Una buena miniserie sobre un tema candente sobre el que merece la pena profundizar. Siempre estoy atento a todo lo que hace David Simon porque suele responder siempre a la definición que he dado en mi primera frase. Probablemente nunca alcanzará el nivel que logró con The Wire, pero si aquella es considerada por muchos la mejor serie de la historia, exigirle a alguien que todo lo que haga tenga nivel de "mejor de la historia" es poco realista. Yo no le pido la excelencia, por eso esta miniserie me parece un producto aceptable, pero bien es cierto que tiene varios aspectos mejorables.
Mucho hablan sus espectadores de que lo que aleja a esta serie de ser top es que los personajes no son tan atractivos ni están tan bien desarrollados como en otras series de Simon o que la estructura narrativa elegida, con saltos constantes hacia atrás y hacia delante en el tiempo, puede acabar resultando confusa o mareante. A ello yo añadiría que la interpretación de Jon Bernthal es una de esas que amas u odias por su sobreactuación desmesurada. Yo soy de los que me sacaba un poquito de la serie ese exceso.
Pero realmente ninguno de esos puntos es lo que para mi penaliza verdaderamente a la serie. Todo eso yo podría pasarlo sin mucho problema si la serie, ya que tanto se compara con The Wire, hubiese tenido algo que tenía aquella y no tiene esta: poner sobre la mesa todas las piezas del prisma. Allí se explicaba mucho mejor que aquí el origen de los males; de la ciudad, de sus personajes, etc... Aquí de eso se dan meros brochazos superficiales sin entrar más allá, se limita más a retratar la parte que ya todos conocemos, los delitos de la policía.
En otra serie bastante analítica como era The West Wing hay un par de frases que cabría haber pensado aquí a la hora de escribir los guiones. "Si les pedimos que sean mejores que nosotros les estamos pidiendo que nos mientan". Con esto quiero decir que a menudo esperamos que nuestros representantes afronten ciertas situaciones con una entereza/moralidad/honradez/resiliencia/etc.. que quizá nosotros no tendríamos: las situaciones a las que se ven expuestos, las carencias y el cómo se intentan compensar esas carencias, el rencor que va acumulando todo ello por dentro, los niveles de estrés continuado al que se someten... Creo que una persona es, como decía Ortega y Gasset, "ella y sus circunstancias". Nadie sería la misma persona si la cambias de circunstancias y si uno ha vivido alguna vez situaciones de estrés sabrá perfectamente cómo puede uno llegar a pensar "no estoy siendo yo ahora mismo". Otra buena frase de The West Wing que cabría recordar es "no nacieron queriendo ser terroristas", del mismo modo que ahí hablaban del tema islamista sería perfectamente aplicable aquí a la policía corrupta, igual que lo aplicamos cuando hablamos de que en zonas pobres la delincuencia es mayor y no es porque esos chavales nacieran queriendo ser delincuentes. El cómo llegaron ahí es importante porque es clave para analizar el problema y pensar en cómo solucionarlo. Ese cómo llegaron ahí es lo que no está bien mostrado en esta serie.
Unido a ese factor de "el origen del monstruo", hay otro paralelo que sería mostrar cómo el sistema no funciona. De nuevo se dan brochazos aquí y allá pero no se termina de entrar bien a fondo en ello y las pocas pinceladas que se sueltan sobre la disfuncionalidad del sistema van más ligadas al castigo que al origen. Y cuando tienes 6 horas y ves que el 90% del minutaje se dedica a reiterarse sobre distintas formas de delinquir por parte de la policía, uno se pregunta si no se podría haber repartido mejor ese tiempo, cambiar escenas reiterativas por otras donde se nos ahondase en esos dos asuntos clave, cómo llegan a convertirse en eso esas personas y cómo el sistema promueve que eso suceda. Hay un discurso del prota en un bar ante su cuadrilla donde explica que no les va a pasar nada mientras sigan dando cifras. Esto es algo que puede ser extrapolable a muchas empresas y profesiones. Yo mismo lo he vivido siendo trabajador de una multinacional de telecomunicaciones. Y he pensado viendo la serie lo mismo que pensaba cuando lo viví en persona, que sí, que me da asco el que se salta las normas y hace barrabasadas para que le resulte más rentable el curro, viví años esperando que cayese sobre ellos la justicia que merecían, pero más asco me da ver que los de arriba lo sabían y no solo no hacían nada sino que querían que fuese así porque de mientras nadie denunciase ellos ganaban cifras y si algún día alguien denunciaba pues no pasa nada porque dirán que fue el currito el que cometió la ilegalidad y ellos se lavan las manos como Poncio Pilatos.
En mi opinión, esto es como las plagas, si te centras solo en los bichos que ves no acabarás con la plaga, tienes que ir a por los nidos y no solo eliminarlos sino ver por qué se hacen nidos ahí, averiguar donde están las brechas de seguridad y cerrarlas. Así se acaba con una plaga. A la vista está aquí cómo centrarse solo en lo evidente, en la primera línea de batalla, no soluciona nada porque al final lo único que consiguen es que la violencia aumente al hacer que los polis pasen de jugársela. Ahí es donde la serie para mi tiene un debe, su espíritu es concienciar, pero no se conciencia mucho si se muestra solo lo obvio, echo en falta que me muestren cómo se crean esos monstruos y cómo se crea ese sistema. Poner tiritas sin limpiar la herida es un poco brindis al sol. Y lamentablemente aquí se habla más de lo primero que de lo segundo. Por eso The Wire era excelente y We Own This City solo es aceptable. Pero como dije al principio, no se se puede exigir siempre la excelencia y esta miniserie, con sus carencias, sigue siendo un producto que recomendaría.
Nota: 6,5