La miré y deseé... deseé enrollar mi lengua en la suya... mi mano en el bolsillo acariciando mi amor por ella, mis labios sedientos de sus pezones, mi piel contaminada por su sudor.
Son las ocho de la mañana y estoy sobrio. Por eso hoy me he fijado, por eso me he empalmado.
Miro por la ventana, veo su reflejo, su cara deformada por sombras... de repente siento pavor, miedo, tiemblo y me tambaleo.
Temor de mí, mojado de nuevo.
No puedo salir de casa, no lo haré más. Lo prometo.
Pero, pero, quizás otro día, otro día... sí, otro día.