Actualización: El Centro Nacional de Supercomputación de Barcelona ha
confirmado que será uno de los primeros en recibir sistemas basados en los diseños EuroHPC para la creación de una supercomputadora de 200 Petaflops, comparable por tanto a
Summit. Se contará entre los
ocho centros escogidos para el despliegue inicial.Noticia original: La Unión Europea impulsa actualmente una serie de proyectos estratégicos de investigación y desarrollo bajo la propuesta Horizonte 2020, un programa de financiación que busca estimular el desarrollo de avances tecnológicos de toda clase. Uno de los menos conocidos, y sin embargo también uno de los más interesantes, es el desarrollo de un microprocesador de altas prestaciones diseñado en Europa, que está un poco más cerca de hacerse real.
Tras seis meses de trabajo inicial, la
European Processor Initiative (EPI), un proyecto encabezado por veintitrés instituciones y compañías de varios países de la Unión Europea, ha presentado los primeros diseños de arquitectura a la Comisión Europea, marcando así el primer hito en su desarrollo. La siguiente meta es lanzar el primer procesador, conocido como
Rhea, en el año 2021.
El consorcio EPI no busca ser el germen de un posible rival para Intel o AMD, sino crear
chips de bajo consumo y alto rendimiento para supercomputadoras con una capacidad de procesamiento de al menos
un exaFLOP utilizando diseños propios para garantizar una mayor autonomía tecnológica. Por este motivo Rhea y sus sucesores aparentes estarán basados en la
arquitectura libre RISC-V.
Proyectos como el procesador europeo o el
creciente énfasis en la Inteligencia Artificial se deben a la algo abrupta admisión por parte de la Unión Europea de que se ha quedado por detrás de países como Estados Unidos en el desarrollo de tecnologías claves para el futuro. En estos momentos Estados Unidos es líder indiscutible en el diseño de microprocesadores, y aunque China es uno de los mayores productores, lleva años tratando de crear sus propias arquitecturas sin demasiado éxito.
Las
tensiones recientes con Huawei sirven para ilustrar los riesgos derivados de una dependencia que la Unión Europea quiere reducir en medida de lo posible, todo ello al tiempo que mantiene la autonomía de unas pocas pero punteras firmas clave y la salud de la cadena de suministro.
Además de para construir supercomputadoras, los procesadores de la EPI también podrían ser integrados en sistemas de conducción autónoma. De ahí la participación de BMW y Elektrobit en un consorcio en el que también participan nombres destacados como la Sociedad Fraunhofer, STMicroelectronics, Infineon y la Politécnica de Zúrich. La participación española recae en el Centro Nacional de Supercomputación de Barcelona.
Fuente: European Processor Initiative