Estaba viendo canal Cuatro, Callejeros para ser más exactos, y no he podido evitar el escalofrío y la náusea.
Niñatos de 15 años al asalto de transportes públicos, gritando como monos en celo, saltando en los vagones de Metro y echando potas en las escaleras. Insultando a conductores, molestando con berridos a los demás, bebiendo, fumando porros allí donde está prohibido, encarándose con la autoridad...
La verdad, no debería extrañarme, ya lo he visto más veces y en directo. Pero hoy...no sé, hoy es que me ha dado vergüenza ser de este país con las joyas que vienen arreando.
La degradación social que estamos sufriendo es sencillamente terrible. No queremos darnos cuenta, sobre todo por esa especie de manto tiránico al grito de "libertad" que aplasta cualquier tipo de queja, crítica o alerta. Y mientras ahí está, en la parada de metro, en tu portal, en la casa del vecino, en tu barrio; como un puto cáncer en metástasis; una o dos generaciones echándose a perder entre risas hormonales, vicios de moda o encefalogramas en coma.
Es triste ver cómo una sociedad se va al carajo lentamente, y observar que a nadie le importa. Ni a políticos, ni a los medios de comunicación, ni tan siquiera a nosotros. Ya nos da igual todo, que cada uno haga lo que quiera es el leitmotiv a seguir cual mandamiento divino.
Qué lástima de país.