Para muchas personas, el nombre Kevin Mitnick no le dirá nada. Para los que crecieron inmersos en las BBS y los inicios del Internet abierto al público, era una leyenda. Incluso una especie de héroe. Posiblemente el hacker más mediático e influyente, Mitnick
falleció este pasado domingo de un cáncer de páncreas, según un comunicado emitido por una de las empresas de ciberseguridad que fundó ya en su etapa de
white hat. Tenía 59 años.
Nacido en 1963, con solo 12 años ya estaba falsificando los bonobuses de Los Ángeles para viajar gratis y con 16, en 1979, se inició en el hacking, accediendo a través de un número de teléfono a los sistemas de la extinta Digital Equipment Corporation (posteriormente adquirida por Compaq) para copiar su software. Cuando finalmente lograron condenarlo en 1992, la machada le costó 12 meses de cárcel y tres de libertad vigilada... que no llegó a cumplir, puesto que antes de ello fue cazado accediendo a los sistemas del buzón de voz de la operadora Pacific Bell.
Fue el inicio de una carrera meteórica en los tiempos en los que la cultura hacker era aún algo genuinamente
underground, casi místico. Lejos de entregarse, Mitnick estuvo fugado dos años y medio, durante los cuales periódicos y revistas narraron hazañas-fechorías que solo lograron elevar su status en la comunidad: phreaking, copiado ilícito de software de algunas de las mayores empresas tecnológicas de Estados Unidos, clonado de teléfonos móviles para ofuscar su localización, robo de números de tarjetas de crédito (Mitnick aseguró que los obtuvo por el desafío y nunca llegó a utilizarlos), fraude postal...
Su arresto por el FBI en 1995 fue todo un suceso mediático. Los agentes intervinieron más de 100 códigos de telefonía móvil clonados y abundantes pruebas incriminatorias. Fue tratado de "
terrorista electrónico" por las autoridades y su caso puso a prueba unas leyes contra la ciberdelincuencia aún bisoñas. El proceso y el confinamiento de Mitnick fueron polémicos. Grupos de hackers secuestraron las páginas del New York Times y Yahoo! exigiendo su liberación y el proceso es actualmente estudiado como un ejemplo de la influencia que pueden tener los medios en las decisiones judiciales.
A la postre, Mitnick fue condenado a cerca de cinco años de cárcel por posesión de dispositivos de acceso no autorizado, intercepción de comunicaciones y acceso no autorizado a un ordenador del gobierno federal. Su estancia no fue placentera, e incluyó ocho meses en confinamiento solitario porque, según aseveró en su día Mitnick, las autoridades temían que pudiera lanzar un ataque nuclear accediendo a las líneas telefónicas del NORAD.
Tras su puesta en libertad en el año 2000, a Mitnick le fue prohibido durante un tiempo utilizar cualquier medio de comunicación que no fuera un teléfono de línea fija. Más tarde, se convirtió en hacker de sombrero blanco y se dedicó a la consultoría de seguridad para empresas.
Mitnick deja esposa y un futuro hijo, puesto que su mujer estaba embarazada en el momento de su fallecimiento. También un legado cultural inmenso y la imagen memética del hacker a la fuga
en busca de nuevos retos en lugar de la clase de enriquecimiento que normalmente solemos asociar hoy en día a la ciberdelincuencia.
Fuente: The New York Times