Cozumel escribió:El juego no era difícil, sino directamente imposible.
Pero ya ni siquiera por su nefasto control ni por los absurdos requisitos de posicionamiento del personaje, sino porque nunca sabes qué hacer.
Sin una guía, después de la llegada, el paseo a la celda y la primera misa, ya no sabes cómo hacer avanzar la historia, salvo que cuentes con una guía.
El hecho de jugar a videojuegos de forma habitual hace 30 años no significa que puedas comprender todos los videojuegos que se hicieron entonces (que yo tampoco lo hago).
Damos por hecho que si hace 30 años jugábamos a videojuegos deberíamos saber jugar a todos los juegos de entonces, y no es cierto. Yo era malísimo jugando a los arcades, porque en general no me gustaban esos juegos. Sin embargo me encantaban las videoaventuras, un género en la actualidad extinto.
La dificultad de La Abadía del Crimen no era mayor que la de cualquier videoaventura de la época. Todas las videoaventuras de la época eran **iguales**: Everyone´s a Wally, the Great Escape, Tusker, Where Time Stood Still... En ninguna sabías qué tenías que hacer salvo que tuvieras una guía. Si jugabas a pocas videoaventuras es normal que te liaras, pero los que jugábamos bastante a este tipo de juegos no veíamos la Abadía como un juego imposible de jugar. Hoy en día eso es impensable, pero hace 30 años era algo habitual.
Por otro lado tampoco era tan complicado avanzar en la trama. En ese juego sabes que el único momento en el que tienes total libertad para hacer lo que te venga en gana es por la noche. Luego sales por la noche, y si ves a un monje encapuchado paseándose por la abadía pues... ¿Qué vas a hacer si no es seguirle? Y si le sigues y ves que ha dejado un libro encima de una mesa... ¿Por qué no vas a pensar que la próxima noche volverá a salir y a dejar el libro allí? ¿Y por qué no nos damos una vuelta para ver si sigue ahí el libro y le echamos un ojo?
Por ahí alguien ha dicho que prefiere el Livingstone o el Goody a la Abadía. En realidad lo que prefiere son los arcades con plataformas a las videoaventuras. En cuanto yo vi la Abadía, ví que este juego tenía un gran futuro por delante.