En todo el mundo hay más de 2.500 millones de personas que no tienen acceso a inodoros e instalaciones sanitarias en condiciones. La Fundación Bill y Melinda Gates se ha embarcado en
un proyecto para incluir el procesado de residuos humanos en el propio retrete, evitando así la necesidad de un sistema de cañerías adjunto. Un lujo inalcanzable en muchas partes del mundo.
La fundación ha emitido un desafío abierto a científicos para buscar un método que saque rendimiento del procesado de residuos a la vez que los hace más manejables. Y aquí es donde entra el Laboratorio de Robótica de la Universidad de Bristol, que
ha desarrollado un sistema que mata dos pájaros de un tiro: Convierte la orina en electricidad y de paso mejora la descomposición de la materia orgánica, haciendo su eliminación mucho más segura.
Los científicos consiguieron hace unos meses generar con este inaudito combustible suficiente electricidad para cargar un teléfono móvil. La fundación de Bill Gates se ha sumado a la financiación junto a otras organizaciones que ya apoyan a la universidad para que siga desarrollando la tecnología.
El sistema se compone de multitud de dispositivos denominados Células de Combustible Microbianas. Este conversor de energía contiene una colonia de microorganismos dentro de una carcasa de cerámica que convierten de forma natural la materia orgánica de la orina en electrones.
La orina humana resulta ser un combustible ideal para "alimentar" a estos microorganismos y por ahora la única limitación es juntar el suficiente número de conversores de energía para generar un voltaje utilizable. En el vídeo de la universidad podemos ver un sistema de varios niveles de procesado de orina y como efectivamente son capaces de mantener encendido un teléfono.
No es la primera vez que se propone la orina como posible fuente de energía. De hecho, la tecnología lleva en desarrollo desde hace más de 30 años y el prototipo de la escuela de Bristol desde hace uno. Pero no se había conseguido suficiente eficiencia como para alimentar un dispositivo hasta el verano pasado.
Aunque el primer vistazo al laboratorio de Bristol es un poco desagradable, esta tecnología se podría terminar implementando en inodoros de zonas con menos recursos y quizá algún día proporcione parte de la electricidad para todos nuestros dispositivos. Al fin y al cabo es un combustible 100% natural y renovable.