Cuando John vio a Sam salir de la tienda, cabizbajo pensativo y con el libro en la mano, le preguntó a Billy:
- Oye, ¿qué le pasa a tu compañero que parece estar siempre cabreado?.
- Hace 3 años, un vagabundo entró a robar a su casa. Él estaba en el baño dándose una ducha, y el sintecho usó su pistola para amenazar a su mujer, cuando salió del baño y le sorprendió, se puso nervioso y disparó. Sam forcejeó para reducirle y la pistola se volvió a disparar. Ese cabrón no volvería a intentar robar a nadie, pero el precio que pagó Sam fue un poco caro.
- Coño, no tenía ni idea, ahora lo entiendo, no veas que palo.
- Seis meses más tarde, su hijo se calló jugando en la terraza y se mató, nadie se recupera de algo así; ahora le da todo igual, se pasa las noches borracho y en vela, reviviéndolo una y otra vez. Dicen que cuando llega a casa, vacía el cargador de la pistola, y duerme con una bala en la mano.
Cuando Sam llegó a casa, no vació el cargador, ni se quitó el arma. Se sentó en el sillón, cogió la botella que siempre dormía en el suelo, y la despertó de un largo trago. Esa trastienda, esa imagen... su hijo reía....
.... 3 años atrás....
... Sam salió del baño a toda prisa, pero cuando llegó al salón, sus músculos dejaron de funcionar. Allí estaba, su hijo, con su pistola en la mano, y su mujer, tendida en el suelo, como durmiendo en un charco de sangre. Le quitó la pistola a Charlie y corrió junto a su mujer; no respiraba, y nunca más lo haría. Se giró hacia su hijo, ahí estaba, inmóvil, mirando fijamente la escena, pero con un extraño atisbo de sonrisa en los labios. Lo miró largamente, y pensó que no podía dejar que su hijo, viviese bajo la sombra de aquel accidente. Le llevó a su habitación, y le acostó, bajó a la calle, buscó un mendigo, y le invitó a su casa a tomar un trago y algo de comer; no le costó mucho convencerle. Cuando éste entró en el salón, se quedó mirando a la mujer que yacía muerta en el suelo, se volvió al oír la puerta cerrarse y lo último que vió, fue a ese desconocido, apuntándole directamente con una pistola. Un segundo disparo salió del arma de Sam, y el escenario, estaba listo. Limpió las huellas del arma, y marcó las del cadáver en la empuñadura; luego la cogió marcando las suyas y se acercó al teléfono a llamar a la policía. Cuando la función hubo terminado, Sam se asomó a la habitación de Charlie. Aquella imagen, era la que tendría marcada el resto de su vida; su hijo, lejos de dormir o llorar, estaba sentado en la cama, con la vista en el horizonte, y reía...
Seis meses después, y con una puñalada en una mano, Sam tuvo que empujar a su hijo por el balcón, cuando éste intentaba matarle con un cuchillo de cocina. Siempre pensó que tras lo de su mujer, el niño se trastorno, pero algunas personas, nacen con el mal en su interior, y ni siquiera la muerte, puede acabar con ese mal...