no había tiempo. Uno de los ascensores estaba en la planta baja, se subieron 4 de los chavales. Error, mientras las puertas se cerraban uno de esos seres rabiosos se metió en el ascensor, impidiendo que se cerraran las puertas. Aquellos 4 no fueron a ningún sitio, el ascensor se convirtió en su ataúd. El 5º de los amigos subía gritando por las escaleras, con una joven ensangrentada pisándole los talones, aullando, apunto de atrapar al exhausto chico. Subía de 2 en 2escalones, de 3 en 3… tan rápido como podía, cuando llegó al 6º piso gritó:



–Los de septimooo ayudaaa!!! ...Jodeeeer me ha cogidooo ayudaaaaaaa ayudaaaaaa!.



2 personas bajaron del 7º piso, una enorme con acento andaluz y otro chico moreno en camiseta de tirantes negra, el andaluz acabó con la infectada… pero él estaba contagiado, aquella loca le había mordido por todas partes antes de morir, notaba ese escozor en su cuerpo, el aire le quemaba, el corazón se le aceleraba… cuando llegó al 7 piso ya no era él y atacó como un animal rabioso al hombre que le había salvado la vida.



Un grupo de chicas y de chicos fueron testigos de la violencia del ataque desde la entrada de sus apartamentos, horrorizados, cerraron las puertas para escapar de la tragedia.



Unos pisos más abajo Juanky y Rafa estaban encerrados en el Focus, el coche nuevo de Juanky que estaba aparcado al lado de un Astra granate, desde dónde veían el acceso trasero al Movidick . Estaban callados, en el silencio más profundo que podían mantener, la respiración acelerada, el sudor les invadía la frente tras el esprint y la tensión de la carrera, adrenalina pura corría por sus venas en ese momento. Un par de infectados vagaban cerca de la puerta por la que ellos tenían que entrar, y otros más por entre los coches del parking, como si buscaran algo, como si sintieran que podían satisfacer su deseo de carnicería, de algún modo sabían que había algún humano cerca. Genial, un movimiento en falso y no saldrían nunca de ese Focus negro.








ENTRADA 4: Encuentro electrizante.¿La muerte lleva hélices o dientes?



Al cerrar la puerta del apartamento de las italianas los 3 nos encontramos con un panorama nada agradable. Varios infectados habían sido atraídos al rellano por el jaleo del enfrentamiento con el andaluz, cortando nuestra vía de escape inmediata. Dentro, la situación era todavía más pesimista.



Según Estela, minutos atrás Bianca, la rubita de ojos marrones, había sido arañada antes de conseguir cerrar la puerta tras la transformación del andaluz. Su antebrazo derecho tenía un feo corte, no era muy profundo, pero no paraba de sangrar. Entre lágrimas y sofocos nos dijo que mientras estaban lavando el arañazo con agua en la pila del baño Bianca se giró de repente y se abalanzó sobre Bárbara, como si quisiera devorarla viva.



Las otras 3 amigas no pudieron separarlas, la rubia golpeaba y mordía a su amiga, no supieron que hacer, incluso golpearon a Bianca en un inútil intento por salvar la vida de Bárbara, pero nada distraía la atención de aquel ser que segundos antes fue su amiga. Debió ser horrible ver como su amiga destripaba a Bárbara.



Presas del pánico salieron y cerraron la puerta del baño, los alaridos de Bárbara siguieron unos segundos más, después se convirtieron en gritos y aullidos salvajes y las 2 infectadas dirigieron su furia contra la puerta del baño, ansiando seguir la carnicería.



En ese escenario nos encontrábamos Capo, Carlos y Yo. Actuar con rapidez era fundamental ya que la puerta de madera laminada cedería en breve. 6 ratones en una caja y apunto de entrar… 2 gatos rabiosos.



-No se si tendremos tanta suerte como en el pasillo, ahora son 2. - Les dije a mis 2 amigos al ver que sujetaban los palos como preparando el inminente encuentro.



-No hay otra salida, si quieren morderme lo harán sin dientes.- Carlos parecía bastante decidido, excitado incluso.



-Hay que hacer algo! Dijo la gordita. Las chicas estaban aterradas, confusas por lo de sus amigas, en ese momento delicado, Estela era la que sacaba fuerzas de flaqueza y servía de apoyo a sus 2 amigas.



Al mirar el baño de donde salían los bramidos, vi como un líquido rojizo salía por debajo de la puerta del baño... agua y sangre mezcladas. Quedaban pocos segundos para que esa puerta barata saltara en pedazos. Habría que enfrentarse a ellas con lo que teníamos…palos. No podíamos permitir ni un rasguño, dios desearía estar en otro lugar, cualquier lugar.



-Vamos, no las dejaremos ni salir del baño, en cuanto se asomen, golpead con todas vuestras fuerzas en la cabeza.- Advirtió Carlos tomando posiciones delante de la puerta.




El pasillo era estrecho, con 2 pequeños cuadros colgados en la pared, apenas cabíamos Carlos y yo… mientras nos preparábamos para el choque, Bianca asomó un brazo a través del astillado boquete. Insensible al dolor de atravesar las láminas de madera con su propia carne.



Aprovechando la oportunidad, Carlos descargó su golpe mientras tenía medio brazo al otro lado. Había estado rápido, su improvisada arma hizo de martillo, la puerta hizo de yunque, y la fuerza del golpe al impactar bastó para incrustar el brazo en la madera pintada de verde de la puerta. La reacción de la infectada fue meterlo de nuevo, pero ya no lo tenía del todo rígido, el antebrazo le bailoteaba entre la muñeca y el codo. Tenía el brazo roto, y aun así seguía cargando contra la puerta como si nada, era impresionante, soportaba un dolor que seguro que haría desmayarse a cualquier humano normal.



Tras el prometedor comienzo, la suerte cambió de bando, Bárbara se lanzó de cabeza contra la puerta, y tras lidiar con ella terminó de atravesarla entre crujidos de madera. Jodidas puertas baratas, sin duda la calidad del mobiliario no era una de nuestras bazas. La imagen era horrible, teníamos delante a una joven de 19 años, alta y morena, le faltaba un trozo de mejilla y se le veían los molares de la parte derecha. Tenía la camiseta desgarrada, el color amarillo se mezclaba con la sangre, haciéndole adoptar un tono oscuro, macabro. El sujetador se adivinaba entre los jirones de camiseta.



Dos palos se estrellaron contra su espalda, pero lejos de retroceder salió completamente del baño. Esta vez era Carlos el objetivo. Con una rápida zancada se abalanzó sobre él, forcejearon, mientras Capo y yo la golpeábamos, las patadas no hacían que soltara su ropa, él se esforzaba por controlar sus brazos y alejarse de su boca. No era corpulenta, al contrario, delgadita, de apariencia frágil y con buen tipo hubiera dicho la noche anterior, pero en aquel momento todos nos preguntábamos de donde sacaba esa fuerza. Apenas entre los 3 podíamos retenerla mientras se revolvía intentando mordernos.



-Que no ti arañe!, mantenla quieta! Gritó Estela mientras se acercaba con el cuchillo en la mano.



-Eso intento! Mátala ya –Dijo Carlos mientras le mantenía los brazos en alto en un esfuerzo titánico.



Pero Capo y yo teníamos nuestros propios problemas, al girarme hacia Bianca la vi avanzar hacia nosotros. No tuve tiempo de golpearla con el palo y al chocar contra mi retrocedí hasta la pared, si no llega a ser por los golpes que le daba Capo no creo que hubiera tenido tiempo de reaccionar antes de que me hiriera. La situación era realmente delicada, una herida de esas cosas y podíamos despedirnos.



Afortunadamente Bianca solo tenía una mano hábil. La rubia era más manejable que Bárbara, no pesaría ni 50 kg, con mi mano derecha la cogí por la muñeca del brazo bueno, mientras con la izquierda la mantenía sujeta por el cuello contra la pared, Capo le sujetaba el brazo roto y el torso.





En esos momentos, Estela clavaba el cuchillo en el cuello de Bárbara, que seguía pugnando con Carlos, en una lucha que no podía resolverse sin ayuda. La hoja metálica acabó entrando entre las vértebras, cortando la médula espinal, silenciando sus gritos. La infectada se desplomó.



Parecía que todo acabaría pronto, Capo y yo sujetábamos a Bianca contra la pared, nos empleábamos a fondo para mantenerla bien quieta. Ella nos miraba y trataba por todos los medios de zafarse, sus ojos rojos apuntaban hacia nosotros, pero con un brazo roto y los dos sujetándole las extremidades solo era cuestión de aguantar unos segundos más y esperar a que Estela o Carlos la remataran. O eso pensaba yo.



De repente comenzó a vomitar, un chorro de sangre salía con fuerza. Todos los fluidos y demás cosas provenientes de su estómago resbalaban por el antebrazo con el que le sujetaba de la garganta. No pude evitarlo, asco, un calambre nauseabundo me recorrió la espalda, arcadas… al sentir aquella sustancia caliente corriendo por mibrazo la solté.


Craso error. Se revolvió al momento, y se me abalanzó. Resbalé con el agua del suelo y caímos a la entrada del baño. Presa del pánico y medio aturdido por la caída me arrastré hacia el interior mientras lanzaba patadas como podía para evitar que se me aferrara, creo que mis amigos la golpeaban pero yo solo tenía en la cabeza evitar un mordisco, a toda costa. Me veía convertido en una de esas cosas, pensaba que hasta ese instante iba a durar mi historia.



Llegué a la pila como pude e intenté levantarme, Bianca ya estaba de pie, era jodidamente ágil y persistente, se acercaba mientras todos me gritaban cosas que mi cerebro no era capaz de procesar en ese momento, ¿iba a morir ahí? Sin saber muy bien lo que pasó, entre Capo y Carlos la empujaron contra la bañera. Aunque rabiosa, seguía siendo una muchacha de 50 kilos. El agua estaba a mitad, debían estar preparando un baño, se golpeó la cabeza contra la pared de la ducha mientras salpicaba afuera.



Al incorporarme vi el secador enchufado encima del banco, peligrosamente cerca de la bañera, por fin íbamos a poder sacar partido del entorno. Sin perder ni un segundo me acerqué y lo encendí, el sonido del motorcillo eléctrico se unía al escándalo de los chapoteos de la infectada intentando levantarse. Lo lancé dentro.



Bianca se quedó rígida, ella no lo sabía pero la electricidad la recorría entera, paralizando cada músculo, tras unos segundos el corazón no pudo soportar más la intensidad y se paró, poniendo fin a la encarnizada lucha. Un humillo blanquecino salía de la bañera, su cuerpo inmóvil se deslizó y acabó en el fondo de la bañera.



Todos respiramos tranquilos al ver que no se movía, Capo desenchufó el secador y creo que la golpeó varias veces más por si acaso, yo tenía un chichón en la cabeza a causa del golpe y me llevaron hacia el sofá porque aún estaba un poco atolondrado.



-¿Estáis todos bien? – Preguntó Ángela preocupada, mirando todos los cuellos, brazos y manos por si alguien había resultado herido.



-Todos bien –concluyó Estela dejando el cuchillo encima de la mesa.



Habíamos tenido suerte, por esta vez nadie había resultado herido, pero estábamos tentando mucho a la diosa fortuna, y ya se sabe… yo no quería volver a enfrentarme a ningún bicho de esos y menos sin armas. Mientras estaba en el sofá Capo metió el cuerpo de Bárbara en el baño, junto con el de Bianca. Era una escena horrible y las chicas no se merecían ver a su amiga tirada en un charco de sangre en mitad del pasillo.



En el rellano no se oía nada, pero por la ventana se escuchó de nuevo el sonido de un helicóptero que se aproximaba, al asomarse Capoira y la gordita dijeron muy contentos que estaba acercándose a la azotea del apartamento, un helicóptero militar, el rescate dijeron, el optimismo nos invadió. Pero de momento teníamos que seguir encerrados, por si acaso, pese a las ganas de abrir la puerta y correr hasta la protección de los soldados.

Al asomarnos por la ventana vimos a Toni y a LLovet y les dijimos que todo iba bien, Llovet levantó el pulgar, siempre con sus gestos graciosos. Vimos a muchos otros de los ocupantes del edificio, todos sacando las cabezas para mirar, todos pensando en un inminente rescate, alguien que les sacara de esa pesadilla, salir de ese edificio sangriento.

Al cabo de 30 o 40 segundos de que el helicóptero se situara justo encima del Movidick se escucharon disparos, esta vez el ruido provenía del patio, -serán los infectados pensamos todos- al momento se escucharon gritos humanos, coherentes. Algo no me cuadraba, había terror en aquellas voces, la gente no grita así cuando van a rescatarla. Sea lo que sea no creo que tardemos en descubrirlo, no hay tiempo para seguir descansando.
ENTRADA 5: Cumplir la misión.







El Cougar tomó tierra en la azotea del Movidick con un movimiento elegante, del interior del aparato salió un pelotón de fusileros, 8 hombres bajaron ordenadamente mientras cubrían la puerta de acceso a la azotea. El sargento Martín estaba al mando. Recto y metódico, es un militar de unos 30 años, con buenas dotes de mando y cierta experiencia en batallas reales. Su cara refleja la minuciosidad y el orden, mirada analizadora, afeitado impecable, a cuchilla, nada de máquinas estúpidas, no le gustaban las mariconadas, como él decía.



Tras hacer un simple pregunta para confirmar si estaban claras las órdenes de actuación, un “Sí mi sargento” salió de la boca unánimemente de aquellos hombres. Eran soldados rasos, chicos jóvenes la mayoría, vestidos con el uniforme de combate y armados con los fusiles HK-G36 reglamentarios. Entraron al edificio bajando las escaleras.



El jaleo del helicóptero no había pasado desapercibido a nadie y varias personas espiaban por las mirillas de las puertas, confusas y asustadas... nunca habían visto militares por el rellano de sus apartamentos...bueno nunca habían visto muchas de las cosas que en ese momento sucedían por todas las calles de la ciudad.



Un infectado apareció tras subir las escaleras, mirando de un lado a otro, buscando la fuente de aquel escándalo que le había atraído como un imán hasta el último piso del edificio. Tendría unos 60 años, la barba blanca estaba manchada de sangre...probablemente hubiera mordido a alguien, ya que no se le veía herida alguna en el rostro que pudiera justificar la sangre alrededor de la boca. Al girar la cabeza hacia la izquierda vio a los soldados y corrió hacia ellos con intenciones asesinas.



-¡Alto! ¡No se mueva!- Gritó el soldado que iba delante. El infectado seguía avanzando ajeno a la orden, entonces, mientras el militar daba un paso atrás dudando qué hacer, una ráfaga le pasó cerca de la oreja izquierda. Casi pudo sentir el calor de las balas volando a más de 300 metros por segundo, directas a su objetivo. El estruendo del HK enmudeció al resto de sonidos.



En el pecho de aquel hombre se dibujaron 6 puntos rojos que marcaban el lugar de penetración de las balas, pese a los disparos siguió avanzando unos pasos más.

Al ver su persistencia, el autor de los disparos apuntó un poco más arriba, y con la tranquilidad y la sangre fría que proporciona la experiencia, apretó de nuevo el gatillo.



Esta vez 2 balas le entraron por el pómulo izquierdo y una tercera por el ojo, rompiendo el cráneo por la parte de atrás y salpicando una mezcla de sangre y materia gris a las paredes y al suelo. El hombre de la barba se desplomó como un muñeco macabro.



-¿¡Esa es forma de reaccionar soldado!?- Gritó Martín mientras bajaba su fusil de la cara.



-No sabía si era un civil sargento.- Contestó el soldado que iba delante buscando una excusa a la que aferrarse.



-Ah claaaaro, ¡¿no has visto las imágenes?!, ¡¿No has escuchado cuando nos describían los síntomas de los infectados?!. Martín ironizaba mientras disciplinaba a su hombre cuando una de las puertas se abrió, varios fusiles apuntaron a la figura humana que aparecía del interior del apartamento. Tras el susto de hace un momento no iban a permitir un segundo de duda ni indecisión, los dedos estaban sobre los gatillos.





-¡Gracias a Dios que han llegado!, dijo sin preocuparse de que la apuntaran una anciana en bata y zapatillas de ir por casa.- Tienen que ayudar a mi Manolo, está muy enfermo y necesita ayuda.



Al escuchar a la mujer hablar bajaron las armas, Martín hizo un gesto a 4 de sus hombres para que se apostaran delante de la escalera por la que había subido el infectado de la barba, controlando el acceso. La señora les explicó rápidamente que su marido estaba muy enfermo y que necesitaba ayuda urgente.



-Señora... no somos médicos pero haremos lo que podamos. -Dijo Martín mientras abrían la puerta del dormitorio. La escena era grotesca. El marido de la anciana daba vueltas sobre la cama, sufriendo estertores y arqueando la espalda como si un dolor inhumano lo atormentara, la sangre empapaba las sábanas blancas con flores rojas.



-¡Dios santísimo!, hace un momento no estaba así!!!- dijo la señora corriendo hacía la cama muy sofocada.



-¡¡¡NO DE UN PASO MÁS, VUELVA!!!- Ordenó el sargento autoritario apuntando de nuevo a la mujer.



-¿¡Que hace!?¡Se está muriendo!!!- Gritaba la mujer presa del pánico.



-¡Está infectado!, apártese- Dijo uno de los hombres que estaban con el sargento.



La mujer, en un gesto instintivo de protección hacia su marido, se interpuso entre los soldados y él. Los militares veían los síntomas claros en aquel desgraciado, pero la anciana solo veía al hombre que amaba y con el que había compartido media vida.



Afortunadamente la escena no duró más que unos segundos, una boca se cerró sobre el cuello de la pobre señora mientras unos brazos fuertes como tenazas la mantenían presa, derribándola al suelo. Los gritos de la anciana dieron paso a la orden de fuego y los 3 fusiles dispararon contra la pareja cosiéndolos a tiros, fundidos en su horrible abrazo, momentos después un charco de sangre bañaba la habitación entera. Una vez asegurados de que no se movían cerraron la puerta y salieron al pasillo con el resto de los hombres. Uno de los hombres vomitó al salir del cuarto.



-¡Hemos matado a unos abuelos!- dijo uno de los soldados en un arrebato de culpabilidad, justo después de arrojar el contenido de su estómago.



-¡VAMOS, hay una misión que cumplir!- Gritó Martín a sus hombres al tiempo que avanzaba a paso firme, no habría discusión sobre lo que había sucedido tras esas 4 paredes, ni preguntas.



En el fondo sólo era una fachada, abrir fuego contra la pareja de jubilados mientras veía como el cabrón del marido le arrancaba medio cuello a su pobre mujer, era algo que le había herido a él mismo en el alma. No podía dejarse llevar, se sentía confuso y culpable, tenía ganas de arcadas tras lo que había pasado.



Pero pronto entró en escena su mente de soldado... no hacía falta entender lo que pasaba…no hay por qué comprender nada, la ciudad se caía a pedazos, pero sólo importaba cumplir la misión. Con ese pensamiento se tranquilizó mientras bajaba por la escalera con sus hombres.



Unos pisos más abajo, en los apartamentos 7D y 7F unos jóvenes discutían sobre su próximo movimiento.

PD: Foto del Cougar despegando de la base:

http://oskarvlc87.livejournal.com
Muy bueno, aunque se nota que tu estilo está incluenciado por películas como 28 días después :-p

Si te gusta el tema zombie, te puedo recomendar un libro muy bueno "Apocalipsis Z" de Manel Loureiro. Cuenta la llegada de los no muertos en primera persona.

Salu2
ENTRADA 6: El Rescate.

En el interior del 7F los 5 chavales esperaban a que sus amigos volvieran del apartamento de las italianas. Acababan de verse por la ventana, "todo bien", había dicho Capoira a Llovet.

-Todo bien jodido querrá decir, espero que esta gente nos saque de aquí - Pensó Llovet mirando al resto de ocupantes del apartamento. Francis daba vueltas nervioso, vestido con sus tirantes negros y el bañador de marca...con estilo hasta en la playa el jodio. Tony y Coletilla hablaban de lo que harían al ser rescatados, la aparición del helicóptero los había revolucionado, al parecer todo acabaría pronto. Rober estaba en el baño.

Se planteó la cuestión de qué hacer ahora, -pasar desapercibidos- era la opción de Francis, que aunque se encontraba mejor, seguía con el miedo en el cuerpo tras lo del andaluz.
-Pedir ayuda en cuanto bajaran -, esa era la opinión de Tony y de Coletilla, que hartos de estar encerrados, querían salir cuanto antes y parecía que la posibilidad de ser rescatados por los soldados era la más razonable. Rober salió del baño con el ruido de la cisterna de fondo.

-Llama otra vez a estos por la ventana a ver que hacen ellos.-Dijo refiriéndose a Llovet.

-Yo los llamo… pero tú cierra esa puerta o no harán falta monstruos de esos para matarnos.
Contestó Llovet. Al momento estallaron en carcajadas mientras Rober cerraba la puerta indignado. La tensión de las últimas horas había sido tremenda y aquellas risas suponían una válvula de escape natural a todo lo acumulado hasta ahora.

- Pues no huele tanto. – Aseguró con la boca pequeña, restándole importancia.

Los disparos y los gritos de los pisos superiores les hicieron cambiar la expresión de la cara y acabaron de golpe con el optimismo, como un cuchillo que cortó todo el bueno rollo.
-Estarán disparando a esas cosas- Comentó Tony intentando tranquilizar a los demás y a él mismo.

La conversación entre apartamentos volvió a iniciarse, Capo y Llovet procuraban levantar la voz lo mínimo indispensable, a nadie le importaba cuales eran los planes. La decisión fue esperar hasta que los soldados llegaran a nuestro piso.

Yo aún estaba en el sofá, tocándome el chichón con una mueca de dolor, viendo como las chicas sacaban sus equipajes al comedor a toda prisa, preparadas para salir de aquel lugar en cuanto fuera posible. Yo no tenía confianza al 100% en esos soldados (por los gritos de la gente) pero…difícilmente serían peores que esos locos sangrientos, y además no teníamos otra opción.





Sonaron unos cuantos disparos más, cada vez más cerca, parece que estaban dando buena cuenta de todos los infectados con los que se cruzaban. Estábamos pegados a la puerta, aguzando el oído, mirando por la mirilla, impacientes, asustados, pero también esperanzados y deseando que acabara aquella pesadilla.

Mientras pensaba en todas esas cosas, una voz sonó, diciendo en tono autoritario que nadie saliera de sus casas o serían tomados como una amenaza en potencia, lo que viene a significar que primero disparan y luego preguntan... “Amenazas en potencia”… serán cabrones.

-Bueno ahora tocaba esperar por fuerza- Pensé mientras me dirigía a la ventana para asegurarme que mis amigos del 7F habían escuchado el mensaje, lo último que quería era a uno de estos con una bala entre ceja y ceja por salir a pedir ayuda y ser considerados “una amenaza en potencia”.


En la radio de onda corta de uno de los soldados se escuchó, entre interferencias y jadeos, la voz de un hombre que decía a toda prisa que estaban llegando al punto de reunión, que veían el helicóptero, que eran 3 y un herido y que los otros 4 hombres del grupo eran bajas.
Al escuchar estas palabras Martín, el hombre al mando de los militares que estaban en la escalera del edificio, ordenó bajar rápidamente a la planta baja para reunirse con ellos y llevarlos de vuelta.



7 pisos más abajo Rafa y Juanky seguían encerrados en el Focus negro, la llegada del helicóptero había hecho que un par de infectados se fueran atraídos por el estímulo sonoro, pero aún había 3 o 4 rondando el coche. Los 2 chicos estaban agazapados intentando ocultarse lo máximo, sin mover ni un músculo y hablando con susurros apenas audibles. La situación era extremadamente peligrosa, llevaban al menos media hora inmóviles, esperando a que se esas cosas se fueran y poder tener vía libre para subir al piso.

-Juanky, ¿Y si arrancas y nos largamos? – Dijo Rafa como si fuera un cuchicheo, vigilando el exterior tras el asiento del copiloto.

-¿Y donde coño vamos?, con el caos que hay por la calle no llegaremos a ningún sitio, además estos deben estar en el apartamento.- Contestó Juanky haciendo un gesto con la cabeza hacia el edificio.


Apenas había terminado la frase cuando escucharon unos disparos, muy cerca, al levantar la vista vieron como 4 militares, uno de ellos herido y con la manga derecha ensangrentada, trepaban por la reja de acceso al parking.


Los recién llegados atrajeron la atención de todos los infectados cercanos, 2 de ellos abrieron fuego con sus HK, llenando el suelo con las vainas metálicas de los proyectiles, mientras otro ayudaba al herido a saltar la verja, debía estar bastante débil porque aunque era de unos 2,5 metros de alta, era fácil de saltar ya que tenía barrotes horizontales que servían de apoyo y agarre, eso sin contar con el medio metro de la base de hormigón, que hacía las veces de un perfecto escalón.

Cuando abatieron a todos los infectados de la zona del parking siguieron avanzando hacia la entrada del edificio, con los fusiles amartillados en el hombro, con mucha prisa. No sin que antes el más bajito les dedicara un “jodeos cabrones” y una ráfaga a los que había al otro lado de la verja.

Tras entrar al patio del edificio se encontraron con los hombres de Martín.

-¿Os han seguido? –Preguntó Martín.

-No, las puertas están cerradas, pero están afuera. Dijo uno de los recién llegados.

-¿Solo 4?- Añadió uno de los chicos del pelotón.

-Si, el conductor atropelló a una de esas cosas y perdió el control, se estrelló contra un muro. –Contestó el bajito. Después avisamos por radio para que viniera un equipo de apoyo, pero las órdenes fueron reunirnos aquí con vosotros. Por el camino esas cosas se nos abalanzaron. Al parecer…

-Al parecer tenemos que salir de aquí ahora mismo. -Intervino el sargento Martín cortando el relato.- Basta de historietas, el helicóptero está en la azotea, hay que salir de aquí, ese hombre necesita atención médica y nosotros tenemos que ir al punto de repliegue. Moveos.

Y diciendo esto comenzaron a subir las escaleras de nuevo, dejando atrás el panorama horrible del patio, en el que había un ascensor con 2 cadáveres de hombres jóvenes hechos pedazos, al parecer había habido una carnicería en su interior y esos 2 estaban demasiado destrozados incluso para revivir como infectados. La puerta seguía intentando cerrarse, tozuda, persistente, chocando una y otra vez la pierna que se interponía en su trayectoria.



PD: gracias por el comentario Outer/ kakashi ^^jeje me lo estoy leyendo, soy fiel seguidor de AZ, también lo recomiendo a todos los amantes del género. Un saludo a todos!
ENTRADA 7: Jarro de Agua Fría.



-Hay que salir, los soldados suben de nuevo. -Dijo Carlos con la oreja pegada a la puerta mientras se escuchaba cada vez más cerca el golpeteo de pies sobre los escalones.



-¿Y que nos disparen?, ya habéis oído lo que habían dicho esos tíos.- Contestó Ángela sin apenas acento italiano.



La pobre había estado ausente todo el rato, sin hablar, casi sin hacerse de notar, supongo que en shock tras lo de sus amigas, con la mirada perdida... Comprendo como puede sentirse, yo mismo no me creo lo que está pasando. Espero no tener que vivir esa experiencia…que locura, sus dos amigas intentando matarnos a todos.



Los pasos se escuchaban cada vez más cerca, había que tomar una decisión. Salimos, no salimos, salimos, no salimos…

En pleno debate una puerta se cierra y alguien sale al rellano.





- ¡Oigaaan! –Sonó la voz de una mujer.



-¡NO SE MUEVA!, ¡ARRIBA LAS MANOS!, ¡NI UN PASO MÁS!- Dijeron varios militares, no sé quién dijo cada frase, era imposible averiguarlo desde el otro lado de la puerta.



-¡No disparen!- Gritó la mujer. – ¡He tenido que salir!, ¡No aguanto más esta situación tienen que sacarnos de aquí !!!.- El tono de desesperación era tangible, se palpaba en cada una de las palabras.



-Hemos dicho que no saliera nadie hasta que lo autorizáramos. – Dijo el hombre que parecía estar al mando, con tono severo pero tranquilo.



-¡Esa chica tiene razón!, estamos aquí jodidos y encima tenemos que esperar, ¡hagan ALGO!



Al escuchar esa voz Capo, Carlos y yo nos miramos sorprendidos… era él sin duda. ¡Joder Coletilla como la lía! ¿Cómo se atreve a salir con este panorama? Teníamos que evitar que hiciera alguna tontería, esa gente iba en serio.



Abrimos la puerta despacio y la atravesamos con las manos en alto, varios hombres nos apuntaban mientras 2 de ellos cargaban con un herido.



-Es increíble, desobedeciendo órdenes…si alguien hace un movimiento brusco daré la orden de abrir fuego. ¿Queda claro? – Dijo el que parecía estar al mando.









-¡Queremos subir a ese helicóptero! ¡No ver como se pasean y disparan sus armas sin saber que coño pasa!- La mujer estaba a punto de llorar, histérica perdida.



-Señora, sólo cumplo órdenes, lo lamento pero este helicóptero es para evacuar personal militar y no pude subir ninguno de ustedes. -Añadió el sargento.





Solo personal militar… la noticia nos cayó como un jarro de agua fría, de golpe y porrazo la evacuación parecía haberse esfumado, como si hubiera sido una cruel mentira, un espejismo. Llevábamos desde la 1 (cuando se estrelló el avión) en una situación de tensión extrema, y a las 6 cuando llegó el helicóptero, todos pensamos que la pesadilla había terminado. El mazazo fue tremendo y en mi cabeza se agolparon toda clase de pensamientos sobre lo que implicaba quedarse solos, sin ayuda oficial…abandonados.



Varios vecinos más asomaron a través de sus puertas, miradas confusas, caras de abatimiento, gritos y discusiones inundaban el pasillo del 7º piso del MobyDick.



El sargento explicó que la prioridad era agrupar a todos los efectivos militares en el perímetro de control de la ciudad, “para evitar que nada entre ni salga”. “Contención a cualquier precio”dijo. El nerviosismo afloraba y la situación cobraba un cariz cada vez más desesperado, la gente no esperaba que el ejército los dejara tirados y el pánico estaba a punto de estallar como una olla sometida a demasiada presión.



Los soldados se sentían presionados al ver como los vecinos se acercaban a ellos, los gritos y reproches se multiplicaban y algunos se prepararon para abrir fuego a la menor señal de riesgo. Por eso, antes de que se armara una carnicería, Martín ladró un par de órdenes y disparó contra el techo. Había dejado a un lado la calma anterior y actuaba con mano dura para evitar perder el control.



El sonido del HK tuvo un efecto demoledor y la gente se retiró de inmediato, algunos se escondieron y otros cerraron la puerta sin dudarlo. Yo incluso cerré los ojos pensando que algún proyectil podía atravesarme en cualquier momento, si esa gente decidía acallar las protestas a balazos.





-Lo siento… son las órdenes. Permanezcan encerrados y se les comunicarán las medidas que deben tomar. –Y volviéndose hacia sus hombres dijo: “Sigamos muchachos”.

Y retomaron el camino a la azotea.



La gente volvió a entrar a sus apartamentos desolada, pero antes de que los militares desaparecieran escaleras arriba me acerqué al soldado que estaba al mando, bajo la atenta mirada de Estela y de Llovet. Uno de sus soldados me apuntaba y un escalofrío me recorrió la espalda. Miré a los ojos del líder del líder del grupo de soldados y le señalé el cadáver del andaluz que estaba tendido en mitad del pasillo.





-Mis amigos y yo hemos luchado las últimas 5 horas por sobrevivir, hemos tenido que matar a esa cosa y a 2 más con unos putos palos. ¡Tienen que ayudarnos de alguna manera!- Le dije incapaz de asumir todo lo que implicaba que se marcharan sin nosotros.



-Lo siento chaval, estáis en el lugar equivocado y en el momento menos oportuno, no puedo hacer nada. –Dijo sin la anterior frialdad en el tono de voz, realmente parecía sentir tristeza por nosotros, pero su determinación era férrea, no sacaríamos nada bueno de ese hombre.



-Al menos llame a mi madre, este es el número…- Insistí mientras le acercaba un trozo de papel, escrito con prisas y de mala manera. -Dígale que estamos todos bien y que volveremos cuando podamos.



-De acuerdo. – Dijo Martín mirándome con lástima mientras cogía el papel por el otro extremo.



-Gracias señor. -Y tras lograr al menos el consuelo momentáneo de nuestros familiares, me alejé hacia el apartamento con la imagen de mi gente dando vueltas en mis pensamientos.



-Un segundo chico, -dijo el sargento por lo bajo cogiéndome del brazo. – No puedo hacer esto pero… pfff…toma guárdatela. –Dijo mientras me ofrecía una pistola negra.



Mi cara de sorpresa fue mayúscula al notar el tacto y el peso del arma en mi mano. Un montón de palabras se amontonaron en mi boca sin saber cuál de ellas debía dejar salir primero. Tenía mil preguntas pero aquel hombre volvió a anticiparse.



-Las cosas puede ponerse muy pero que muy feas por aquí... Creo que esto, lejos de solucionarse, puede empeorar mucho aún…tengo un hermano pequeño, de tu edad y jamás querría que tuviera que pasar por este infierno…y menos que se convirtiera en uno de ellos…Estáis solos, si la situación lo requiere tendréis una bala para cada uno, os ofrezco un final digno. Suerte chico.



Y diciendo eso desapareció escaleras arriba, dejándome a mí sin saber ni qué hacer, con un arma de fuego en la mano y aterrado con el mensaje implícito que acababa de darme… nos había dado la pistola para que, llegado el caso, pudiéramos suicidarnos.
Dos cosillas... sin ánimo de interrumpir el relato.

La primera. Pones demasiados números. En un texto "serio", queda mejor cuando las horas del día, los números de personas que hay, etc, los nombras "con letras". En el primer capítulo hablas de "nos levantamos a las 11", cuando lo mejor, cuando escribes así, es decir "nos levantamos a las once", aunque lo que de verdad no me gusta, como te he comentado, son frases como esta: con 2 pequeños cuadros colgados en la pared, que saltan demasiado a la vista. No cuesta mucho más y queda mucho más "serio", más plástico y no llama tanto la atención, dejando el texto en mejor lugar, el hacerlo con los números escritos "con letra", como ya te he comentado.
Ahora una puntillita más. Los guiones, en los diálogos, cada vez los pones de una manera... poniendo de ejemplo este último post, hay veces que pones un punto antes de poner el guión (Gritó la mujer. –) y en otras no (¡Tienen que ayudarnos de alguna manera!-) en otras pones el texto pegado al guión (-¡Esa chica tiene razón!) pero en algunas ocasiones lo separas (- ¡Oigaaan!). Es algo un poco rebuscado, pero supongo que podría ayudar a que el texto se presentase mucho mejor.

Por lo demás... me gusta la historia y me parece bien desarrollada. Me la he leído casi del tirón y se nota que género de juegos te gustan XD

Sobre la segunda cosa que quería comentarte, es que quizá tendrías más comentarios si escribieses cada capítulo en un hilo distinto y después los unieses todos en un hilo recopilatorio, donde dejases calro el propósito de mismo y nadie escribiría en él salvo tú. Así podríamos comentar cada capítulo de forma individual y seguirías manteniendo un hilo con toda la obra recopilada. No sé si te gustará la iudea, pero es como en un principio empezó a funcionar el foro y, clasicismos y rememoranzas a parte, funciona bastante bien si quieres que la gente lo lea con más asiduidad, porque a mí me ha costado enfrentarme a 4 mensajes tan largos... en cambio, si hubiesen estado separados por capítulos, quizá me hubiese animado a hacerlo antes ;)

Un saludo.
Hola Vadin, gracias por las sugerencias, lo de los números supongo que es por inercia y los guiones... nose... falta de práctica jeje, intentaré corregirlo y tenerlo en cuenta para mejorar la imagen del texto.

En cuanto a lo de escribir cada entrada en un hilo, creo que es una buena idea porque hay varias juntas y puede hacerse pesado.


Un saludo a todos.
ENTRADA 8: Reencuentros y Traiciones.





Mientras estaba parado en mitad del pasillo, Llovet se me acercó con 5 o 6 zancadas apresuradas y cara de sorpresa.



-¿Te ha dado una pistola tío? -Dijo como si no se terminara de creer lo que estaba viendo en la mano.



La respuesta era obvia, pero yo estaba tan confuso como él. Cuando iba a contestarle, una mano me estiró con fuerza de la camiseta roja. El corazón me dio un vuelco, había estado distraído, pensativo, vulnerable. ¡Joder había bajado la guardia completamente!



Al girarme me sentí tonto por un instante, tenía que haber supuesto que no era nada peligroso, porque Llovet estaba enfrente de mí y en ningun momento se había alterado. Me consolé al pensar que con todo lo que estaba pasando, un susto era completamente razonable.



Delante tenía a Estela, que preguntaba algo sobre el arma con la misma expresión de asombro en el rostro de la que hacíamos gala mi amigo y yo.



Tras unos segundos de charla, la italiana nos convenció y me guardé el arma debajo de la camiseta, notando el frío metal en contacto con mis riñones, sujeta por el cinturón de los pantalones vaqueros.



Decidimos que de momento mantendríamos en secreto el asunto de la pistola, ya que lo que había propuesto el soldado no era tranquilizador en absoluto, y mantener al grupo lo más animado posible era la opción más sensata.



Al acabar la conversación, me dirigí junto a la italiana a su apartamento para coger lo que fuera necesario y volver al nuestro, ellas 3 se venían con nosotros, no podían quedarse en el 7 D, no después de la carnicería de hace un rato.









Los militares habían llegado a la azotea y comenzaron a subir al helicóptero que les llevaría a los puntos de control, donde montarían guardia para impedir que nada ni nadie entrara ni saliera de lo que ya se conocía periodísticamente como zona 0.



El Cougar ganó altura y con un estruendo voló hacia su destino, contemplado por Coletilla y Toni que lo veían alejarse desde la ventana del piso con un profundo sentimiento de decepción. Cuando el aparato ya había desaparecido tras una enorme finca, vieron como un camión militar aparecía doblando una esquina a toda velocidad. El vehículo no estaba en buenas condiciones y parecía haber tenido algún tipo de colisión frontal. Se detuvo delante del Movidick y de su interior bajó un soldado cojeando.











Juanky y Rafa habían dedicado varios minutos a reunir el valor necesario para abandonar la seguridad del Focus, no veían a ninguno de esos seres, y con un portazo apresurado salieron corriendo hacia el edificio. Pero antes de entrar, la visión de un militar tambaleante que acababa se saltar la cerca los hizo detenerse.



-¡¿Se encuentra bien!?- Le preguntó Juanky a lo lejos, sin estar muy seguro de acercarse o no. El hombre había bajado de una camioneta militar aparcada encima de la acera, era moreno y tenía un corte en la cara, de estatura media y portaba un HK igual que el de los soldados anteriores, pero lo que más llamaba la atención eran las manchas negruzcas que cubrían su uniforme, cada vez más visibles a medida que se acercaba lentamente.



-Ehhh…vosotros… -La voz del soldado sonó débil, estaba fatigado y pálido, al parecer había perdido bastante sangre. Con la mano izquierda se sujetaba el brazo manchado, mientras el fusil, colgado al cuello por una correa, bailoteaba con cada paso que daba.



Los 2 amigos desconfiaron al verlo ensangrentado, ya habían sido testigos de lo que pasaba cuando esas cosas te herían y pensaron dejarlo a su suerte, pero el tipo en cuestión hablaba como una persona normal, y no paraba de decir algo sobre sus compañeros y un helicóptero. A un par de metros se desplomó.



Tendido boca arriba, abrió los ojos y pidió ayuda lastimeramente mirando a Rafa y a Juanky. Tras unos segundos de duda lo ayudaron a levantarse y entraron al edificio con el hombre casi acuestas.



Las chicas habían recogido sus maletas y guardado en bolsas algo de comida para pasar la noche en nuestro apartamento. Con una voz Carlos avisó a Coletilla por la ventana de que ya salíamos a hacia allí. La distancia entre los apartamentos apenas era de unos metros, pero el tiempo se hizo eterno mientras tocábamos nerviosamente a la puerta con los nudillos.



Al fin entramos, y tras cerrar, Rober puso el pestillo. Yo me dirigí directamente a mi cuarto, entre preguntas y golpecitos amistosos, para ponerme mi sudadera favorita. Benidorm en verano es caluroso, puede que pasara calor pero la prenda era perfecta para disimular el bulto que la pistola hacía en la camiseta.



No pude reprimir la curiosidad y después fui al baño para verla tranquilamente, la saqué con cuidado, nervioso ante la idea de que se me disparara. Era negra y algo más pesada de lo que había imaginado, no tenía mucha idea de armas pero tras toquetearla un poco identifiqué la corredera, el seguro y el cargador.



Me miré un momento en el espejo y no pude evitar cogerla en plan policía, estaba haciendo el ridículo pero la verdad era que apretando la empuñadura me sentía más fuerte y tranquilo. Volví a guardármela apuntando hacia abajo, de modo que si se disparaba sola por algún motivo, la bala fuera directamente al suelo.



Al salir vi como Capo y Carlos relataban todo lo ocurrido mientras contestaban a una lluvia de preguntas. Francis por su parte acompañaba a las chicas al cuarto de matrimonio para que dejaran sus cosas y tuvieran un momento de calma para ellas.



No tardaron en llamar de nuevo a la puerta. Dimos un respingo y nadie habló. Tras mirarnos los unos a los otros, Toni se acercó a la mirilla y Llovet le siguió con el cuchillo en la mano derecha.



-¡Son Rafa y Juanky! –Exclamó visiblemente contento mientras quitaba el pestillo.





Abrió la puerta y se quedó helado al ver detrás de los 2 amigos a un soldado herido apoyado contra la pared, se tenía derecho a duras penas, pero sacaba fuerzas para apuntarles con el fusil. La imagen hizo que borrara su sonrisa tan pronto como había llegado. El desconocido le ordenó retroceder con un grito y los recién llegados entraron al apartamento. Todo el mundo se asomó a la entrada a ver que pasaba, aquel loco insistió en que fuéramos contra la pared del fondo y nos sentáramos en el suelo.



-No mováis un pie…. o os juro que os lleno de agujeros- Dijo mientras apuntaba de forma aleatoria a varios de los que se encontraban más cerca de él.



Aquel hijo de puta estaba completamente loco, parecía fuera de control y nadie osó desobedecerle. Nada tenía sentido, alguien le preguntó que coño pasaba pero el hombre respondió con un grito furioso que nos alejáramos y obedeciéramos. Parecía completamente fuera de sí y no era prudente intentar ninguna heroicidad, de modo que todos hicimos lo que nos había pedido. La italiana gordita se puso a llorar mientras se agazapaba en el suelo.



Ordenó encender la tele, Capo tenía el mando justo al lado y despacio apretó uno de los botones. En la pantalla se dibujó el torso de un reportero que estaba informando de la situación de Benidorm, como seguramente el resto de canales.



“La situación se ha vuelto descontrolada, el gobierno ha dado la orden de montar un perímetro de seguridad y los efectivos militares abandonan las calles para evitar que se extienda el presunto virus del que se habla, recordemos que las autoridades no se han pronunciado al respecto y que los rumores de casos de antropofagia se extienden.”



“Además existen varios casos en municipios cercanos y se ha dado la alarma en el aeropuerto de Alicante, la información es confusa y los rumores son contradictorios en cuanto a la velocidad de infección y los medios de transmisión ya que la mayoría de fuentes afirma que, tras el contacto con los infectados, en pocos segundos se desarrolla una conducta rabiosa e irracional, lo cuál no concuerda con la aparición de casos alejados de la zona cero”



“Una comisión de patólogos, médicos, virólogos y demás expertos se desplaza en estos momentos hacia la zona…”



Mientras escuchábamos entendimos que al parecer no se desarrollaba con la misma velocidad en todas las personas, y no hacía falta ser Sherlock Holmes para relacionar los arañazos y heridas del militar con un ataque de esas cosas. Joder ese loco estaba infectado seguro y en cualquier momento podría volverse uno de ellos, estaba pálido y extremadamente nervioso, gotas de sudor empapaban su frente y no paraba de murmurar cosas. No sabía que era peor… si el hombre transformado en una de esas cosas o el actual loco amenazándonos con un fusil.



Llovet me miró y puso la mano en forma de pistola… entendí el mensaje a la primera pero no sabía que hacer todavía, ni sabía disparar ni quería hacer nada arriesgado de momento con ese tío vigilándonos. Intentaré hablar con él primero...esto es una puta locura.
ENTRADA 9: Planes de un Loco.





Lleva más de 10 minutos sentado, intentando llamar con todos nuestros móviles, pero cero, no hay cobertura en ninguno de los aparatos. Está pálido en contraste con su pelo moreno y tiene el brazo derecho como inutilizado o dormido, apenas lo mueve, ahora lo tiene caído. Poco a poco la sangre le resbala por las falanges de los dedos hasta caer formando un pequeño charco al lado de la pata de la silla.



Habla solo, no deja de repetir algo sobre que sus compañeros le han dejado tirado. Juanky ha intentado dirigirse a él, le ha recordado que le habían ayudado hace un momento y que no ganaba nada con lo que estaba haciendo… Como respuesta le ha obsequiado con un grito furioso y ha estado un rato en la trayectoria del HK.



Pobre desgraciado, apuesto a que iba con los soldados de antes, y que se han ido sin él…seguramente cuando les atacaron se quedó atrás, pero se las había apañado para llegar al punto de reunión, tarde, pero ahí estaba. Lo que ya no tenía sentido ninguno era que la tomara con nosotros, no se porqué está haciendo esto.



La gordita ha dejado de llorar tras amenazarla con un disparo entre las cejas, la pobre está acurrucada sujetándose la cabeza con las manos. El resto no nos atrevemos casi ni a mirarlo… que un loco te apunte con un arma te hace olvidar las heroicidades. Llovet sigue haciéndome el gesto de la pistola… joder, no es tan fácil…no quiero matar a nadie…y ni siquiera se disparar, pero tengo que intentar algo.





-Los teléfonos no funcionan, no tienes porque tratarnos así solo para hacer una llamada.

Dije intentando conversar con él.



-Si que hace falta chaval… no me la va a volver a jugar nadie. -Dijo con tono de resentimiento.



-Puedes llevarte los teléfonos si quieres, llévate lo que quieras, pero déjanos en paz. –Añadió Carlos.



- No creo que se alegren mucho tus superiores cuando se enteren de esto. -Dije intentando hacerle recapacitar.



-¡Que os calléis joder!... mis superiores …¡mis superiores acaban de sentenciar a toda la ciudad!… podéis daros por muertos.



-¿Entonces que pretendes?- Intervino Juanky.



-Sobrevivir. -Contestó el soldado lacónicamente.





A la ecuación seguían faltándole incógnitas y no entendíamos que era lo que quería de nosotros.



-Vosotras dos…. -Dijo el soldado apuntando ahora a Ángela y a Estela. – Acercaos.



Las dos chicas se miraron y cuando volvió a repetir la orden con un grito comenzaron a levantarse.



Ángela es la más alta, es rubia y delgada y tiene unos bonitos ojos azules. Habla un español casi perfecto, cosa que me sorprende, pero no he tenido tiempo de preguntarle…además estos días atrás se la veía altiva y con pocas ganas de relacionarse con nosotros cuando nos encontrábamos en la piscina o el ascensor…diría que es un poco creída. Estela es morena, tiene el pelo ondulado y largo y antes de que pasara todo esto siempre nos había sonreído cuando nos la cruzábamos por el edificio, incluso jugó al balón con nosotros ayer en la piscina… parece una chica sociable, la verdad creo que es un encanto. Me sabe fatal lo mal que lo están pasando, espero que ese cabrón no les haga nada malo.



-¿Sois amigas?- preguntó el hombre desde la silla, sin dejar de apuntarlas.



Las chicas asintieron con la cabeza, mirando al suelo.



-Mucho mejor…tú, rubia, coge una mochila y llénala con comida y agua. Si haces algo raro tu amiguita se quedará sin cabeza…y sería una verdadera pena matar a esta monada ¿no crees?- Dijo el soldado apuntando con el arma a la cara de Estela.



-Ya voy… no le haga daño. -Contestó Ángela nerviosa, obedeciendo sin rechistar mientras se dirigía a la pequeña cocina.



-A ver, ¿quién conduce de vosotros chicos?- Preguntó sin dejar de mirar a la italiana.





-¿Para que quieres saberlo?- Respondí a la defensiva antes de que nadie dijera nada.



-Contesta y calla, estás empezando a ponerme nervioso.- Dijo acercando el arma todavía más a Estela. La pobre intentaba mantenerse tranquila pero desde la pared se veía cómo la mano derecha no paraba de temblarle.



-Pobre morena…-Dijo el cabrón con rintintín en el tono -parece que no te aprecian demasiado… estoy apunto de matarte y no son capaces de colaborar…vaya amigos tienes. –Ahora estaba deslizando el cañón del arma por el escote de la camiseta de tirantes negra, dejando a la vista el biquini de triángulos que llevaba debajo… de manera insinuante y desafiadora, con el dedo en el gatillo y una mirada de deseo en los ojos. La gordita comenzó a llorar de nuevo.



-¡Yo sé conducir! Dime que quieres que haga pero baja el arma – Intervine intentando averiguar que era lo que buscaba de nosotros. Estela me miraba de reojo, la mano le temblaba todavía más pero mantenía la frente alta, sin mirarlo, intentando no desmoronarse.



-Tú eres demasiado problemático chico. El del chándal rojo…-Dijo mirando a Rober.- ¿Sabes conducir?



-Si. -Se limitó a contestar Rober.



-Ponte de pie y ayuda a la rubia a preparar las mochilas. -Le dijo sin perder de vista a la italiana.



-¿Porqué no te vas conduciendo tú?, te hemos visto bajando del camión.- Preguntó ahora Juanky



-Bueno…no puedo conducir con el brazo derecho en este estado… ni puedo ir hasta el punto de control con estas heridas… me dispararían sin dudarlo. Necesito que algunos de vosotros conduzcáis por mí y me llevéis algo de equipaje… seréis mis porteadores hasta que me recupere. –Dijo el militar con una sonrisita maléfica en los labios, la sonrisa de quién tiene la sartén por el mango.



-Si te han mordido estás jodido… no llegarás muy lejos y lo sabes. –Manifestó Rafa desde el suelo.



-¡NO ME JODAS! –Gritó apretando el arma contra el esternón de Estela…ella cerraba los ojos con fuerza y respiraba sonoramente… debía estar al borde de un ataque de nervios.



No podía permitir que esto siguiera así… me llevé despacio las dos manos a la espalda por dentro de la sudadera… buscando la culata del arma y repasando mentalmente cómo debería cargarla, apuntar a ese cabrón y disparar. Tendría que ser muy disimulado o estoy seguro que no dudaría en pegarme un balazo a mi o a cualquiera.



Estela me miraba furtivamente y hacía el gesto de no con el dedo índice de la mano mientras aquel cabrón seguía comiéndosela con la mirada. Tras decidirme aferro con fuerza la empuñadura, la saco de la presión del cinturón y sitúo la mano izquierda en la corredera para cargar el arma.



Francis y Coletilla están a mi derecha y a mi izquierda respectivamente y no se han dado cuenta de nada. El corazón me late desbocado, cargar, apuntar y disparar, solo tengo una oportunidad. Tengo que calmarme…vale…cuento hasta diez y disparo. 1,2,3,4,5,6,7…
ENTRADA 10: El Ingenio Femenino.





Ángela estaba en la cocina, metiendo comida en una mochila tal cual había ordenado el soldado moreno, de pronto se miró el reloj y sonrió pícaramente.







……6, 7, 8, 9, 10. Vale ha llegado el momento.



Justo cuando me decido a disparar, algo vibra en la mesa a la derecha del militar a la vez que emite destellos y da paso a una musiquilla bastante familiar. ¡Un móvil estaba sonando!, todo el mundo miró hacia el lugar del que salía esa escandalosa melodía, eso significaba que por fin podríamos comunicarnos.



La irrupción musical no solo me había distraído a mí, el soldado también se había girado un momento y Estela no desaprovechó la ocasión.



Con un movimiento enérgico la italiana se apartó de la boca del cañón del HK al tiempo que lo sujetaba con ambas manos para que apuntara al techo. Esta era nuestra oportunidad y varios de mis amigos se habían levantado de un salto para neutralizar al soldado. Comencé a levantarme esperando oír disparos, pero extrañamente aquel tío no apretó el gatillo, ni siquiera aunque apuntara al techo para asustarnos con el estruendo.



-¡Quitadle el arma! -Bramó LLovet al tiempo que se acercaba al soldado.



Ya incorporado pensé que hacer con el arma, podría dispararle sin problemas, estaban apunto de reducirlo y si me acercaba sería un tiro prácticamente a boca jarro, ni yo podría fallar. Tras unos segundos de duda decidí no sacar la pistola, no quería matar a nadie y tampoco era necesario, aun con lo mal que nos lo había hecho pasar ese tío, ya no representaba una amenaza.



Carlos y Rafa lo golpeaban mientras la italiana intentaba arrebatarle el fusil. El soldado gritaba y se aferraba a su arma pero estaba bastante hecho polvo como para tener alguna posibilidad. Toda la escena estaba acompañada por gritos, insultos y por la musiquilla del móvil que nos había salvado el culo.





El puño de Rafa le impactó en la mandíbula y le cruzó la cara haciéndole caer de la silla. En el suelo y desarmado no parecía tan temible, tosió sangre y ni siquiera intentó revolverse, se le veía cansado, agotado, derrotado.



-¡Coged el teléfono! –Dijo Tony preocupado por si dejaba de sonar.



-Chicos… no tengáis tanta prisa. – Intervino Bianca con el móvil en la mano. Después, ante la atenta mirada de los otros 11 que allí estábamos pulsó un botón y dejó de sonar.



-¿Qué coño has hecho? ¡Has colgado!- Exclamó Capo con una mezcla de sorpresa e incredulidad.



-Tranquilos, no era una llamada, solo era la alarma de mi teléfono.-Contestó la rubia mientras dejaba el móvil en la mesa de nuevo.



-Astuta perra- Balbuceó el soldado tendido en el suelo. – Lo tenías todo…



-¡Cállate cerdo!- le cortó Estela con un grito rabioso al tiempo que empezó a patearle en las costillas. Carlos tuvo que separarla porque estaba ensañándose.



-Que alguien me lo explique, no entiendo nada. –Preguntó de nuevo Capo.



Lo cierto es que yo tampoco sabía lo que ocurría, pero Ángela parecía tenerlo todo claro, y el soldado también había entendido algo.



-Cuando hace un rato ha pedido los móviles yo me escondí el mío.- Comenzó a explicar Ángela- Pensaba usarlo para distraerlo con la alarma pero no veía bien la oportunidad para hacerlo, cuando me llamó para recoger comida tuve la oportunidad perfecta para dejarlo junto con los demás, así que puse la alarma a 2 minutos.- Terminó la explicación con cara de satisfecha.



Todos pensamos que había sido muy ingenioso por su parte, algo arriesgado pero ingenioso. Gracias a ella estábamos todos bien y volvíamos a tener el control de nuestro propio apartamento. Ahora teníamos que decidir que haríamos con el cabrón que nos había tenido en jaque durante un buen rato.



Hubo todo tipo de propuestas, desde abandonarlo moribundo a darle un tiro con su propia arma. En pleno debate el hombre mismo habló.



-Me da igual lo que hagáis conmigo, desde que me habéis impedido salir de aquí ya estoy muerto.- Dijo desde el suelo, vigilado por Coletilla y Francis que le habían incautado un cuchillo y un mapa tras registrarle a fondo. El fusil lo empuñaba Estela, que miraba con odio al militar.



-Yo creo que estás muerto desde que esos cabrones te hicieron esas heridas- Añadió Juanky.- Lo raro es que no te hayas transformado aún.



Al final, la mayoría decidimos abandonarlo a su suerte, estaba desarmado y malherido, no era necesario matarlo. Aunque nos costó mucho convencer a Estela, a Carlos y a Rafa, que querían acabar con él por lo que nos había hecho. Sólo con el argumento del asesinato y del ruido del arma los conseguimos persuadir de que no era sensato dispararle.



Lo ayudamos a incorporarse y lo sacamos al pasillo del edificio.

Cuando estaba saliendo del apartamento Estela se me acercó y me abrazó con fuerza.



-Gracias por todo- Susurró a mi oído.



-No ha sido nada- Contesté sorprendido, por decir algo. No me esperaba esa reacción y menos en ese momento, pero mentiría si niego que aquel abrazo no fue, sin duda alguna, el momento más agradable del día. Tras unos segundos que nunca quise que terminaran, me dio un beso en la mejilla y se apartó.



Confuso y sorprendido salí con los demás para ver cómo el soldado se alejaba en dirección a las escaleras, espero que para desaparecer de nuestras vidas. Tal vez muriera en algún rincón o puede que alguna de esas criaturas lo encontrara por ahí indefenso, pero al fin y al cabo se lo merecía.



El hombre echó a andar tambaleante por el pasillo del 7º piso del Movidick. Cuando faltaban unos metros para que llegara a las escaleras Carlos se adelantó con el fusil fuertemente agarrado y ante la sorpresa de todos apretó el gatillo.



Una serie de chasquidos breves reemplazaban los sonidos de los disparos que esperábamos escuchar, el soldado se giró con una risa burlona y dijo:



- Lo siento chicos, no tiene balas.



-¡Cabrón de mierda! ¡Nos has tenido engañados todo este rato!- Gritó Carlos mientras arrojaba el fusil al suelo con un gesto de rabia.



El soldado volvió a girarse y retomó su camino lenta y trabajosamente, malherido pero satisfecho por habernos mantenido engañados hasta el final. No dio más de 3 o 4 pasos más. El estruendo de un disparo sonó como un cañonazo en el silencio del pasillo y el ambiente se llenó de olor a pólvora.



Detrás de Carlos, Estela permanecía de pie empuñando una pistola con ambas manos. El soldado cayó como un fardo al suelo mientras se dibujaba un círculo rojo en su espalda en lo que debía ser el pulmón derecho. Con todo el desprecio del mundo Estela escupió en su dirección y echó a andar hacia el apartamento, donde la esperaban sus dos amigas.



Al pasar por delante de mí me entregó el arma y dijo algo que sonaba como “lo siento”. La miré y vi que era una M 82 igual que la que yo tenía, me llevé la mano a la espalda y descubrí que no había nada donde yo la había guardado minutos atrás.



¡No era igual, era la pistola que yo llevaba debajo de la sudadera! Inexplicablemente me la había sustraído, decidida a acabar con ese hombre decidiéramos lo que decidiéramos los demás. El momento del abrazo se revivió en mi mente. Joder soy un inocente.



Entre preguntas y exclamaciones les digo a mis amigos que entren y les explicaré lo del arma. No parecen enfadados por no haberse enterado, pero la revelación pistola parece haberlos excitado.



Me siento estúpido, engañado y utilizado. Al menos estamos todos dentro del apartamento y de una pieza, debería alegrarme. Tengo que contarles como ha llegado la pistola a mis manos y después tendremos que debatir nuestro próximo movimiento.



Son las 8 de la tarde, queda un rato de sol pero parece que pasaremos aquí la noche, espero que sea más tranquila que la tarde.
ENTRADA 11: La Ventana.




Tras explicar a todos lo de la pistola, (naturalmente omitiendo la idea implícita de usarla contra nosotros que insinuó el militar), el arma se ha convertido en el centro de atención durante un rato, todos querían verla y tocarla. Incluso en general diría que se han animado, deben de sentirse más seguros.



Esta sensación de tranquilidad ha sido causada, sin duda, por el hecho de que desde el paso de los soldados por el edificio no hemos vuelto a oír los gritos ni los aullidos de esas cosas. Al menos no de cerca, porque desde la ventana si que los vemos pasar de vez en cuando corriendo, persiguiendo personas y vehículos, o caminando de forma errática si nada llama su atención.

Es curioso ver como se ignoran entre ellos, pero con que fiereza atacan a las personas normales, son implacables joder, y apenas sabemos nada de esos seres, aparte de que aparentemente no razonan y que si te atacan tarde o temprano te vuelves como ellos.



Francis ha sido el que nos ha devuelto a la realidad al preguntar que íbamos a hacer después. Las opciones eran quedarse y cumplir las órdenes que daban los militares por la tele o intentar salir de allí desobedeciendo la cuarentena y arriesgándonos a lo que fuera que el exterior nose deparase.



Después de discutir un rato y de que cada uno expusiera los pros y los contras de cada opción no hemos llegado a ningún acuerdo. Incluso ha habido varias intervenciones subidas de tono cuando Tony y Rafa se han enfrentado abiertamente. Todos queremos salir de aquí, pero hay que pensar la forma y el momento adecuados, ya que los soldados no nos dejarán pasar por los controles de las carreteras principales y si elegimos mal el camino nos habremos arriesgado para quedarnos tirados en la calle.





Un grito desgarrador ha interrumpido la conversación cuando se estaba convirtiendo en una batalla dialéctica digna de un mercado y nos ha atraído a todos a la ventana. La escena que hemos visto en el patio de enfrente nos ha helado la sangre y nos ha recordado que la pesadilla no estaba tan lejos como deseábamos.



Una pareja joven tocaba desesperadamente los timbres pidiendo ayuda, intentando que alguien les abriera la puerta. A pocas decenas de metros se aproximaban corriendo salvajemente esas cosas. El primero un hombre con uniforme policial, desde la lejanía y pese a que empezaba a oscurecer, se veían claramente manchas oscuras repartidas por toda la ropa.



El joven se puso delante de la chica en actitud protectora, empuñando una llave inglesa de considerables dimensiones. La que parecía ser su novia gritaba y pedía ayuda inútilmente, nadie respondía y nadie abrió el portal para ayudarlos.



El policía corría como un poseso, seguido por un grupo de otros 8 o 9 individuos aullantes, algunos cubiertos de sangre, otros sin señales aparentes de lucha o sangre, pero sin duda todos infectados. Llovet les gritó que corrieran hacia nuestro edificio, pero ya era tarde.





El infectado se abalanzó como un animal sobre el chico, que lo esquivó mientras le gritaba a su novia que corriera. El joven se defendió como un jabato y golpeó repetidas veces con la llave inglesa sin conseguir derribarlo. En pleno enfrentamiento llegaron 2 infectados más y cargaron contra él tirándolo al suelo. Los gritos de desesperación fueron sustituidos por gritos de dolor y tormento al ser despedazado ante la mirada de su propia novia.



El cuerpo del joven dejó de verse, oculto tras una decena de personas que se amontonaban encima suyo, mientras la chica corría hacia el patio de al lado intentando no compartir el destino de su chico. Al verla varios de los infectados salieron detrás de ella, segundos después la alcanzaron y en el forcejeo acabó encima del capó de un Peugeot blanco que estaba aparcado en la acera y que se convirtió en testigo privilegiado de la carnicería.



Ni los gritos ni los objetos que lanzamos desde nuestra ventana los distrajeron lo más mínimo, solo un coche al pasar a toda velocidad los hizo atrajo hacia el centro de la calle, dejando a la pobre chica tendida sobre el capó entre un charco de su propia sangre.



Momentos después vimos horrorizados como la joven se levantaba con algo colgándole del cuello y salía corriendo detrás del coche al igual que habían hecho los demás seres.



Teníamos que salir de allí, ése era el mensaje que se leía en las miradas de todos y cada uno de nosotros. Con el estómago revuelto, y consternados retomamos la conversación, ahora la gente estaba más dispuesta que nunca a intentar lo que fuera necesario con tal de alejarnos de aquel infierno. Espero que ahora lleguemos todos a un acuerdo y salgamos de aquí de una pieza.
ENTRADA 12: El Plan. Día 1, 22:28 horas.





Miércoles, 16-7-2008, hoy es el día que ha cambiado nuestras vidas y que conmocionará al mundo entero. No he podido evitar volver a escribir en los folios que dejé sobre la cama hace unas horas, cuando salíamos a ayudar a nuestras vecinas. No quiero que se me escape ningún detalle de lo que hemos vivido, por eso llevo casi una hora sentado en la cama con la luz del flexo iluminando tenuemente la habitación, pensando, escribiendo y procurando encontrar alguna explicación a esta locura.



Hemos matado a varias personas. Nunca pensé que pudiera decir esas palabras de mi boca, pero así ha sido y es lo que ahora me atormenta.



De hecho hoy han muerto muchas personas, desde que el avión se ha estrellado todo el mundo parece haberse vuelto loco. Además están “ellos”... son como bestias salvajes, una mezcla de enajenados mentales y yonkis empastillados y rabiosos, en la tv dicen que están enfermos, infectados. ¿Infectados de qué?



Mi madre debe estar histérica perdida, pobre mujer siempre preocupándose por mí, no quiero ni imaginarme como de angustiadas se sentirán nuestras familias, completamente desinformadas, espero que no hagan ninguna locura ni intenten venir aquí, ojalá el soldado la haya podido llamar.



No sé que pensar, los medios de comunicación hierven con teorías inverosímiles, cada cuál más absurda y extraña, nadie parece tenerlo claro. Solo sé que ha sido el peor día de nuestras vidas. No tengo apenas hambre… ( pese a que no he probado bocado desde la comida) , pero da igual, el estómago lo tengo lleno de algo que me hace sentir profundamente mal, creo que es culpabilidad.



Tras pasar horas y horas con ríos de adrenalina corriendo por el organismo y en peligro de muerte ahora me cuestiono varias cosas.



He hablado con Carlos sobre el tema, para decirle como me siento y que estoy decepcionado con él por intentar matar al soldado después de decidir dejarlo marchar, pero necesito hablar con alguien y él es uno de mis mejores amigos, necesito desahogarme.



Sorprendentemente no está preocupado en absoluto por las personas a las que hemos quitado la vida, yo diría que tiene la mente en modo animal atrapado y que todavía no es muy consciente…o puede que sólo sea frío…estas situaciones revelan facetas desconocidas de las personas. Su postura es clara y tranquila … dice que hemos hecho lo necesario para sobrevivir, dice que la ciudad se cae a pedazos y que no piensa caer con ella, está ocupado tratando de salir de aquí y preparando todo para mañana.



Capo por su parte también parece afectado, aunque procura mantenerse entretenido y preocuparse en otras cosas. Ahora mismo está con los demás estudiando el mapa turístico con detenimiento para encontrar la salida más propicia.



Las más afectadas son las chicas, las 3 han pasado por momentos de tensión extrema al luchar por su vida con sus propias amigas y ahora están intentando superar el trauma en el cuarto de matrimonio.



Sin duda tienen los nervios apunto de estallar, lo han pasado francamente mal. La más entera es Ángela, que a pesar de no hacerse de notar hasta hace un rato, se ha vuelto muy activa y entra y sale del cuarto para participar del plan de escape. La gordita lleva rato llorando hecha una bola en la esquina y hablando por lo bajo en italiano, no para de nombrar a Bianca y a Bárbara… probablemente esté en estado de shock tamaño XL, menos mal que Estela cuida de ella, no se ha separado ni un segundo. No he vuelto a hablar con ella desde que me quitó la pistola hace un rato y disparó al soldado, pero no tengo ganas de discutir, dejaré correr el tema por hoy, demasiada muerte.





Tras la escena de la ventana todos se han convencido de abandonar Benidorm, sobretodo al escuchar el grito en el rellano, joder era una de esas cosas otra vez, perecía que el edificio estaba despejado, pero entonces es cuando esa cosa ha proclamado con ese característico alarido que nos equivocábamos. Aún teníamos las imágenes del ataque a la pareja en la retina cuando nos ha sorprendido el largo aullido sonando muy cerca, al otro lado de la puerta principal.



Nos hemos quedado helados, varios de mis amigos se han llevado el dedo índice a los labios en un gesto que pedía el más sepulcral silencio. Juanky se había acercado a la mirilla pero no vio nada. Volvíamos a estar jodidos y con esas cosas cerca, había que salir de allí.



El plan es preparar una ruta de escape basándonos en un mapa turístico para abandonar la ciudad a primera hora de la mañana con los 2 coches llenos de gente y mochilas con lo que podamos cargar.



Deja bastante que desear y le veo muchas lagunas, pero es lo que hay. Para empezar el plano no está muy detallado y al ser publicitario sólo indica las carreteras más importantes de la zona, justo las que debemos evitar porque estarán atestadas de ciudadanos y soldados y completamente bloqueadas, pero al menos sabemos por donde no tenemos que ir.



El siguiente problema es lo apretados que iremos en los vehículos, 12 personas en 2 coches con capacidad para 5, tendremos que dejar algunas maletas o no cabremos. Pero lo que más me preocupa son los militares… dicen que abrirán fuego contra cualquier vehículo civil que se aproxime a menos de 300 metros de los controles, si no encontramos una ruta despejada no habrá forma de salir de esta maldita ciudad.



Tengo que dejar de escribir, me llaman para ver algo, luego sigo.















22: 44 horas.



La idea de Juanky es muy buena, al menos mejor que lo que teníamos planeado. Solo hay un pequeño gran problema. Ha propuesto usar el furgón del soldado como medio de transporte, con capacidad para todos, grande y bastante seguro. Sobretodo es importante porque nos permitiría acercarnos a los controles sin que nos tirotearan los soldados… sería como un caballo de Troya.



Ahora bien el problema es que cuando hemos salido para registrar el cadáver del soldado en busca de las llaves aquel cabrón no estaba donde le vimos morir. Joder me juego el cuello a que sé quien es el autor del grito de hace un rato…



Ya tenemos decidida la ruta, gracias a Ángela, nos ha sorprendido pero la italiana veranea aquí todos los años y conoce mejor el terreno que nosotros (eso explica también su dominio con el castellano y su poco acento). El caso es que avanzaremos por las calles hacia el sur de Benidorm, paralelos a la playa y saldremos de la ciudad por la parte de la depuradora.



Según dice es una zona sin urbanizar (por los olores) y tiene acceso a una ruta de montaña, es un buen camino para desaparecer y esperamos que no esté vigilado o que la presencia militar sea escasa. Desde la depuradora avanzaremos por caminos agrarios y luego por el montañoso, el paso puede que sea lento, pero creemos que es la única posible salida, la carretera nacional y la autovía estarán colapsadas seguro. La idea es llegar a un pequeño pueblo entre colinas a 10 km de Benidorm, Finestrat, debería estar libre de esas cosas, desde allí pensaremos el siguiente movimiento para volver a nuestras casas.



Mañana veremos si localizamos al soldado y lo podemos abatir para hacernos con las llaves, no vamos a arriesgarnos de noche, también es posible que estén puestas en el furgón, pero poco probable porque sigue aparcado en el mismo lugar. En el peor de los casos lo intentaremos con los coches. Voy a comer algo y a ver si puedo descansar, mañana será un largo día, espero que salga todo bien y lleguemos a Valencia, a casa, con nuestra gente, lejos de esto.
ENTRADA 13: Dos Sorpresas.





No puedo dormir más, la sensación de ansiedad que siento no es comparable a nada que haya experimentado hasta ahora, guardando las distancias, me recuerda a una entrevista de trabajo o a la previa a uno de esos exámenes que marcan tu futuro. Sientes que no puedes fallar, no quieres que llegue el momento de enfrentarte a él, pero el reloj avanza y no hay escapatoria posible, sabes que ese momento va a llegar y acabas deseando que así sea y que pase cuanto antes. La diferencia es que ahora en lugar de suspender o no conseguir el trabajo, ahora y ahí fuera nos jugamos la vida.



Me levanto, he dormido fatal, intranquilo. Está apunto de amanecer y aunque enseguida tendrán que levantarse los demás me deslizo por el cuarto intentando no despertar a nadie. Me acerco a la bolsa del equipaje y cojo la ropa que preparé para hoy. Unos vaqueros cómodos, una camiseta blanca de manga larga y la ropa interior. Una vez vestido me guardo la pistola en los vaqueros, como ayer… joder que fría, no estoy acostumbrado a ese bulto metálico en la espalda. Por último me pongo las deportivas blancas y la sudadera, hoy pasaré calor, pero prefiero eso a que me arañe una de esas cosas. La protección es escasa, pero peor es ir en tirantes.



Salgo al salón y la sensación de agobio aumenta. El piso es para seis personas, fuimos nueve para intentar abaratar el alquiler, ahora que éramos doce nos habíamos visto obligados a poner los sacos de dormir por el suelo de la sala y las habitaciones.



Llovet se gira y me mira desde su colchón hinchable, también está despierto. Comenzamos a hablar entre susurros y confiesa también está algo nervioso. Nuestra conversación se interrumpe con la alarma del reloj de Tony y un bip bip atenuado sale del interior de un cajón. Las 6:30 a.m. Hora de levantarse.





Poco a poco todo el mundo se despierta y se viste, algunos con premura y otros más remolones como Coletilla y Capo… joder, incluso en estos momentos son dormilones.



La luz matinal comienza a entrar tímida por la ventana mientras repasamos el plan y desayunamos apresuradamente con la tele de fondo. Como era de esperar, informativos 24 horas con respecto a la catástrofe de Benidorm, pero lo que más me ha impactado ha sido la noticia de que en el aeropuerto de Barajas de Madrid y el del Prat de Barcelona se han dado casos sospechosos.



También investigan sucesos paralelos en el Internacional de Liverpool y en el de Stutgart, Alemania. Otro avión con destino a Argentina ha tenido que dar la vuelta en pleno vuelo por “situación de caos” entre el pasaje. Todos los aviones conflictivos provenían en origen del aeropuerto del Altet, al lado de Benidorm. Si hay gente que tarda tanto en mostrar los síntomas como el soldado de ayer, esto puede extenderse mucho y muy rápido. Algo me dice que dentro de poco este infierno se trasladará a otras ciudades y países, ojala me equivoque… pero las noticias van en esa línea.





Ha llegado el momento, vamos abandonar el apartamento y no puedo evitar una sonrisa nerviosa al pensar que la pobre casera se va a quedar sin cobrar el alquiler, pero supongo que tendrá otras cosas de qué preocuparse. Empieza el baile.



Yo voy el primero empuñando la pistola, detrás de mí Francis y Llovet aferran sus cuchillos de cocina, nosotros tres formamos la avanzadilla, vamos a subir hasta el último piso para peinar los pasillos del edificio por si el soldado estuviera arriba.



El silencio reina en el 7º piso, y antes de llegar a las escaleras dedico una rápida mirada al cadáver del andaluz… que seguía tal como lo dejamos… jodido cabrón como nos la lió ayer.



Minutos después regresamos al apartamento sin ninguna novedad, los pisos de arriba están silenciosos y desiertos. Damos dos golpes rápidos y dos espaciados y aparece el resto de la comitiva con las mochilas cargadas. Habrá que buscar abajo o prescindir del furgón. Sea como sea nos vamos.



Piso la macha de sangre en el lugar donde yació el militar y pienso donde se habrá metido ese tío. Comenzamos a bajar, joder me parece que los pies hacen tanto ruido como un desfile, y eso que todos son lo más cuidadosos que pueden. No paro de imaginar a esas cosas sorprendiéndome detrás cada nueva esquina, creo que me estoy dejando llevar por el pánico, la respiración se me acelera, puta pistola… si no la tuviera yo no tendría que ir delante.



El camino se me hace largo pero llegamos hasta el último tramo de escaleras en un par de minutos y sin ningún percance, el grupo está taciturno, mudo, entienden perfectamente la situación, creo que no soy el único que tiene miedo. Se oye un ruido abajo.



La visión de la planta baja me conmociona hasta tal punto que deseo dar media vuelta y volver al apartamento, pero eso no es posible. Dios… hay una pierna asomando por el ascensor, aferro la pistola con ambas manos preparado para disparar en cuanto se levante, espero unos segundos pero no se mueve, el sonido lo hace la puerta del ascensor, que topa constantemente con la extremidad intentando cerrarse una y otra vez.



Me asomo con el corazón a mil por hora…está muerto, esta más que muerto, está despedazado, es imposible que eso se levante a perseguir a nadie.



Nos dirigimos hacia el parking y al llegar nos encontramos con la primera sorpresa de la mañana. La puerta está abierta de par en par. No éramos los primeros que decidían largarse. Fuera quién fuera no había tenido el detalle de cerrar de nuevo, tendrían prisa... Joder, ahora el militar puede que se haya escapado por ahí, además había que ir con extremo cuidado, quizá hayan entrado más bichos de esos.



Avanzamos por el parking hacia donde estaban nuestros coches y al girar la esquina segunda sorpresa.



-¡Jodeeer! ¡Que hijos de puta, mi coche!- Grita Juanky con furia.
12 respuestas