La FIA ha puesto en marcha un plan para reducir costes y prestaciones desde 2008, que incluye 250 CV menos y cambio de marchas manual.
La Fórmula 1 ha sido tradicionalmente un escaparate tecnológico para el innovador y dinámico sector del automóvil. También en los años setenta, con aquellos motores Crosworth de ocho cilindros en V. Forma parte de su esencia y su interés, tanto deportivo como comercial. Pues bien, la Federación Internacional del Automóvil (FIA) acaba de presentar un plan para convertirla en una categoría inferior a lo que es ahora. Adiós a los motores superpotentes, de tres litros y diez cilindros a 2.500cc y ocho pistones. Se calcula que la pérdida de caballos estaría entre 200 y 250.
Es decir, estaríamos en unos 650 CV como máximo, más que en los setenta pero a años luz del siglo XXI. Y final también para el cambio semiautomático. El objetivo es reducir drásticamente costes y prestaciones. Ayer, sin ir más lejos, Schumacher rebajó en dos segundos la pole del año pasado. En Sepang la destrozó por cuatro.
A medio plazo. Lo bueno es que este proyecto no ha sido aún aprobado y su horizonte apunta al primero de enero de 2008. Las discusiones con las escuderías, sin embargo, comenzarán ya desde el 4 de mayo próximo, en Mónaco, con la presencia de Max Mosley (presidente de la FIA) y de Bernie Ecclestone, patrón del gran circo. El 30 de junio de este año deberá ser aprobado por el Consejo Mundial del máximo organismo deportivo internacional. Para un cambio en el reglamento de esta magnitud se necesita que esté cerrado no más tarde del 31 de diciembre de 2005.
Los objetivos de esta revolución los explicó Max Mosley: “Se trata de mejorar el espectáculo sin reglas artificiales, poner más énfasis en la habilidad de los pilotos mediante la eliminación de las ayudas electrónicas, reducir el coste de operatividad de un equipo, permitir la entrada de nuevas escuderías en la especialidad y tener una parrilla llena con 24 monoplazas”.
Economía de guerra. Y entre las modificaciones más polémicas que propone Mosley están un motor que debe durar dos carreras (esto va a parecer el París-Dakar), una sola marca de ruedas para todas las escuderías y la supresión de los cambios de neumáticos en carrera. Sólo se podrá parar en boxes para cargar combustible. Medidas de economía de guerra que han recibido una buena aceptación en los directores de equipo (los que gestionan el dinero) y tibia entre los pilotos (los verdaderos protagonistas del espectáculo). Según Flavio Briatore, patrón de Renault, “se trata de una buena base para empezar a discutir el futuro de la Fórmula 1. A los aficionados les da igual que se gasten uno o seis motores en cada carrera. Me gusta mucho lo de un solo tipo de neumático y el recorte de pruebas. Hay que reducir costes para que el negocio siga adelante”.
‘Schumi’: “Hay que reducir la potencia”
Si tenemos en cuenta que algún día llegaremos a los 1.000 CV de potencia, está claro que hay que tomar medidas para reducir la potencia, por el simple hecho de la seguridad. Aunque también por los costes, porque para controlar un monoplaza así es necesaria una gran inversión en neumáticos y aerodinámica”.
Montoya: “La F-1 es para ir deprisa”
Me sorprende que quieran reducir la potencia. La Fórmula 1 consiste en ir lo más deprisa posible. Ese no es el camino para tener más seguridad. Lo importante para conseguirlo es tener circuitos más seguros y coches más resistentes. Los de ahora están muy bien; yo me choqué a 280 km/h y no me pasó nada”.
Fuente : as.com