Hace aproximadamente un año Intel lanzó sus SSD de alto rendimiento
Optane, fabricadas con una nueva tecnología de memoria 3D Xpoint que hace posible utilizarlas como si fueran gigantescos bancos de RAM con capacidad de persistencia. Ahora la firma estadounidense ha dado a conocer la próxima evolución de este concepto, hasta hace poco simplemente conocido como Apache Pass.
Sus memorias Optane adoptan finalmente la configuración DIMM, de forma que pueden ser insertadas en placas base exactamente igual que si fueran un módulo DDR4 con capacidades vastamente superiores. Inicialmente estas unidades SSD estarán disponibles en tamaños de 128, 256 y 512 GB, todos ellos soportados por sistemas con chips Xeon de nueva generación.
Orientadas inicialmente al mercado profesional (y más concretamente a centros de datos con necesidades muy concretas), estas memorias combinan la capacidad para almacenar datos de forma persistente de la memoria flash convencional (actuando como una unidad de almacenamiento) con unos tiempos de acceso extraordinariamente rápidos (lo que permite utilizarlas como si fueran RAM). Asimismo, poseen una resistencia al uso superior a la de una SSD profesional media; lo cual tiene sentido si se considera su función.
Como señala
ArsTechnica, el propósito de estos módulos es incrementar drásticamente la cantidad de memoria disponible en un sistema al tiempo que se reduce la latencia introducida al mover datos entre la RAM y las unidades de almacenamiento convencionales. Funcionan como si fuera una especie de RAM persistente, aunque sin llegar a sustituir a la memoria de sistema convencional, que tiene su propio uso.
Software de análisis y determinadas bases de datos se contarán entre las tecnologías más beneficiadas por la introducción de las primeras Optane en formato DIMM. El resto del mundo no podrá por ahora apreciar sus beneficios. Más que nada porque sus precios y requisitos técnicos las situarán muy, muy lejos de los bolsillos del usuario medio; solo hay que recordar que las primeras tarjetas de 375 GB costaban algo más de 1.500 dólares. Intel, no obstante, ya apunta a los consumidores con productos derivados de menor rendimiento como los
modelos M.2 y
tarjetas Optane PCIe orientadas al mercado
gaming.
La compañía ha comenzado la producción de las primeras unidades y sus socios deberían poder comenzar a integrarlas a lo largo de este año, aunque la fabricación en masa no tendrá lugar hasta entrados en 2019. Por ahora se desconocen sus precios.
Fuente: ArsTechnica