Un mes más de viaje, les llevaron hasta la fuente de un lejano pueblo, donde se sentaron a descansar. Muchas personas habían quedado en el camino; muchas noches acompañando al frío, muchos días caminando junto al hambre. Risas y muchas más lágrimas pesaban ahora sobre sus pies, y cada paso, era más duro que el anterior.
El día había amanecido claro, y el sol, brillando con orgullo sobre sus cabezas, iluminaba sus cansados rostros al descansar. Allí sentados, bebieron agua y se asearon; Elena, aprovechó para lavar un poco las ropas, que sus fugaces amigos, les habían dado, parecía siglos atrás.
Cuando caía el minuto quince de su descanso, una joven anciana se acercó a la fuente, con un enorme cántaro a cuestas. Quizá suene raro, pero era una joven anciana. La mujer, tendría realmente unos 50 años, pero el duro trabajo y la soledad, habían robado la belleza de su rostro. Las arrugas de su rostro, parecían riachuelos de eternas lágrimas, que sin duda mil veces cayeron...
- Buenos días.- Dijo la anciana dejando el pesado cántaro en el suelo.
- Buenos días.- Saludaron educadamente los dos.
- Parecéis hambrientos y cansados, ¿sois viajeros?.
- Podría decirse que sí.- Dijo Elena con una lastimera sonrisa.
- ¿Y hacia dónde os dirigís?, si no es mucho preguntar.
- A ésta fuente venimos.- Dijo Ángel con sorprendente seguridad.
Elena le miró extrañada, y supuso que sería una manera de decir que no tenían destino. Nada más lejos de la intención del niño....
- Yo me llamo Ángel, y ésta es Elena.
- Mucho gusto, joven amigo. Yo me llamo María, vivo en aquella pequeña casa de allí, a la que los dos, me acompañaréis ahora a tomar un buen desayuno, y no acepto un no por respuesta.
La sonrisa invadió la cara de los tres. Elena y Ángel, llevaban un día sin comer, y María, no solía tener muchas visitas, ni gente con la que conversar, así que todos ganaban.
Sentados a la mesa, conversaron durante más de tres horas, sobre su viaje. Sus aventuras y desventuras; la fábrica, Andrés... El desayuno se hizo comida, la comida, cena, y cuando María apagó las luces y les deseó buenas noches, Elena no cabía en sí de felicidad. Había reído comido y descansado, y ahora, tumbada en la cama más cómoda de su vida, una extraña sensación de paz ya olvidada recorría cada rincón de su cuerpo.
- Ángel.-
- Dime Ele.-
- ¿Dónde iremos mañana?.-
Ángel, sabiendo que Elena no deseaba partir, le dijo: - A por agua a la fuente Elena, a por agua a la fuente....- Y eso, fue lo último que Elena escuchó, antes de caer en un profundo sueño sin recuerdos ni temores, un sueño, cómo solo cuando eres niño, puedes tener....
Vivieron con María durante 3 semanas más. La anciana, era costurera, y las jóvenes pero experimentadas manos de Elena, le vinieron muy bien para aceptar más trabajos, y poder pagar los gastos de sus nuevos huéspedes. Todo era... perfecto, hasta que un día, María cayó enferma, y quedó postrada en la cama, necesitando continuos cuidados. El médico les visitaba tan a menudo como se le podía pagar. Elena, trabajaba muy duro para sacar todo el trabajo sola adelante, y el niño, cuidaba con cariño de María. Otras dos semanas pasaron así, hasta que una noche, Ángel levantó a Elena de la silla de coser, y la llevó de la mano hasta la habitación de la joven anciana.
Los tres sabían que había llegado el momento. Elena se sentó en la cama, y Ángel, en un pequeño taburete, junto a la misma. La joven, con mano temblorosa, recorrió los surcos del rostro de la anciana, y recogió con cuidado su arrugada mano. Las palabras ya sobraban, pero el niño, con gesto serio, se acercó a la cama, y le dio un tirón del camisón a María. Ésta, giró la cabeza para mirarle, y manteniendo una mirada fija entre ambos, sintió un escalofrío; Ángel, asintió con la cabeza, y María, girando de nuevo la cabeza hasta Elena, esbozó la más bella sonrisa jamás vista. De sus ojos brotaron las lágrimas, brillantes de felicidad, y se cerraron un instante, para no volver a abrirse, jamás...
Y así, entre una cortina de llanto y con el alma partida, Elena vio ,sin saberlo, como su verdadera madre moría bajo la triste mirada, de su única hija, hace tiempo perdida.....