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Pocas semanas de los últimos años han sido tan intensas como esta para el mundo de la música. El pasado martes se produjo una curiosa concidencia: por un lado, el sector exigía ante el Ministerio de Industria medidas contundentes contra las descargas de canciones; por el otro, se conocía que la Ley de Economía Sostenible del Gobierno abría la puerta al cierre, sin orden judicial, de páginas web con enlaces a contenidos protegidos por derechos de autor. Indudablemente, esta última medida beneficiaba a los profesionales de la música, pero estos no se conformaban. "El P2P es nuestro problema en España. No nos sirve sólo con atacar las páginas web", declaró Antonio Guisasola, presidente de Promusicae (la asociación de discográficas que convocaba la protesta), ante varios cientos de manifestantes que pedían la cabeza del internauta con proclamas como Al ladrón, desconexión o Bote, bote, bote, pirata el que no bote.
El sector de la música ejercía su posición de fuerza proclamando un manifiesto y ofreciendo una imagen de unidad. Sin embargo, dos detalles llamaron la atención en la fría mañana del pasado martes a pie del Paseo de la Castellana. El primero: había pocos músicos. Entre los 2.500 manifestantes, según Promusicae, sólo se veía a una veintena de artistas. Para percatarse del segundo detalle había que fijarse un poco más. Mientras Antonio Guisasola recibía aplausos tras informar del resultado de su encuentro con el ministro de Industria, Miguel Sebastián, la cantante Carmen París se le acercaba por detrás con un manojo de folios en la mano. Parecía que la cantante quería leer algo, pero Guisasola la despachó con una pequeña explicación y un encogimiento de hombros.
"No me dejaron leer mi manifiesto, que es mucho más amplio y no se reduce sólo al tema de la piratería", explicó ayer a Público Carmen París, "esa protesta es de las discográficas. Los artistas que van, o van presionados o no se enteran de qué va el rollo. Se prestan a estas cosas, que encima son contraproducentes. Que salga Rosario diciendo que nos estamos muriendo de hambre es tirar piedras contra nuestro propio tejado".
París justifica su presencia en la protesta porque su discográfica, Warner, se lo pidió, y porque lleva ya varios años luchando por la Ley de la Música. "Ya fui tarde adrede. Luego vi lo que se decía, los que estaban y me di cuenta de que era otro paripé que no conduce a nada. No quieren debate", subraya la cantante
Carmen París no es la única artista que se distancia del discurso antipiratería de las discográficas. La misma Conchita, también presente en la protesta, reconocía que "no hay que centrarlo todo en el pirateo". Son sólo dos ejemplos de que los intereses de discográficas y músicos, tras la irrupción de Internet, son distintos.
Sin embargo, pocas veces se oye lo que opinan los músicos. En Inglaterra, la creación de la Featured Artists Coalition, con artistas como Radiohead, Blur o Pink Floyd, destapó esta división entre industria discográfica y músicos. Estos últimos querían pelear sus derechos ellos mismos y no dejarlos en manos de otros.
En España no hay una organización similar. "Los músicos no tenemos voz", explica Álvaro Baglietto, bajista de Vetusta Morla, "no estamos representados. Sólo se oye a las discográficas y a la SGAE. La verdad es que la mayoría de músicos está a favor de que no se penalicen las descargas".
Las bondades de eMule
Los datos lo confirman: como explican los gráficos de la siguiente página, en los últimos años los ingresos de los sellos han disminuido con la misma fuerza que han aumentado los de los artistas. Vetusta Morla, que este año ha sido disco de oro con su álbum de debut (Un día en el mundo ha despachado más de 35.000 copias), reivindica los beneficios de la Red. "Sin eMule habríamos vendido menos. Gracias a estas páginas también se venden discos. Igual no se vende la música que la gente consume y tira, pero para la música que llega al corazón Internet no es negativo. A mí no me gustaría que desconectaran a un usuario por bajarse un disco de Vetusta Morla", reflexiona el bajista.
Más radical todavía es el rapero sevillano Tote King. Y eso que él, como Vetusta Morla, es artista y sello a la vez, porque piensa editarse su próximo disco. "Yo estoy a favor de las descargas sí o sí. Sencillamente, mi forma de ver la vida va mucho más allá de una empresa. Si soy músico, es porque de pequeño me grababa cintas TDK. Las cintas de hoy son los archivos digitales", explica desde Sevilla.
El éxito de Vetusta Morla o el de Russian Red desmiente la teoría de que la crisis discográfica perjudica a las bandas jóvenes porque no van a tener oportunidades. "Otra cosa es que mejoremos el sistema", añade Baglietto; "con Spotify se está llegando a un punto de encuentro. En realidad, habría que regular un montón de cosas".
La revolución tecnológica también ha cambiado la forma en la que escuchamos música, algo que sí es motivo de preocupación para muchos artistas. ¿Merma la calidad? Los presupuestos de las discográficas para los discos cada vez son menores, las condiciones de grabación se empobrecen y muchos estudios han cerrado. "Esto nos afecta, porque el proceso de grabación se está amateurizando. Al final vamos a tener que acabar grabando en casa con un tecladillo", dice Christina Rosenvinge.
Que se muere la música
Una de las pancartas de la protesta del pasado martes mostraba un ataúd abierto con una clave de sol en su interior. El gobierno no la protegió, rezaba el letrero. El latiguillo de que "la música se muere", ya utilizado por los músicos cuando visitaron hace cinco años la Moncloa (también convocados por Promusicae y, en aquella ocasión, SGAE), provoca gran enfado entre los que no comulgan con su obsesión antipiratería. "Eso es mentira. Todos sabemos que la música está más viva que nunca gracias a Internet. Todos menos ellos, que dicen eso por intereses económicos", protesta el bajista de Vetusta Morla.
Carmen París pone en duda el manifiesto que se leyó en la protesta: "Ese manifiesto atufa. Lo escribió Carlos López, presidente de Sony, que dijo que lo escribía no como presidente de Sony, sino como un trabajador de la industria. ¿Pero cómo va a ser fiable eso? Si además Sony no ha perdido nada, si Sony hace las máquinas que graban los CD que luego se venden en el Top manta".
El futuro de la industria discográfica, según estos músicos, pasa por reconvertirse. "No quisieron adaptarse cuando comenzó Internet y han montado una batalla entre el público y los artistas, cuando hay gente que con la música está ganando millones", se queja París, haciendo referencia a las operadoras de telecomunicaciones. "Y esa es otra: ¿qué pactos secretos tienen las discográficas con las operadoras? Porque yo cada vez que veo lo del aparato reproductor Sony-Vodafone no sé qué pensar", razona la cantante.
Se busca una ley
El lamento antipiratería de los sellos está eclipsando otras reivindicaciones que los músicos consideran más prioritarias. "Empezando por que se dé valor al músico y que la música se considere cultura, que haya un circuito de salas, que se establezca nuestra seguridad social... Y luego, sí, el pirateo", piensa Conchita, que hace un par de años consiguió el disco de platino, 80.000 copias, por su disco de debut, Nada más.
La Ley de la Música, tan necesaria para el sector, sigue su renqueante camino. Hace unos días, el director del Inaem, Félix Palomero, se comprometía a un calendario de trabajo con la Plataforma del Directo. Palomero dudaba, no obstante, si lo que se necesita es una ley o una batería de normas. Por otro lado, el directo es sólo una de las ramas del sector musical, que también incluye a los sellos y, claro, a los músicos. "Está todo muy revuelto, pero insisten en condenar a la gente por las descargas, cuando aquí hay mucho más tema. Es necesario un debate político y serio, no polémicas estériles. Hay que pensar en la mayoría de los músicos, no sólo en los que son millonarios, que son una minoría", afirma Carmen París.
Vetusta Morla son de Madrid y hacen rock. Tote King es de Sevilla rapea. Carmen París procede de Zaragoza y fusiona todo lo que cae en sus manos. Son artistas punteros en su estilo, coinciden en que prohibir no es la solución y aseguran que son muchos los que piensan como ellos, aunque cuesta oír su voz (fuera de los escenarios).
"Ese manifiesto atufa. Lo escribió Carlos López, presidente de Sony, que dijo que lo escribía no como presidente de Sony, sino como un trabajador de la industria. ¿Pero cómo va a ser fiable eso? Si además Sony no ha perdido nada, si Sony hace las máquinas que graban los CD que luego se venden en el Top manta".