Si se cumplen los pronósticos, no será hasta 2023 cuando podamos decir que empezamos a salir realmente de la crisis de los semiconductores. Dejarla atrás se ha convertido en una prioridad absoluta para industrias asfixiadas por la falta de componentes como la producción de automóviles y electrodomésticos, pero lo que es igual de importante: también hay una carrera de fondo para posicionarse como
proveedor seguro para dichas empresas.
En ese sentido, Estados Unidos, China, la Unión Europea y Corea del Sur están desplegando planes de inversiones y atracción de empresas para instalar en su territorio factorías con las que surtir a sus industrias locales e incluso exportar. Intel es
uno de esos fabricantes, y tras solicitar
ayudas milmillonarias a la Unión Europea para crear nuevas fábricas, ha anunciado su intención de invertir hasta 80.000 millones de euros en nuevas instalaciones durante la próxima década.
Según ha comunicado el máximo dirigente de Intel, Pat Gelsinger, la compañía está planeando dos nuevas instalaciones con un máximo de ocho centros de producción destinados a satisfacer la demanda del mercado.
Todavía se desconoce dónde se instalarían estos centros de producción. Mientras tanto, la fábrica que Intel posee en Irlanda se centrará en productor chips destinados a la industria de la automoción, aprovechando que estos componentes suelen utilizar procesos menos refinados pero que en estos momentos también experimentan una demanda que simplemente no puede ser colmada.
Según señala el
Wall Street Journal, la idea de Intel es aprovechar que
TSMC está funcionando al máximo de su capacidad actual para seducir a todos esos clientes que actualmente solo pueden ponerse en la fila para entrar en su calendario de producción. Estaríamos hablando de firmas como Daimler, que de acuerdo con el diario financiero, mantiene contacto directo con los fabricantes de chips (y no solo con proveedores de componentes OEM, que sería lo habitual) para monitorizar una situación de crisis que seguirá crítica hasta "entrado 2023".
Cabe señalar que Intel y TSMC no son las únicas empresas que están realizando inversiones de gran calado para ampliar su capacidad de producción. También Samsung quiere aprovechar la crisis para asentar su posición como fabricante líder de semiconductores, tanto por volumen como por tecnología. Su contratación está siendo tan agresiva que, según informa la publicación
The Elec, los fabricantes
fabless locales ni siquiera pueden incorporar los ingenieros que necesitan, puesto que la mayoría de los que tienen 10 años o más de experiencia pasan automáticamente a engrosar las filas del gigante surcoreano.
Fuente: WSJ