Mientras la plataforma Todos contra el canon se presentaba en la Moncloa y eran recibidos por Fernando Moraleda, secretario de comunicación, por estar el presidente de viaje, el ministro de Cultura, que hubiese sido otro interlocutor válido, muy indicado para el caso, se encontraba reunido con las entidades privadas de gestión de derechos de autor. De operación lavado de imagen se podría catalogar este encuentro, entre el ministro Molina y los ocho jinetes del Apocalipsis, a saber, SGAE, Cedro, DAMA y Vegap, defensoras de autores y autoras menesterosos; AIE y Aisge que se ocupan de artistas en general y, por último Agedi y Egeda, desfacedores de entuertos en el ámbito de productores de música y cine.
Todas estas asociaciones, privadas todas ellas, lamentan profundamente que se las considere “como unos delincuentes” (Pilar Bardem, Aisge) y desean que la opinión pública sobre ellas cambie, para lo que solicitan la colaboración del ministerio de Cultura.
Para conseguir tan loable fin, el ministro les ha sugerido un cambio en la dinámica de estos diez últimos años y que se les revisen un poco las cuentas, dado que la intención de todas estas asociaciones, SGAE a la cabeza, es “trasladar la máxima transparencia a la opinión pública en la gestión de la propiedad intelectual".