Buenas, vengo a plantear un juego sencillo pero muy divertido a mi parecer: Yo empiezo una historia. Escribo unos cuantos parrafos. El siguiente, continua con unos párrafos más, y así consecutivamente. Lo que se vaya posteando, lo iré recopilando en el primer post, para crear así una... ¡Novela EOLIANA!
EOLIANOS QUE HAN COLABORADO: narko.0, Gaucho93, Gasolina, icq, Carmatrix Agradecería que no se cometieran faltas de ortografía >_<.
Empiezo yo:
Cuando el alba asomó por la ventana de mi habitación, desperté de pronto, como si me hubieran pinchado con algún objeto afilado. Estuve unos instantes postrado en la cama, intentando recordar la terrible pesadilla que había sufrido esa noche, sin éxito alguno. Fué entonces cuando me fijé en que la cama estaba húmeda y empapada; creía que era sudor, mas al acercar mi cara al colchón el hedor de la orina abofeteó mi rosto: Me había meado encima.
Me levanté de la cama y maldecí por lo bajo. Arranqué las sábanas de un tirón, y me dispuse a bajar al salón, para tomar el desayuno. Cuando pasé por la ventana del replano, la ví. Era Marta, de camino al instituto. Siempre estuve loco por esa chica, desde el primer día que nos conocimos cuando apenas éramos unos críos. De pronto me avergoncé de mi Eneuresis. ¿Qué pensaría ella si descubría que con 14 años recién cumplidos me seguía meando en la cama?...
Me vió, y me saludó con una desgana que me hirió. Pensé que tampoco era tan perfecta, en un vano intento por autoconvencerme. Continué andando hacia la cocina, donde metí las sábanas en la lavadora. La programé para un lavado rápido, me vestí y ordené mis apuntes para partir hacia el instituto, sin desayunar, desolado por la perspectiva de un nuevo día marcado por el aburrimiento y la rutina.
Mochila al hombro y con una falsa sonrisa en los labios mientras miraba al cielo y mis parpados caían comencé a caminar. Con el paso lento y difuso que me ofrecían mis piernas cansadas veía como poco a poco el edificio de obra vista ruinoso en el que daba clases se alzaba ante mi a cada paso.
Un dolor punzante en la boca del estomago desfiguraba mi cara creando una mueca de dolor cada 3 o 4 pasos. Me daba la sensación querer devorarse a el mismo. El dolor crecía pensando en que si mamá siguiera aquí no me habría faltado un buen bol de cereales y un vaso de cola-cao cuando despertara. Pero ella ya no estaba, y no volvería.
Ahora estaba de pie, inmóvil, ausente. Ese maldito instituto era realmente enorme, no en vano había sido la morada de un feudo medieval en el pasado, lastima que la suerte de su anterior inquilino no se fuera a dar jamás en uno de sus nuevos moradores.
Otro dia más a aguantar a los abusones de turno, otro dia más a aguantar a los profesores pesados, otro dia más... Bueno, por lo menos, es otro día más.
Las clases se hicieron infinitas, y cuando salí del ruinoso instituto, de camino a casa, al cruzar una esquina, un bonito perro perdido (o abandonado) se cruzo conmigo, y me siguió. Al ver que me seguía, me agache y lo acaricie. El perro me lamió la mano y decidí llevarlo a casa. Fue al cogerlo en brazos, y es chica tan especial para mí, Marta, se acercó y me dijo:
-Ese perro tan bonito es tuyo
Y conteste un poco sonrojado
-Bueno, me lo acabo de encontrar, y parace que no tienen dueño y me lo voy a llevar a casa.
Fue soltarlo en el suelo y marta se agachó para cogerlo, y al agacharse, no pude evitar ver lo que habia debajo de su falda, ella al ver que la miraba muy fijamente, me dijo:
Por fin había conseguido entablar una conversación con ella!!! Desde luego, este perro me había traído suerte.
Caminábamos los dos juntos charlando sobre los hechos destacables que habían ocurrido hoy en clase: algún cotilleo, castigo para el matón de siempre, alguna salida de tono de cierto profesor, la dificultad reciente de los exámenes... La verdad es que a cada palabra que salía de esa boca preciosa, acompañada de la expresión de aquellos ojazos verdes hacía que yo me quedara embobado. Me sentía como en una nube, parecía que el mundo se reducía a las baldosas de la calle que ocupábamos ella, mi nueva mascota y yo. ¿Qué estaría sintiendo ella en ese momento? Espero que no se haya molestado por haberme quedado mirando fijamente a su falda...O mejor dicho, lo que había debajo de ella. La verdad es que debería estar acostumbrada a que la miren. Una chica tan guapa, simpática, inteligente...
Mis pensamientos se entrecortaron por aquel pinchazo que me despertó esta misma mañana...
Entonces fue cuando ella me besó y me dijo:
-Mañana nos vemos, ahora tengo que ir a mi casa, tengo mucho que estudiar.
Me quedé parado mientras veía como se marchaba, me quedé impresionado: ¿Cómo podia aquella chica haberme besado a mí, a quien nunca había conocido bien?
Llegué a casa y preparé la comida, ya que papá no estaba en casa - se pasa el día fuera trabajando - y después de comer me eché en mi cama a pensar sobre lo que había pasado, cuando sonó el teléfono.
Era ella, me dijo que si tenía algo que hacer dentro de una hora, que si me apetecía salir a dar una vuelta.
Lo cierto es que no tenía nada que hacer dentro de una hora. Me apetecía mucho quedar con ella. Me apetecía volver a ver esos ojos, oler ese perfume, oír esa voz tan preciosa... Pero el dolor de aquella mañana seguía ahí, y me hacía dudar...
Acepté. Sí, ¿por qué no? No era más que un dolor fruto del cansancio que una vez que me echara una siesta se pasaría. Y aún me quedaba una hora por delante. Está bien. Pasaría a recogerla por su casa, a 10 minutos de donde yo vivía.
Al colgar, la alegría me embargaba. ¡Estaba tan nervioso! ¿Qué me pondría? ¿A dónde iríamos? Wow, qué bien besa!! Toda esta vorágine de pensamientos se detuvieron con el dolor. Así que era el momento de echarme a dormir un rato. Ya habría tiempo después para solucionar todos estos interrogantes.
Tuve un sueño turbulento. La pesadilla de anoche volvió a azotarme, y me levanté de nuevo fruto de un repentino dolor en el costado. Era exactamente la misma sensación que tuve por la mañana, sin embargo, no conseguí recordar nada de aquel sueño. Apenas unas sombras y un grito glacial.
Bajé hacia el salon. Durante un instante, estuve tentado de llamar a mi madre, mas enseguida recordé que ella jamás podría escucharme. Con este pensamiento en mente, me metí en la ducha, y estuve pensativo, pensando exclusivamente en la visión de aquel mediodía: Debajo de la falda de Marta. Sentí una extraña excitación en el Pubis que jamás había experimentado.
Apenas faltaban cinco minutos para mi encuentro con Marta. Me vestí torpemente, y me largué de aquella casa, dispuesto a recorrer la aventura mas grande de mi vida.