Pues si, esto de la tierra hueca es un tanto viejuno, hace tiempo vi un poco la hostoria resumida de la tierra hueca, que por lo visto fue popular durante el sigo XIX (aviso, es un poco tocho):
Numerosas culturas entierran a sus muertos bajo tierra. Lo primero que ves de un zombi es su mano surgiendo de la tierra. Caronte guiaba a los muertos por ríos subterráneos camino al Hades, cuya entrada estaba vigilada por el Can Cerbero y donde habitaban, por ejemplo, las parcas y las furias. Numerosas tradiciones religiosas, no sólo las cristianas, conciben el Infierno, popularmente bajo tierra y gobernado por una legión de diablos prestos a torturar almas de vida indigna. Las peores pesadillas están bajo Tierra y la salvación al otro extremo. Las leyendas celtas hablan de los Tuatha Dé Danann, habitantes del inframundo, hijos de la diosa Dana y primeros habitantes de la tierra.
En 1665 el gran Athanasius Kircher publicaba Mundus Subterraneus. Describía el interior de nuestro planeta como un lugar surcado por ríos de fuego y agua, además de huracanes. Con ellos explicaba fenómenos como las erupciones volcánicas, los maremotos y los terremotos. También consideraba que por su carácter hueco debía estar habitada por algún tipo de seres o animales, entre los que destacaba los gigantes.
Inspirado por las teorías del astrónomo Halley y el matemático Euler, el capitán John Cleves Symmes, Jr., héroe de la Guerra de 1812 y sobrino del fundador de Cincinnati, establecía su Teoría de las Esferas Concéntricas y Vacíos Polares. Sostuvo durante toda su vida que la Tiera era hueca y habitable por dentro. Esta estructura geológica le servía para señalar que en los Polos había gigantescos agujeros por los que se podía viajar al centro de la Tierra. Allí, un segundo Sol daba vida a un Mundo Subterráneo con sus montañas, lagos, bosques e incluso habitantes diferentes a nosotros. Se cree que escribió, con seudónimo, la fantasía utópica Symzonia: Voyage of Discovery.
Simmes, que también creía en el mercado y la economía, consideraba que era necesario establecer contacto para poder comerciar con los habitantes de La Tierra Hueca. Para ello convenció a un millonario seguidor, James McBride, a que le ayudara a financiar una expedición. McBride también sería el encargado de llevar al papel su teoría con el tratado científico Symmes' Theory of Concentric Spheres (1826). Respecto a la expedición, el Congreso de los EEUU desestimó la propuesta de financiación por 56 votos contra 46. Symmes moría en 1829 creyendo firmemente en su teoría y su hijo Americus le dedicaba un monumento en el parque Ludlum de Hamilton (Ohio).
Otro seguidor de Symmes, Jeremiah Reynolds, convenció al gobierno de Pensylvania para que propusiera al gobierno federal la idea de una expedión la Polo Sur para buscar la gigantesca cavidad que permitía el paso al Mundo Hueco Subterráneo. El presidente John Quincy Adams accede y tres navíos al mando del mismo Reynolds parten hacia una aventura condenada al fracaso. Malnutrición, enfermedades, caos de lideraje y finalmente el clásico motín obliga al regreso justo en el momento en que se disponían a dejar atrás el extremo sur de Chile.
Curiosamente Reynolds recopiló durante la expedición toda serie de relatos de marineros, uno de los cuales, sobre una legendaria ballena blanca, serviría de inspiración a Melville para su célebre Moby Dick. No sólo eso. La aventura también sirvió de inspiración a Edgar Allan Poe para su genial Las Aventuras de Arturo Gordon Pym. La novela causo tan honda impresión en Julio Verne que este propuso una inquietante continuación, La esfinge de los Hielos (que los lectores españoles recuerdan con agrado gracias a su estupenda adaptación para las Joyas Literarias Juveniles de Bruguera). Verne también se inspiraría en las teorías de Symmes para su clásico Viaje al Centro de la Tierra.
Arturo Gordon Pym tuvo un segundo annexo de la mano del gran H.P. Lovecraft: Las Montañas de la Locura. De hecho, la idea de los seres monstruosos y arcanos habitando las profundidades de la Tierra es una de las ideas centrales cultivadas por el genio de Providence en sus Mitos de Chtulhu. El resto de su círculo también se sintió atraido por la idea del Mundo Subterráneo, por lo que es obligado destacar a Clarck Ashton Smith y a Robert E. Howard, sin olvidar a ilustres precedentes como Arthur Machen. La Tierra Hueca entraba a formar parte de la Pulp Culture por la puerta grande, y el mejor ejemplo es la saga de Pellucidar de Edgar Rice Borroughs, poblada por razas de la Edad de Bronce y gigantescos dinosaurios, que incluso llegaría a ser visitada por su gran creación Tarzán.
Otro seguidor de Symmes fue el alquimista Cyrus Reed Teed: "La auténtica cosmogonía consiste en el hecho de que la tierra es una esfera vacía, dentro de la cual está contenido el universo."Utilizando la teoría de Teed, el abogado argentino Durán Navarro demostró que "la fuerza de la gravedad no es más que la fuerza centrífuga provocada por la rotación de la cáscara vacía."Finalmente, vale la pena nombrar a Marshall B. Gardner y su Journey to the Earth's interior, quien se declaró siempre independiente de Symmes. Desde el punto de vista literario, es importante destacar a John Uri Lloyd y su obra Etidorpha sobre seres intraterrenos, origen de leyendas urbanas sobre los niños de color verde surgidos del submundo que solo comían verduras y a Edward Lytton con La raza venidera, cuya influencia se extendió a la Alemania prenazi.
Escritores alemanes como Peter Bender o Fritz Braun recuperaron estas teorías de la Tierra Hueca o Hohlweltlehre. La Sociedad Secreta de Thule, formada en 1918 por Rudolf von Sebottendorff, también defendía esa idea además de ser germen esotérico del nacionalsocialismo alemán. Consideraban que allí habitaban los seres superiores. Además de los polos Norte y Sur (la Antártida), Perú y el Tibet serían otros de los lugares que permitían el acceso al Mundo Subterráneo de Sahmbala. La Sociedad de Thule habría financiado algunas expediciones y más tarde se habrían realizado otras financiadas por el régimen de Hitler y en el marco del muy pop esoterismo Nazi. Hay quien considera que se fabricaron platillos volantes para tal misión e incluso algunas conspiranoias postulan que Hitler y la plana mayor de la SS simularon el suicidio del búnker y huyeron al Centro de la Tierra.
Una parte de la ufología cree que los ovnis no son extraterrestres sino intraterrestres. El primer numero de los 4 Fantásticos, la obra cumbre de Stan Lee y Jack Kirby, nos presentaba al Topo, científico feo que huía a las profundidades de la Tierra y se hacía con el control de los monstruos que la habitaban y de la raza subhumanoide olvidada por los Dioses Centinelas que visitaron nuestro planeta en tiempos inmemoriables. Los Invasores, la colección Marvel superheroica ambientada en la Segunda Guerra Mundial, también jugaba con el nazismo pop intraterrestre.
El cine de monstruos japonés también acudía a menudo a los intraterrestres en películas como Gorgo y Superman se citan en Tokio (los seatopians) o en la maravillosa Atoragon. La conexión con Mu, Lemuria y la Atlántida está ahí. Al fin y al cabo se las tragó la Tierra, como pasará con Japón. Y el Wardlord de Mike Grell o Las Tierras Huecas de Peteers y Schuiten son cómics bien diferentes pero con el nexo común de la oquedad de nuestro planeta. Hasta el Hijo del Santo en su regreso a la pantalla grande se enfrentaba a Intraterrestres invasores en platillos volantes. Por no hablar de Battle beneath the earth, b-movie que espero reseñarles la semana que viene.
Subterránea. Lugar de monstruos, ufos nazis, niños verdes, gigantes y muertos que regresan de sus tumbas. El instinto atávico de lo más profundo de la cueva recuperado por el pulp y la ciencia pajera. Subterránea. Un buen lugar al que irse de vacaciones.
Fuente (con fotos, siendo de mas interes la del monumento a John Cleves Symmes, Jr.)