Soledad, mi única compañera.
Siempre está a mi lado
pero su compañía no es tal.
A la vez me acompaña y me deja solo.
¿Es un castigo a algo
que ni siquiera sé si he hecho?
¿Es un revés del destino,
que está siempre a mi contra?
No entiendo nada,
esto no tiene ningún sentido.
No puedo retrasar el reloj,
mi tiempo se consume en soledad.
Soledad, tú no me has fallado... aún.
Tarde o temprano te irás
y yo seguiré solo, con mi angustia.
Soledad, tan cerca, y tan lejos.
Enemiga de la felicidad,
parásito de mi cuerpo.
Lentamente me matas,
me consumes sin remedio.
Sin remedio, no hay cura
para el mal de amores.
Moriré solo, de igual forma
que solo vine a este mundo.
¿Felicidad? Quedó atrás,
no la conoceré nunca,
murió a manos de la soledad,
y yo soy la lápida.
Como lápida que soy,
frío, triste y solitario,
los sentimientos no existen,
se pudren en mí.
Soy mi propia oscuridad,
el espejo no proyecta imagen;
no existo, no soy nada,
no soy nadie para nadie.
Vacío, como mi corazón,
no soy sino un mal reflejo
de aquello que un día fui.
Soy trazas de mi ayer.
Un pasado que ella desgarró
como hizo conmigo...