¿Sabeis? La semana pasada decidí volver a mi antíguo colegio. Era una sensación extraña el tacto de la puerta de barrotes verde oscuro que hacía 3 años que no tocaba. El conserje abrió la puerta y una manada de madres y padres entró para recoger a sus niños. Mi fin era distinto. Recorrí los mismos pasillos de siempre, los mismos pasillos color verde hospital que tantos recuerdos escondían. Ahí seguían los cuadros que hicimos en las clases de tecnología colgados de las paredes, ahí seguían los baños, esta vez pintados y reformados (Cuando yo estaba en el cole, estaban destrozados y llenos de firmas por las puertas y el techo), ahí seguían los pequeños pupitres, algunos profesores de siempre que recordaban mi nombre, otros nuevos que me miraban con cara extrañada, ... Recuerdo que cuando estaba en los cursos inferiores, los mayores del cole me parecían las personas más altas, desarrolladas y maduras del mundo. Ahora, veo a esos chavales de 11 y 12 años y me sorprende cómo cambian las perspectivas de la vida.
Cuando ya me iba a marchar, vi el edificio del parvulario y no pude evitar volver a entrar. Habían pasado... 12 años desde que me fui y aún recordaba mi clase. En el vestíbulo había diferentes orlas, y en la más vieja de todas, me encontraba yo. Ahí estaba con cara seria, con dos trenzas a ambos lados de la cara, con un flequillo liso y oscuro que caía sobre mi frente recto. Caminé por los diminutos pasillos que me parecían larguísimos, entré a los baños. A veces tengo sueños donde estoy en el parvulario con 3 años y estoy en el baño con mis amigas Mónica, Irene, etc. Los baños seguían exactamente iguales. Estaba visto que los niños de 3 y 4 años no destrozan las cosas
Me encantaba mirar la vidriera del fondo del pasillo, viendo cómo filtraba la luz y la descomponía en pequeños rayos blancos para iluminar el polvo en suspensión.
La primera puerta a la derecha era mi clase, recordaba perfectamente la puerta azul con pomo rojo. Entré, y al fondo de una sala llena de recuerdos, estaba aún mi profesora. -A esta chica yo le he dado clase... Eres Estela, ¿verdad?-. Sonreí sorprendida, no esperaba que recordase mi nombre. Ella estaba también notablemente sorprendida, salió a ver la orla para cercionarse de que era yo. -¡Cómo has cambiado! Madre mía, y pensar que te dí clase con 4 años...- Estuve hablando con ella un buen rato y pasee por las clases. Ahora estaban llenas de juguetes y cosas para los niños. Cuando yo iba allí, recuerdo que teníamos mesas, libros, algún juego de Lego, algún muñeco, una pizarra, ... Muchas menos cosas. Pero la esencia seguía allí. Recuerdo a mi profesora leyendo algún cuento mientras nosotros nos sentábamos atentos en la colchoneta. Su hija, de un par de cursos mayor, se sentaba y a veces era ella la que nos leía los cuentos mientras su madre preparaba alguna otra cosa.
Al salir me crucé con lo que parecía un profesor de prácticas. -Cuántos recuerdos, ¿verdad?. -Sí...- Respondí con una tímida sonrisa.
Me alejé del centro pensando en todos esos recuerdos que habían vuelto como avalanchas. Pensé en todos esos niños, mis compañeros de clase... ¿Qué había sido de ellos? Caminé hasta llegar a mi casa, casi como una autómata.
Es curioso, pero todos esos recuerdos están como deshilachados en mi mente. No recuerdo el día de la graduación pero sí recuerdo el día en que nos hicieron la foto para la orla. No recuerdo cuándo se me calló el primer diente, pero sí recuerdo un recreo cualquiera jugando al corro de la patata en el parvulario. Y todos esos recuerdos puntuales, cotidianos, los recuerdo como con un filtro de polvo, un polvo que se desvanece cuando vuelves y recuerdas todo como el primer día. Y me veo jugando en el patio de tierra, me veo mirando temerosa a la puerta del cuarto de la luz, ese cuarto sobre el que corría la leyenda de que un perro rabioso se escondía allí y el conserje lo sacaba por las noches, me veo haciendo una fila de la mano con mis compañeros, para no perdernos, me veo escribiendo filas y filas de 8 en la pizarra porque no sabía escribirlo bien; siempre acababa torcido, casi como el signo infinito. Y veo todo eso relentizado, visto en tercera persona, con colores apagados, como si con el tiempo los recuerdos se secasen como una planta sin agua.
Saludos y perdón por el rollo