Alzo la vista… el techo de un cuarto vacío ilumina la soledad de mi alma… doy vueltas sobre el colchón anhelando encontrar la presencia de tu mirada y no hallo más que llantos en la inquietud de mi pecho tembloroso. Levanto el vuelo a sabiendas de que yaces junto a él, y el pesar de mi esencia me lleva más allá de la puerta… camino absorto e inconsciente sin observar más lejos de lo que mi mente me lleva, el ruido de la calle no ensordece el llanto triste de mis pasos y sobre las hojas secas que desprende un otoño agridulce, cae una lágrima que resbala de un rostro cansado de llorar…
Sé donde cumples tus deseos, conozco el lugar donde, por fin, eres feliz, veo en tu cara cumplirse los sueños que no supe darte y observo a quien ha sido capaz de lograr hacer brotar de nuevo esa sonrisa que encandilaba mi alma… más sin embargo no puedo encontrarte…
No opino ni debo hacerlo, solo deseo con todo el fuego de mi cuerpo, que sigas la senda que hallaste lejos de mi, que logres cumplir el sueño de compartir las caricias que desdeñé con quien tuvo la valentía de saber quererte, que vivas la pasión de los besos que te robé y no me atreví a guardar, que sueñes despierta con tu mirada fija en sus ojos y el silencio se quiebre con un te quiero sincero…
En esta mañana soleada que se burla de mi dolor, mientras mis pasos aplastan las hojas caducas de un sueño que no tuve el valor de vivir, anhelo que luzca por siempre la luz de tu sonrisa y que, en algún momento, brillen tus labios por el recuerdo de mi corazón marchito…
Hoy, al son de cientos de miradas de piedra que clavan sus ojos en mi pesar, miro a mi alrededor… observo tu rostro en el aire y despierto al descubrir la figura de un ángel de mármol que evoca el recuerdo de un futuro que no supe mantener…