- ¿Si?, ¿diga?.
- Es la cobertura.
- ¿Qué?.
- La cobertura, siempre se pierde en esta parte del trayecto, volverá en unos minutos.
Peter observó la pantalla de su teléfono. Efectivamente, las letras de la pantalla reflejaban un contundente “sin red” dando la razón a la joven abogada.
- Vaya, parece que vienes mucho por aquí.- dijo Peter intentando ocultar, la extraña preocupación que se había apoderado de él con esa llamada.
- Tengo familia en Brighton, y vengo mucho, y también sufro las inclemencias de la incomunicación. – Mostró una dulce sonrisa.- Aunque en ocasiones no está de más desconectar.- y se giró para mirar por la ventana.
La llamada le hizo olvidarse del asunto del sueño, y ella no quiso insistir, a fin de no resultar pesada, con lo que pasó a un segundo plano.
Cuando el tren recorrió para ellos dos, unos kilómetros en silencio, Peter empezó a olvidarse de esa angustia, y recordó, la idea original de su conversación con Cristine (la abogada); algo de compañía en la cama.
- Eso de desconectar suena bien. ¿Podría llevarme esta noche a algún otro sitio donde no haya cobertura?, ¿algún buen restaurante?.- Usó su tono gracioso y despreocupado, ése que tantas veces le había asegurado el éxito.
Cristine le miró, frunció el ceño, y justo cuando Peter esperaba verla cambiar de asiento a otro muy lejos de él, volvió a sonreír y asintió con la cabeza.
- Conozco uno en el que no se escucha ni la radio, pero invitas tu.- Su dedo señalaba acusatoriamente a su acompañante, que no se podía creer aquél descaro.(bien es cierto que no le disgustó en absoluto).
- Bien, trato hecho. ¿Dónde y a qué hora debería estar?.
- Hmmm a las ocho y media frente al National Gallery, y no me hagas esperar, o tendrás que pagarme también el taxi de vuelta.- Y esta vez, soltó una sonora carcajada.
- ¡Vaya con la abogada!. Si que juega duro. Si eres así para la primera cita, no quiero ni pensar lo que haces con los acuerdos pre-matrimoniales.- y esa vez, ambos rieron juntos.
Al llegar a la estación de Victoria, confirmaron hora y lugar, y se despidieron. Cristine estaba cerca de casa, y cogería el metro. Peter, cogería otro tren que lo llevase hasta Charring Cross, a escasos 100 m de su pequeño piso de soltero.
Piso de soltero esas eran las palabras exactas. Cuando entró, en su casa, todo estaba en silencio, oscuro, solo. El contestador lucía un excelente empate de mensajes, 00, y nada parecía haber cambiado. Seguía oliendo a cerrado como cuando se fue. Dejó las llaves donde siempre (en cualquier lado), se quitó el abrigo, los zapatos, y se encaminó a la habitación. Tenía 5 horas por delante antes de su cita, y tenía intención de descansar al menos un par de ellas, antes de adecentar el piso, comprar algo de vino y acercarse a la farmacia, por lo que pudiese ocurrir. Al pensar esto último, su boca lucía una amplia sonrisa.
El tercer botón de su camisa fue el último que se pudo desabrochar antes de que el timbre, inoportuno como nunca, iniciase el destrozo de lo que podía ser una tarde maravillosa (o mucho más, como luego descubriría).
-¿Quién es?.
- Sr. Sanderson, me llamo Sam Brewer, inspector de policía, necesitaríamos hacerle unas preguntas.
¿La policía?- Pensó Peter.
- U, un momento.
Descorrió los pestillos, y abrió la puerta. Efectivamente, allí estaba el Sr. Brewer, junto a un policía perfectamente uniformado, como a los extranjeros siempre les había hecho gracia.
- Pasen por favor.
- Gracias.
- Disculpen el desorden, acabo de llegar de viaje y...
- Lo sabemos, de una convención....- Sam miró su libreta.- congreso, de informáticos. Intenté llamarle por teléfono hace unas dos horas, pero no pude comunicar.
Ésa debió de ser la llamada desconocida.- Pensó
- Si, el tren pasó por una zona sin cobertura, siéntense por favor.
- No, no es necesario, será sólo un momento Sr. Sanderson. ¿Conoce usted a una tal... Marie Terrau?.
Peter hizo memoria un momento, no, parecía que no le era familiar.
- Lo siento, hasta donde recuerdo, no. ¿Puedo saber qué ha ocurrido?.
- Bien, esta mañana hemos encontrado a la tal Marie, muerta en su piso. Por lo visto, recibió una llamada amenazante a su trabajo, hace cuatro días.
- ¿Y eso qué tiene que ver conmi..
- Que la llamada se hizo desde su teléfono.- Dijo Sam interrumpiendo bruscamente. Le dolía de nuevo la cabeza.
- Pero yo llevo fuera toda la semana, en una convención de..
- Sí, lo sabemos, nos lo dijeron en su trabajo.- Volvió a interrumpir. - ¿Tiene alguien las llaves de su piso?, ¿su novia, su vecina, la asistenta?.- Echó una ojeada al piso, definitivamente la opción de la asistenta se caía por sí sola.
- No, nadie más tiene llaves. ¿Pudieron entrar por la ventana?.- Estaban en un cuarto piso sin escalera de incendios, esta vez la pregunta estúpida corría a cargo de la casa.
- Es poco probable.- dijo Sam.- No obstante, comprobaremos su registro de llamadas emitidas, para corroborarlo con la información que tenemos, por si hubiese habido alguna confusión.- Se encaminó hacia la puerta, y el policía uniformado le siguió.
- De cualquier manera Sr. Sanderson; no salga de Londres en unos días, podríamos tener que volver a hablar con usted, y no queremos que le coja otra “zona sin cobertura”. – Añadió antes de salir.
- No lo haré.- Peter no acababa de asumir todo aquello... ¿Marie?, ¿quién coño era esa Marie?.
La puerta se cerró con un golpe sordo, poniendo fin a las preguntas, y a sus esperanzas de dormir un rato.
04:00 am.
- ¡Será enfermizo el Hijo de Puta!.
Sam le miró con ganas de decirle algo, pero no pudo, llevaba razón.
- Por lo visto, la apuñaló una vez en el ascensor, la arrastró sangrando hasta su piso, la echó en su cama, la apuñaló, 21 veces más, y se acostó tranquilamente junto a ella. La vecina de enfrente aviso al ver el rastro de sangre. Cuando la policía ha llamado a la puerta han empezado a oír gritos, han derribado la puerta y se le han encontrado en la cama, bañado totalmente en sangre. Es un Hijo de P..
- Basta Billy. ¿Ha confesado algo?.
- Que va, eso es lo peor, que encima lo niega el muy cabrón. Dice que salió con ella, que le pagó un taxi porque había llegado tarde, y que había vuelto a casa sólo. Ésos tocateclas acaban todos locos; - hizo una pausa.- Sigue siendo un Hijo de Puta.
- Bueno, pues ya sabes, redacta el informe y mañana lo presentaremos junto con el del otro asesinato. Ése cabrón morirá de viejo entre rejas. El caso está cerrado.
Aquella larga noche, se oyeron sollozos en la celda del nuevo. Yo no, decía, yo no... hasta que un grito, hizo callar al silencio, y nadie oyó nunca más, a Peter Sanderson...