Apenas había dejado las llaves sobre la mesa del recibidor, cuando la manó fuerte y ardiente cubrió sus labios morados, ahogó su grito y la arrastró al pequeño cuarto bajo la escalera. Quedó el paraguas solitario y chorreante, junto a la puerta. Varios botones del impermeable se desgarraron bajo su ímpetu, la bufanda acarició su nuca mientras era retirada. Tuvo que girarla para quitar su chaqueta. Los guantes fueron fáciles, no así las coderas que parecían ser una segunda piel.
Se detuvo para observarla, ella callada solo le miraba aterrada. Deslizó sus dedos bajo el jersey deseando encontrar su piel, solo palpó la camiseta térmica. Arrancó ambas para ver una faja elástica que tuvo que morder para desgarrarla. Tomó aire para desabrochar el sujetador.
Liberados sus pechos se entretuvo en ellos unos minutos, pero pronto quiso más y le quitó el sobre pantalón. Este último salio después de las pesadas y altas botas cuyos nudos congelados, tras sus incapaces intentos, finalmente cortó con un cutter, las medías se le enredaron y cuando llegó al pantis, no recordaba cuando había empezado.
Tras tirar de la elástica tela llegó a las ansiadas bragas de punto que quitó lentamente para recrearse en su belleza desnuda. Sentarse en el arcón de las mantas y tras mirarla de nuevo a ella y al montón de ropa que se había acumulado a sus piés, jadear exhausto.
-Querida, este juego solo es para el verano, que te viole otro en invierno… hija… o mejor dós… - Y jadeante se retiró hacia su caliente sofá.