Érase una vez un mundo siniestro por donde viajaba luchando por sobrevivir. La meta era llegar a ese lugar desconocido donde todo comenzó a ser destruido por un ser maligno al que no llego a comprender. Mi memoria sufrió el paso del tiempo demasiado rápido y no sabía como podría llegar a recordar aquello que temía recuperar.
Desde el confín más recóndito de las Dunas de este bello país, Pártavoz contemplaba estoico la tormenta de ceniza tras el fragor de la batalla. Su cara reflejaba un constante estupor por los miles de cadáveres que antes habían estado defendiendo su ideal de libertad. El brillo en sus ojos llorosos reflejaba la tristeza de la derrota. Sus cabellos enredados y mejillas arañadas lo hacían parecer un valeroso soldado pero sólo era un antiguo campesino borracho y drogadicto. Su agitado pasado no lo recordaba por su adicción remota al EOL.
El mundo basado en la guerra donde Pártavoz nació, era ahora un típico vertedero social donde se podía distinguir la miseria de la opulencia de la religión. En otros tiempos las ideas reformistas subyugaban un poder excesivamente fuerte para la clase clerical, pues lo usaban sin miramientos contra la inocente población. Pártavoz se mantuvo estoico frente a las adversidades que ése despotismo le procuraba.
- ¡Mira cuantos pájaros! - grito un monje guerrero mientras limpiaba su hacha manchada de sangre.
- Pájaros de mal agüero. ¡Debemos irnos! - contesté.
Pártavoz se ajustó el sable al cinto y con un gesto dirigió su mirada hacia su enorme jamelgo que relinchaba de forma ensordecedora. Mientras tanto las creativas terroristas jamaicanas agitaban sus caderas al ritmo de
Respuesta al offtopic: yo no fumo, amigo mio. Saqué mis tres palabras de la pared de mi habitación xDD