Es temprano, el sol comienza a salir como cualquier otro día, sus rayos iluminan todo de igual forma que el día anterior, no parece haber cambiado nada, pero no es así... los habitantes están inmersos en una cruel batalla, una batalla para proteger el bienestar de los suyos, una batalla contra unos seres sin hogar, unos seres desterrados de numerosos lugares porque no son capaces de convivir en armonía con sus habitantes, invasores perjudiciales y peligrosos.
Los habitantes estaban preparados para esta situación, no es la primera vez que estos seres tratan de acabar con ellos, así que los vigías oteaban desde sus torres de control todos los puntos de acceso, el lago, la montaña, el cañón... y fue precisamente en el cañón donde se detectaron las primeras avanzadillas. El primer vigía que los detectó no perdió el tiempo y dio la voz de alarma, y antes de que el ejército enemigo cruzara el cañón por completo las tropas de defensa se posicionaron en su camino.
No hubo intento de diálogo, no hubo ningún tipo de miramiento, no hubo discursos que levantaran la moral de los soldados, las tropas de defensa cargaron contra el enemigo antes de que éste se diera cuenta de lo que le estaba cayendo encima, pero sólo fueron unos pocos segundos de desconcierto, ya que la siguiente reacción fue defenderse del furioso ataque e intentar seguir avanzando.
La batalla se estaba tornando más y más cruenta, los primeros rayos de sol iluminaron cuerpos inmóviles e inertes que yacían en el suelo. Las avanzadillas resistían las continuas embestidas de las tropas de defensa, al tiempo que se hacían cada vez más y más fuertes gracias a la unión del grueso de su ejército, pero eso no desanimaba a las fuerzas de defensa que, incluso en inferioridad numérica, seguían atacando con mucha agresividad, sabían que cuanto más se alargara la batalla mayor desventaja tendrían, había que erradicar cuanto antes la invasión.
El sol se colocó en lo más alto del cielo y las fuerzas de defensa empezaron a debilitarse, el invasor era muy resistente, y por la cabeza de los líderes de defensa empezaba a cobrar forma la idea de una posible derrota, pero como si de un relato fantástico se tratara un milagro sucedió. Por lo alto del cañón empezaron a salir arqueros, cuyas certeras flechas dieron buena cuenta de una gran parte del ejército invasor. Las fuerzas de defensa contaban con buenos aliados, y estos empezaron a llegar lo más pronto que podían, la inferioridad numérica seguía siendo patente, pero ahora podrían resistir unas cuantas horas más, las justas para que llegaran más y más refuerzos.
El tiempo pasaba, las horas de guerra habían dado forma a varios días, y la batalla continuaba, el cañón estaba siendo testigo de una lucha sin tregua, pero su rumbo parecía estar ya bien encaminado. El ejército invasor resistía lo mejor que podía, pero su superioridad inicial poco a poco se vio reducida gracias a las constantes tropas de apoyo que iban llegando para luchar junto al ejército defensor, poco quedaba ya de las primeras tropas de defensa que salieron a luchar por su tierra, ahora todo dependía de sus aliados y estos no defraudaron.
De nuevo volvió a salir el sol, y esta vez lo hizo sin el bullicio de la batalla, se respiraba una calma total, la guerra había terminado y el invasor había sido aniquilado, no del todo puesto que las últimas tropas se valieron en retirada... seguramente algún día volverían reforzadas, pero ese día la aldea volvería a estar preparada para hacerles frente.
Los anticuerpos volverían a frenar cualquier ejército de bacterias que intentara invadir su hábitat, los medicamentos les reforzarían si fuera necesario, y la garganta volvería a ser testigo de una de las batallas más mortíferas que el hombre recuerda.
Ho!