Oscuro. Tenia el pelo oscuro, contrastando con sus calurosos y aturquesados ojos. Aun recuerdo aquella mirada inocente, tierna, que desprendía sensualidad por cada poro de su cara.
Ciertamente fue un duro golpe. Su alegre mirada tornaba por momentos a una ambigua e inquietante mezcla de la más profunda de las decepciones y un amargo resentimiento, tratando en vano de, entre sollozos, esconderla. Él, que jugaba con la ventaja de la experiencia, supo desde aquel momento que ella nunca volvería a creer en el ser humano.
La traición a la que fue sometida le persiguió hasta el fin de sus dias, como una incesante tortura que aparecía en su mente cada vez que estaba ociosa. Sin darse cuenta, tuvo una reacción irónica, que sin duda marcaría el resto de su vida. A pesar de su rencor y temor hacia la sociedad, fue a ella a quién recurrió para engañarse a si misma, haciéndose creer que asi superaría su mal momento.
De ese modo fue como Marta, a sus recien cumplidos 15 años, comprendió que ya era adulta.