Érase una vez un mundo siniestro por donde viajaba luchando por sobrevivir. La meta era llegar a ese lugar desconocido donde todo comenzó a ser destruido por un ser maligno al que no llego a comprender. Mi memoria sufrió el paso del tiempo demasiado rápido y no sabía como podría llegar a recordar aquello que temía recuperar.
Desde el confín más recóndito de las Dunas de este bello país, Pártavoz contemplaba estoico la tormenta de ceniza tras el fragor de la batalla. Su cara reflejaba un constante estupor por los miles de cadáveres que antes habían estado defendiendo su ideal de libertad. El brillo en sus ojos llorosos reflejaba la tristeza de la derrota. Sus cabellos enredados y mejillas arañadas lo hacían parecer un valeroso soldado pero sólo era un antiguo campesino borracho y drogadicto. Su agitado pasado no lo recordaba por su adicción remota al EOL.
El mundo basado