El otro día compré en la tienda de chucherías una paketito de pastillas de golosina.
Cuando salí de la tienda, abrí el paquete, dándome cuenta de ke la forma y el color de las patillas era muy variado, había muchas distintas.
Pero por mis ojos sólo entró la imágen de una pastilla en concreto; era grisácea y cuadrada.
Las otras pastillitas me empezaron a dar asco, repelús, y empecé a tirarlas. Eran distintas de la grisácea...Pero...¿Por qué cojones...?
Las había de muchas formas y colores distintos, querían ostentar más unas que otras, no me inspiraba confianza tragarme esos garabatos de azúcar; las había azules punteadas, naranjas con ollitos, marrones con pequeños pinchitos de pica-pica...
Me daba asco su forma, tan sólo me inspiraban confianza los rectangulitos grisáceos. Eran simplemente sencillos, humildes...
¿Por qué me empezaron a dar tanto asco las otras pastillitas?
Quizás por su forma, parecían, es más, eran peligrosas, mezquinas, nauseabundas...
Las tiré a la cloaca una por una, pasto de las ratas. Unas cuantas cayeron fuera del hueco de la cloaca, y no dudé en machacarlas con la suela de mi bota.
A mi parecer obré bien, pues esas infectas pastillas no se merecen estar en este mundo.
No deberían existir.