La Fuente de la Sabiduría (una pequeña revisión)

Este texto lo escribí hace unos meses, y ahora, al releerlo, me ha traído muchos recuerdos. Lo he modificado un poco, y posteo el resultado. Saludos.
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Esperé al anochecer, pero no ocurrió nada.

Durante la mañana siguiente jugué a ser el estratega que se esfuma del mundo real para aproximarse a tu memoria inmediata, a tus reflejos más directos y verdaderos. Sabía que estarías allí, donde los libros absorben el polvo que ninguno de los dos respiramos, donde siempre acabo saqueando un diccionario de sinónimos para alimentar una fuente inagotable de pensamiento que me haga sentir vivo.

No soy capaz de encontrar tu nombre en el diccionario, pero entre sus páginas hallo las nuevas sensaciones que me trae

el olor de tu ropa,
el brillo de tus zapatos,
tus blusas estampadas,
tus pantalones ceñidos,
esos ojos rigurosos
que flotan en mi áurea,
tus dedos, perfectos,
como las novelas de Paul Auster,
tu carpeta, repleta de fotos
de todo lo que pudo haber sido
y no fue,
tu móvil, tus llaves,
esos objetos personales
que deseo hacer míos
tan sólo durante un instante,
el que tarde en darme cuenta
de que nunca leerás ésto,
y aunque nunca hemos hablado
sé lo que me dirías si me acercara
a tu mejilla,
y sé lo que harías
si te cogiera de la mano,
para no regresar hasta el cierre
del lugar que cada día transitamos,
juntos,
pero mudos,
aunque no te importe
nada...

Quién sabe,
(quién sabe).

Tu cuerpo en la fuente de la sabiduría. Tu cuerpo en mi mente.
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