Eráse una vez, una tranquila y dulce universidad. Se respiraba amor y tranquilidad en sus paredes y la gente reía, aprendía y se cultivaba en los grandes conocimientos. Hasta que un día llegó un loco con una pistola nueve mílimetros y entró en la clase de Ingeniería.
Todo el mundo temblaba, lloraba, palidecía. Aquel loco era un sufridor de la vida. Abandonado por sus padres, maltratado por sus padres de acogida, sufridor de bullyng en el colegio, sin amigos y sin nadie a su lado que le quisiera... No tenía nada que perder ni ningún ser querido al que desfraudar, había todo signo de cordura.
Levantó su arma y busco objetivos en la clase, los alumnos asustados, se cubrían con sus cuadernos como si fuesen escudos anti-bala. Otros intentaron llegar a la otra puerta de la clase, pero el loco ya se había encargado de cerrarla anteriormente.
Ante todo este pánico hubo una figura que destacó: Una chica permaneció en pie, en silencio, quieta y mirando fijamente al psicopata sin parpadear. Lo que hizo que se cabreara aún más.
- ¡¿Por que no tienes miedo?!
Con la más bonita de las sonrisas, la chica dijo:
- Te daré una razón para que no hagas daño a toda esta gente.
Se acercó poco a poco al endemoniado, abrió su blusa...
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Y sacó un lindo perrito, era muy joven, pequeñito y estaba tirando al no tener ya el calor de la chica. Como hipnotizado por un hechizo, el inconciente se acercó y lo acarició despacio. Se sintió lleno de esperanza y tranquilidad... Por fin encontró un ser vivo que no le tenía miedo.
¿Dije un beso? ¡Perdón! Quería decir un perro.
