Esa noche Álam durmió más de lo que esperaba. Su cuerpo necesitaba descansar tras todo lo sucedido el día anterior y este no se despertó hasta varias horas después del artificial amanecer del domo. Para entonces, las secuelas de su pelea con Nathan habían desaparecido por completo e incluso su brazo derecho había dejado ya de molestarle. No así el izquierdo que, curiosamente, parecía completamente adormecido cuando este se despertó al fin y apenas podía moverlo, aunque en este caso sabía perfectamente a qué se debía y esto lo hizo esbozar una pequeña sonrisa mientras abría poco a poco los ojos.
Ella seguía a su lado, acostada todavía sobre su brazo y su pecho como cuando se habían dormido de forma que la cálida sensación que el contacto de su cuerpo producía en el suyo lo envolvía como una sábana más mientras su vista se aclaraba y una borrosa silueta comenzaba a formarse ante sus ojos entre las tinieblas de la habitación.
-Buenos días. -Susurró una voz suave y cantarina, la misma voz que había oído la noche anterior pero carente ahora por completo de nerviosismo. -Ya iba siendo hora, creí que tendría que despertarte yo.
-Buenos días. -Respondió Álam pestañeando para aclarar del todo los ojos mientras observaba no sin cierta sorpresa a Melissa que ahora permanecía con ambos brazos cruzados sobre su pecho y la barbilla apoyada en los mismos, mirándolo directamente a la cara con una juguetona sonrisa que parecía más propia de una niña que de la mujer a la que estaba mirando. -¿Tan tarde es ya?.
-No. -Negó Melissa consiguiendo que este le dirigiese una mirada bastante curiosa. -Pero hace ya un par de horas que me he despertado y empezaba a preocuparme que siguieses durmiendo. Supongo que ayer estabas más cansado de lo que dijiste.
-¿Dos horas?. -Repitió Álam. -Entonces creí que sí debe ser ya bastante tarde. Pero no tenías que quedarte aquí, ¿Por qué no me despertaste o saliste al jardín a dar un paseo?. Ayer me pareció que te gustaban los jardines del domo y así te habrías distraído un poco.
-Puede ser. -Dijo ella encogiendose de hombros, sin variar en absoluto su mirada o la sonrisa de su rostro. -Pero aquí tampoco me he aburrido en absoluto. Me ha gustado poder mirarte mientras dormías, tenías un aspecto muy distinto a cuando estás despierto.
-¿Cómo de "distinto" exactamente?. -Preguntó al instante Álam arqueando ligeramente las cejas.
-Sería difícil de explicar. -Respondió Melissa dejando escapar una pequeña risita. -Pero desde luego no se parecía en nada a la cara que tienes ahora. Parecías mucho más tranquilo, cómo si no tuvieses ninguna preocupación. Incluso sonreías.
-Eso no debería sorprenderte tanto. -Mientras decía esto, Álam se inclinó hacia adelante acercando su rostro al suyo y sonrió de nuevo. -Después de todo, la causa de esa sonrisa está ahora aquí conmigo. Y tú sabes cual es, ¿verdad?.
-Eso espero.
Dicho esto, Melissa apoyó sus manos sobre la cama pasandolas a ambos lados del torso de Álam y se movió hacia adelante hasta que el rostro de él desapareció sumergido bajo sus cabellos y los labios de ambos se encontraron una vez más en un pequeño y tierno beso que no hizo sino acentuar su extraordinaria sonrisa cuando esta se retiró hacia atrás de nuevo.
Sonrisa esta que se transformaría en algo completamente distinto apenas segundos después al ver como los ojos de Álam se desviaban de pronto de su rostro y este dirigía su mirada más abajo, hacia el escote de su camisa a través del cual la parte superior de sus pechos y el blanco tejido de su sostén eran ahora claramente visibles reposando todavía sobre el pecho del propio Álam.
-Álam... -Dijo sorprendida pero sin hacer nada por cerrar de nuevo su camisa, sintiendose alagada en cierto modo por aquello aunque desconcertada por que Álam la mirase de esa forma de golpe. -¿Qué estás mirando?.
-Lo siento. -Se disculpó este mirandola de nuevo y comprendiendo al instante el por qué de aquella pregunta -Pero no hace falta que pongas esa cara, no estaba mirando lo que crees. Reconozco que es una vista más que atrayente y que no me importaría ver lo que hay bajo esa ropa, pero en este momento no es eso lo que ha llamado mi atención.
Mientras hablaba, Álam acercó su mano al pecho de Melissa y cogió con cuidado una delgada cadena dorada que colgaba de su pecho, llegando apenas a rozar su piel con sus dedos.
-Esto es lo que me ha sorprendido. -Dijo sonriendo mientras tiraba suavemente de la cadena hacia él y un pequeño medallón quedaba colgando entre ambos. -Hasta ahora no lo había visto, debe ser muy importante para ti si lo has escondido tan bien durante todo este tiempo.
-No lo estaba escondiendo. -Afirmó Melissa recuperando al instante la sonrisa y cogiendo el medallón con una de sus manos. -Pero sí, es muy importante.
Dicho esto, Melissa presionó uno de los bordes del medallón y este se abrió activando un pequeño proyector holográfico que materializó entre ambos las figuras de una mujer y una niña que el propio Álam no tardó en reconocer. El mismo cabello dorado y ligeramente ondulado, los mismos preciosos ojos azules llenos de vida y alegría... incluso las facciones de su rostro recordaban a las de Melissa. Estaba claro que aquella mujer sólo podía ser su verdadera madre y no resultaba difícil saber quien era la pequeña que había a su lado.
-¿Tú madre?. -Preguntó ahora un tanto serio.
-Sí. -Respondió ella con cierta melancolía, pero sin dejar todavía de sonreír. -Me lo dio el mismo día en que la mataron. Sabes, me dijo exactamente lo mismo que tú le dijiste a Ana en su casa, qué si algún día la olvidaba mirase esta imagen y así siempre estaría en mi corazón. Entonces no lo comprendí, pero ahora sé que ella lo sabía. En el momento en que mi padre la llamó ese día supo lo que le pasaría... y esta fue su forma de despedirse de mí.
-Lo siento, no imaginaba que fuese algo así. -Se disculpó de nuevo Álam cerrando el mismo el medallón y mirándola fijamente a los ojos. -Pero deberías alegrarte de tenerlo. Yo ni siquiera conservo eso de mis padres, solo hay una cosa que puedo hacer para recordarlos y hasta ahora ni siquiera he tenido el valor de hacerlo.
Sorprendida por estas palabras, Melissa lo miró esperando que este se explicase mejor y pudo ver durante unos segundos una sombra de duda cruzando sus profundos ojos negros. Sin embargo, esta se esfumó casi al instante y Álam sonrió mientras la cogía por la cintura y la dejaba en su lado de la cama.
-¿Álam?. -Preguntó desconcertada.
-Ahora no es el momento para entretenernos con estas cosas. -Respondió mientras se ponía en pie para vestirse y le dirigía una extraña mirada en la que era difícil distinguir que pasaba realmente por su cabeza en ese instante. -Tenemos un largo camino y parece que de una forma o de otra todo nos lleva hacia allí, ya da igual lo que yo decida.
-Álam, ¿De qué estás hablando?. No entiendo nada de lo que dices. -Insistió ella sentándose sobre la cama.
-No te preocupes, en realidad no es nada. -Aclaró Álam terminando de ponerse la chaqueta y recogiendo su espada para irse. -Anda ahora, levántate de una vez y ve a despertar a Ana. Supongo que querrás despedirte de ella y yo todavía tengo que hablar sobre algo con Nicolai, os esperaré fuera.
-Entonces has decidido dejarla aquí. -Susurró con tristeza Melissa bajando la mirada. -¿Es eso realmente lo que quieres?.
Álam ya no le respondió, ni siquiera se giró de nuevo hacia ella al oír aquellas palabras. Simplemente abrió la puerta de la habitación y salió para dejar que se vistiese tranquila mientras él iba a buscar a Nicolai. Algo que no le llevaría demasiado tiempo dado que este estaba ya esperándole junto a la puerta principal del monasterio.
Tal como él había supuesto, el viejo vampiro no puso ningún problema ante su petición sobre la niña y tan solo insistió de nuevo tratando de convencerlo para que se quedasen en el refugio hasta que Mariana enviase a alguien, pero Álam rechazó su oferta una vez más y los dos esperaron en silencio junto a la puerta hasta que Melissa salió al fin con la niña.
Estaba seria, sin rastro ya en su rostro de la sonrisa con que esa mañana había saludado a Álam. Sabía que era inevitable tomar aquella decisión, pero eso no lo hacía en absoluto más fácil y cuando se cruzó con Nicolai no pudo evitar dudar un momento antes de soltar la mano de la pequeña para dejarla con él.
Aquello sorprendió a Ana. Al ver como Melissa la soltaba y la miraba con tristeza mientras bajaba las escaleras hacia donde estaba Álam trató inmediatamente de seguirla, pero Nicolai la detuvo sujetandola suavemente por uno hombro y esta comprendió de golpe el significado de lo que Melissa le había dicho en su habitación. Sin embargo, para sorpresa de todos aquella pequeña ni siquiera derramó una lágrima al darse cuenta de lo que estaba apunto de suceder. Tan solo los miró con tristeza, aceptando una vez más la perdida de todo lo que conocía, cómo si su corazón ya se hubiese acostumbrado a la tristeza y lo aceptase como algo natural.
-No te preocupes. -Dijo Nicolai mirandola con amabilidad al ver la triste expresión de su rostro. -Aquí estarás bien, en este refugio nadie volverá a hacerte daño.
-Lo sé. -Respondió la niña con la mirada clavada en las blancas escaleras de la puerta. -Melissa me dijo que ellos cuidarían de mí ahora que mis padres se habían ido, si este no fuese un buen sitio para mi no me dejarían aquí.
Al oír esto, Melissa sintió como la poca voluntad que había conseguido reunir para separarse de aquella niña se quebraba por completo de golpe y dio involuntariamente un paso adelante, cómo si su corazón contradijese lo que su propia mente le estaba diciendo y se negase a aceptar dejarla allí. Pero en ese mismo instante notó como la mano de Álam sujetaba la suya impidiendole que siguiese adelante y al girarse hacia él vio como este negaba lentamente con la cabeza.
-No lo empeores. -Dijo con voz seria y casi brusca. -Aunque sea pequeña todavía ha comprendido lo que sucede y decir eso también ha tenido que ser duro para ella, lo mejor que podemos hacer es irnos cuanto antes y no hacerlo aún más difícil.
-Pero... -Trató de replicar Melissa.
-¡Es lo mejor!. -Esta vez la firmeza de la voz y la mirada de Álam terminaron por convencerla por completo y Melissa no dijo nada más, solo miró de nuevo a la niña mientras Álam subía las escaleras y se arrodillaba frente a ella para despedirse. -Lo siento, me gustaría que pudieses quedarte con nosotros un poco más pero la frontera no será segura para nadie mientras dure la guerra y no querría que te sucediese nada.
-¿Volveré a veros algún día?. -Preguntó la pequeña mirandolo con la misma seriedad con que este la miraba a ella.
-Si todo sale como yo espero, lo dudo. -Respondió. -Pero no te preocupes, tendrás a alguien que podrá ocuparse de ti mucho mejor que nosotros, ya lo verás.
-¿Quien?. -Preguntó de nuevo sin comprender del todo aquella respuesta.
-Una amiga nuestra. -Explicó Álam sacando de uno de sus bolsillos una pequeña esfera negra de apenas tres centímetros de diámetro coronada por una diminuta lente circular. -Esto es nuestro regalo de despedida, guardalo bien ¿de acuerdo?. Cuando llegue el momento Nicolai te dirá que hacer con él y es importante que lo tengas.
Una vez más, la niña no comprendió en absoluto lo que Álam acababa de decirle y no supo que responderle, pero decidió hacerle caso y guardó inmediatamente aquel regalo con el mismo cuidado con que había guardado la imagen de sus padres. Satisfecho con esto, Álam se puso de nuevo en pie, se despidió de ella y regresó junto a Melissa que todavía los observaba con tristeza, aunque ahora también podía verse cierta sorpresa en sus ojos a causa de lo que este acababa de hacer.
-¿Nos vamos?. -Preguntó alargando su mano hacia ella.
A modo de respuesta, Melissa cogió su mano y sus únicas palabras fueron un sincero y cálido "te echaré de menos" dirigido hacia la pequeña mientras ambos se daban la vuelta y se alejaban al fin de aquel monasterio. Así, juntos tal y como habían entrado pero sin más compañía esta vez que la suya propia, los dos abandonaron el domo bajo la atenta mirada de Nicolai y la pequeña Ana y no tardaron en subir de nuevo a la nave.
En esta ocasión, y dado que ya habían perdido bastante tiempo esa mañana, Álam decidió ocuparse él de pilotar y el interceptor levantó rápidamente el vuelo dirigiendose esta vez hacia el sur para regresar al continente. Y mientras él pilotaba, Melissa siguió pensando en lo que este había hecho hasta que al fin pareció comprenderlo y levantó de golpe la cabeza mirando fijamente a Álam.
-El proyector. -Exclamó sorprendida. -Eso es lo que le has dado, aquel era el proyector que Mariana puso en tu espada.
-No se lo he dado. -Respondió. -Solo se lo he devuelto a alguien que podrá darselo a su verdadera dueña. Nosotros ya no lo necesitamos.
-Ahora lo entiendo. -Afirmó Melissa en cuyo rostro se dibujó de nuevo su habitual sonrisa. -Por eso te decidiste a dejarla ahí. No quieres que se quede en ese lugar, has hecho todo eso para que Mariana se ocupe de ella.
-Es posible. -Admitió Álam sonriendo. -Pero ahora es mejor que dejemos de preocuparnos por ella y nos ocupemos de nosotros mismos. Todavía nos queda un largo camino por delante y tenemos que decidir que ruta tomaremos.
Dicho esto, Álam acercó su mano a los controles de la parte central del interceptor y pulsó un botón bajo la pantalla del monitor principal. Al instante, este se encendió mostrando un mapa general del continente y Álam lo ajustó hasta que hacer solo visible la zona en la que se encontraban.
-Todavía estamos lejos de la frontera, pero no podremos seguir tan tranquilamente por mucho tiempo. -Explicó moviendo la mano hasta señalar con un dedo el brillante punto rojo que los representaba en el mapa. -Seguir sobrevolando el mar sería un suicidio, si nos acercamos más los radares de limitación de la frontera nos detectarán enseguida. Y aunque pudiésemos atravesarla sin que nos detectasen, toda la costa del territorio humano está protegida por cañones automáticos de largo alcance que derribarían cualquier nave que se acercase. Incluso aunque volásemos en una nave humana nos harían pedazos, por eso ni siquiera los soldados de tu padre intentan atacarnos por mar.
-¿Qué hacemos entonces?.
-Lo mejor será que sigamos por tierra. -Continuó Álam deslizando su dedo hacia la costa del continente. -Nos acercaremos cuanto podamos a la frontera y dejaremos la nave en la costa para seguir a pie. Nos llevará unos días llegar, pero los soldados de tu padre nos estarán buscando más al sur y los puestos de control de esta zona no estarán tan alerta.
-¿Seguro que podremos acercarnos tanto? -Dudo Melissa dirigiendo su mirada hacia el punto que señalaba Álam. -La costa estará vigilada cerca de la frontera, sería más seguro si dejásemos la nave más lejos aunque tengamos que caminar un poco más.
-No te preocupes, conozco un lugar en la costa que no está vigilado.
-¿Dónde está?. -Preguntó ella intrigada.
-Aquí. -Mientras decía esto, Álam señaló un pequeño punto blanco dibujado en uno de los salientes de la costa y su mirada se oscureció de pronto. -En esta parte de la costa ya no hay nada. Ni pueblos, ni bases del ejército... nada.
-¿Por qué?. -Insistió Melissa cuya mente empezaba a comprender lo que ocurría pero sentía que, de algún modo, Álam quería que ella se lo preguntase.
-Hace diez años toda la zona fue arrasada por un terrible incendio y desde entonces nadie se ha atrevido a vivir ahí. El fuego fue tan brutal que muchos creen que se trató de una erupción volcánica y han preferido alejarse... incluso los soldados. -Respondió girandose hacia ella y mirandola con la misma. -Pero no te preocupes, no es nada de eso. Ese lugar es seguro ahora.
-¿Es tu pueblo verdad?. -Álam asintió con la cabeza en respuesta a su pregunta y esta trató de sonreír para animarlo. -Ahora entiendo lo que me dijiste en el cuarto del monasterio. Me alegro de que te hayas decidido a hacer eso, estoy segura de que estén donde estén tus padres se alegrarán de que vuelvas a visitarles.
-Lo dudo. -Replicó Álam. -Por lo que sé ni siquiera hay tumbas, no quedó lo suficiente de la gente del pueblo como para poder enterrarlos. Simplemente hicieron una especie de monumento en honor a los muertos y enterraron bajo él los pocos restos que encontraron.
-Aún así, es tu pueblo. -Continuó Melissa alargando la mano hasta posarla sobre el hombro de Álam. -Seguro que te sentirás mejor al estar allí de nuevo.
-Sea o no así, no es esa la razón por la que voy allí. -Replicó Álam dirigiendole una última mirada antes de volver a girarse hacia adelante. -Aunque reconozco que echo de menos todo aquello, probablemente más de lo que me gustaría admitir.
Dicho esto, Álam aceleró la nave forzando al máximo sus motores y se dirigió hacia el punto que él mismo acababa de marcar en el mapa volando bajo la línea de la costa para evitar en la medida de lo posible los radares del continente. Sin sospechar que, en aquel preciso instante, dos ojos los observaban desde la distancia a través del amplificador de imagen de su armadura mientras su dueño avanzaba trabajosamente entre los cascotes con la esperanza de que la nave que lo había llevado hasta allí siguiese todavía en su sitio.
Estaba herido, sediento y, sobretodo, preocupado por las consecuencias que su nuevo fracaso pudiese traer. Pero aquello no era suficiente para que se rindiese, aún en aquel estado, la voluntad de hierro y el honor que durante tantos años habían sido su principal pilar de apoyo lo impulsaban a seguir adelante y solo le quedaba confiar en que pudiese encontrarlos de nuevo a tiempo o que, de alguna forma, aquel "cachorro" en el que tantas esperanzas habían puesto sobrepasase de nuevo sus propias expectativas consiguiendo lo que parecía imposible.
Ajenos por completo a esto, los dos jóvenes continuaron su rápido vuelo hacia la costa y en apenas un par de horas el interceptor alcanzó de nuevo el continente gracias a la velocidad a la que Álam lo obligaba a volar ahora. Tal cómo este había dicho, la zona estaba desierta y nada perturbaba el verde bosque que cubría las suaves colinas de la costa. Ni poblados, ni torres de vigilancia, ni fortalezas... ¡Nada!. Parecía como si incluso los vampiros hubiesen huido de aquel lugar. Y pronto sabrían el por qué.
En cuanto la nave alcanzó a costa y se desplazó un par de kilómetros hacia el oeste, un gigantesco círculo yermo apareció de pronto frente a ellos interrumpiendo la monotonía del bosque y Melissa observó atónita la magnitud de la destrucción que aquel al que tanto amaba había sido capaz de causar cuando era apenas un niño.
De más de tres kilómetros de radio, un descomunal agujero se abría entre las colinas como el cráter de un verdadero volcán en cuyo interior no parecía sobrevivir forma alguna de vida. Incluso las rocas aparecían ennegrecidas a pesar de los años y ni siquiera había ya restos del pueblo original que una vez se había levantado en aquel lugar. Tan solo el monumento del que le habían hablado permanecía en el centro de aquel antagónico oasis como prueba de que alguna vez había existido algo más en aquel lugar. Aunque el tétrico color negro del mármol con que aquel enorme monolito había sido hecho dejaba claro a simple vista que el recuerdo del que era guardián no era exactamente agradable.
-Hemos llegado. -Dijo al fin Álam al cabo de unos segundos de silencio mientras sus ojos vagaban sin dirección por aquel páramo árido. -¿Entiendes ahora por qué no vive nadie aquí?.
-¿Este era tu pueblo?. -Consiguió preguntar Melissa apartando su mirada de todo aquello, incapaz de creer que la historia de Álam fuese cierto y él pudiese haber causado una destrucción semejante. -No puede ser, es... es imposible. ¿Cómo puede un niño haber causado algo así?. Ni siquiera un incendio habría podido hacer algo semejante, esto no puede haber sido culpa tuya Álam, el fuego no habría...
-No fue solo el fuego. -La interrumpió, todavía sin mirarla pero consciente de que ahora los ojos de esta se dirigían a él y no a aquel lugar. -El incendio es lo único que yo recuerdo, pero eso fue solo el principio. El fuego empezó cuando yo todavía estaba consciente y mi mente aún mantenía cierto control, pero luego... Solo una persona sabe realmente que sucedió, aunque nunca me lo dijo y dudo que algún día llegue a hacerlo. Supongo que eso es algo que debo agradecerle.
-Pero entonces, si el fuego no hizo esto... ¿Qué fue lo que arrasó el pueblo?.
-Es difícil saberlo. -Explicó Álam respirando profundamente mientras se apoyaba en el respaldo del asiento y giraba la cabeza hacia Melissa. -Los poderes de un psíquico pueden variar entre simples incendios hasta verdaderas tormentas eléctricas concentradas sobre un mismo punto. Todo esto sin olvidar la telequinesis y muchas otras cosas que ni siquiera tienen nombre. Es imposible saber qué fue lo que sucedió aquí exactamente sin haberlo visto, pero lo que está claro es que no fue simple un simple incendio.
-¿Y ese hombre del que has hablado?. -Preguntó ella de nuevo sin apartar sus ojos de los suyos, incapaz de desviar su mirada de aquellos diamantes negros cuyo habitual brillo aparecía oscurecido ahora por una mezcla de tristeza y algo todavía más profundo que ella no conseguía descifrar. -Dijiste que no hubo supervivientes en el pueblo, ¿Quien era entonces?.
-Ese hombre... es mi comandante. -Respondió. -El dirigente principal de los Hunters, el mismo que me envió a esta misión con la esperanza de deshacerse de mí.
-¿El mismo que te salvó?. -Se sorprendió Melissa. -¿El que me dijiste que te había encontrado tras el ataque y te había salvado al llevarte con los Hunters?.
-El mismo. -Asintió Álam con una extraña sonrisa mientras volvía a mirar hacia adelante y sujetaba de nuevo los mandos de la nave. -Resulta irónico, lo sé. El mismo hombre que me salvó la vida me condenó a muerte diez años después enviandome a una misión sin retorno. Pero no puedo culparle por ello, en cierto modo eso era también lo que yo quería. Aunque estoy seguro de que esa no fue la razón por la que lo hizo, no es alguien que esté dispuesto a perder algo por nada y dudo que llegase a confiar en este plan en algún momento.
-¿Entonces por qué te envió?.
-Por desesperación. -Continuó. -El plan no tenía futuro, pero era la única solución para acabar con la guerra y sabía que solo un plan tan descabellado y con tan pocas probabilidades de éxito sería aceptado por el consejo. Supongo que el elegirme a mí fue simplemente lo más conveniente para él y para el resto de mis compañeros. Así se libraban de un peligro potencial como yo y ahorraba la vida de un Hunter ya experimentado.
Melissa no comprendió del todo esto. No sabía nada sobre la organización política de los humanos y no alcanzaba a entender el por qué de aquella diferencia de ideas entre el Consejo, que supuestamente dirigía a los humanos, y una organización tan importante para ellos como los Hunters. Lo único que si notó al oír aquello fue que en la voz de Álam no parecía haber el mismo resentimiento al hablar de aquel hombre cómo cuando hablaba de los humanos en general. Y esto la desconcertaba aún más.
-No parece que le odies por eso. -Dijo con cierta cautela, esperando no decir algo que pudiese molestarle pero intrigada por su posible respuesta.
-No podría hacerlo. -Aclaró Álam con voz seria y nostálgica mientras maniobraba la nave hacia un pequeño claro cercano al borde del bosque y la hacía descender ocultándola entre los árboles. -Él me salvó la vida, se ocupó de mí cuando era pequeño e incluso me entrenó personalmente durante años... supongo que en cierto modo siento que se lo debía.
-Creo que te entiendo. -Afirmó Melissa. -Pero no estoy de acuerdo con lo que dices. Qué te salvase la vida no le daba ningún derecho sobre ella, tú no le debías nada.
-Puede que tengas razón. -Respondió él esbozando una sombría sonrisa al tiempo que giraba la cabeza de nuevo hacia ella y la nave se posaba con un suave golpe sobre la nieve que cubría el claro. -Pero de todas formas me siento mejor ahora. La próxima vez que le vea sabré que no le debo nada y las cosas serán muy diferentes entre ambos.
Dicho esto, Álam desactivó por completo la nave y, tras coger su espada y la mochila con las provisiones, abrió ambas puertas para que los dos pudiesen salir de la nave. El aire estaba frío, aunque no tanto como en el islote que acababan de abandonar, pero aún en el interior del bosque la influencia del gélido mar que bañaba la costa era más que patente y Melissa se cerró la chaqueta con la mano mientras corría hasta donde estaba Álam intentando entrar en calor. Una vez juntos, los dos se internaron entre los altos y robustos árboles que los rodeaban y no tardaron en salir de nuevo del bosque. En ese instante, Álam se detuvo de golpe observando la desolación que él mismo había causado y dirigió su mirada hacia el otro lado de aquella llanura circular, procurando evitar encontrarse con la oscura sombra de aquella espina de mármol negro.
-Seguiremos por allí. -Dijo señalando una pequeña abertura entre los árboles del bosque situada al sudeste de la llanura. -Seguir cerca de la costa no sería seguro y conozco un viejo camino que lleva hacia un valle cercano en esa dirección, por él nos será fácil alcanzar la frontera. Si es que queda todavía algún rastro de ese camino.
-¿No vas a ir a verles?. -Preguntó Melissa ignorando por completo sus palabras al tiempo que levantaba una de sus manos hasta colocarla sobre el hombro de Álam, hablando con una seriedad poco habitual en ella y dirigiendole una cariñosa mirada con la que esperaba hacerle entender que comprendía lo que él sentía en aquel instante. -Tal vez no sea su tumba, pero es el único recuerdo que queda de ellos y tal vez no vuelvas a tener la oportunidad de venir aquí. Estoy segura de que te sentirás mejor si te acercas a despedirte.
Al oír estas palabras, Álam bajó la mirada un instante como si estuviese pensando en lo que acababa de decirle hasta que, al fin, giró la cabeza hacia ella y Melissa pudo ver en su mirada una tristeza todavía mayor que la que había visto el día en que habían llegado a Kara. Sus ojos parecían carentes de vida, oscurecidos por una tristeza desgarradora que hizo incluso estremecerse el corazón de la propia Melissa y despertó por unos segundos viejos recuerdos que ella misma guardaba en su corazón y la ayudaban a comprender perfectamente lo que sentía Álam. Sin embargo, en medio de toda aquella tristeza pudo ver también algo más, como una débil luz en el fondo de sus ojos que iluminaba el tenue reflejo de su propio rostro que ella podía ver ahora en la temblorosa superficie de sus ojos. Y cuando este movió una de sus manos hasta sujetar de nuevo la suya con la misma suavidad que de costumbre, comprendió cual era la causa de aquel brillo y en su rostro se formó una débil sonrisa mientras él tiraba de su mano y los dos se alejaban juntos hacia el monumento.
Ninguno de los dos dijo nada durante los minutos que ambos pasaron caminando juntos por aquel desierto de roca, sus ojos habían dicho ya bastante al mirarse y solo cuando ambos se detuvieron sobre la gran losa circular que rodeaba la base del monolito sus manos se soltaron de nuevo.
En ese instante, Melissa comprobó con sus propios ojos que aquel monolito era algo más que un simple homenaje anónimo y en la superficie negra del mármol, interrumpida tan solo de vez en cuando por pequeñas vetas blancas de color blanco que rodeaban todo el monolito como las raíces de una extraña planta, pudo ver grabados a modo de epígrafe los nombres de todos los habitantes del pueblo.
Álam, sin embargo, pareció no darse cuenta apenas de esto y se alejó de ella lentamente acercandose a la base de la descomunal columna negra hasta estar lo suficientemente cerca como para tocarla con la palma de una de sus manos. Durante unos segundos se quedó allí, inmóvil con la mano sobre la columna y los ojos cerrados cómo si estuviese tratando de aislarse de todo lo que lo rodeaba. Hasta que, al cabo de casi cinco minutos en silencio:
-¿No notas nada?. -Dijo con voz suave, en un tono extrañamente solemne.
-No. -Negó Melissa desconcertada, sin comprender en absoluto a que podría referirse este.
-Es extraño. -Continuó Álam. -Al tocar esta roca siento cómo si no estuviésemos solos en este lugar. Es difícil de describir, como si mi mente supiese que hay algo más aquí de lo que nuestros sentidos son capaces de percibir pero fuese incapaz de decirme que... es muy extraño. Supongo que el inhibidor no es realmente tan efectivo como creen.
-¿Qué quieres decir?. -Preguntó acercandose a él y mirandolo ahora un tanto preocupada.
-Sería complicado explicarlo, pero podría decirse que los Psíquicos tenemos una percepción especial, como un sentido añadido a los demás. -Mientras decía esto, Álam apartó la mano del monolito, abrió de nuevo los ojos y la miró esbozando una extraña sonrisa que no hizo si no sorprenderla aún más. -Supongo que mis recuerdos o lo que sucedió aquí ese día están influyendo ahora en ese sentido y me hacen sentir así.
-La verdad es que sigo sin entenderlo del todo. -Admitió Melissa devolviendole la sonrisa. -Pero me conformo con ver esa sonrisa, ahora te sientes mejor ¿Verdad?.
-Sí. Supongo que en el fondo tenías razón, necesitaba venir aquí y despedirme de ellos una última....
Antes incluso de terminar su frase, Álam se quedó en silencio de golpe y Melissa observó desconcertada como este le indicaba con la mano que no hiciese ningún ruido y se acercaba lentamente al borde de la columna. Había oído algo, aunque Melissa ni lo hubiese notado sus sentidos entrenados durante años para aquello oído perfectamente el sonido de unos pasos sobre la roca de la llanura y este se asomó con cuidado al borde del monolito para buscar la fuente de dicho sonido.
-Álam, ¿Qué ocurre?. -Trató de preguntar en voz baja Melissa pegandose también al mármol y acercándose a él.
-Viene alguien. -Murmuró Álam en un tono apenas audible. -No hagas ruido, no creo que nos haya visto todavía.
-¿Crees que será uno de los soldados de mi padre?. -Preguntó de nuevo.
-Aún no lo sé. -Respondió mientras buscaba con la mirada el origen de aquellos pasos. -No veo a nadie pero sé que está ahí, sus pasos se oyen cada vez más fuertes. No tiene sentido, a menos que...
Justo en el instante en que decía esto, Álam pareció darse cuenta de algo de pronto y miró con más atención hacia el lugar del que provenían los pasos buscando esta vez algo muy distinto. Y lo encontró.
A apenas unos metros ya de ellos distinguió una difusa silueta humana moviendose sobre la llanura y fundiendose a cada paso con el paisaje que la rodeaba. Sin embargo, su camuflaje era inútil en aquel momento ya que el Sol brillaba todavía con fuerza en el cielo y la oscura sombra que la seguía la hacía aún más visible permitiendo que Álam lo encontrase sin problemas ahora que sabía exactamente qué estaba buscando.
-Un Hunter. -Murmuró más para sí que para la propia Melissa. -¿Qué estará haciendo aquí?.
-¿Uno de tus compañeros?. -Dijo mucho más tranquila Melissa. -Eso es estupendo, por fin alguien que podrá ayudarnos.
-Yo no estaría tan seguro. -La contrarió Álam todavía completamente serio. -No sabemos que misión le han encomendado ni qué hace aquí, prefiero no arriesgarme.
-¿Qué vas a hacer entonces?.
A modo de respuesta, Álam le indicó que se callase y se colocó junto a ella pegando la espalda al monolito de forma que quedaba justo junto a la esquina del mismo. Al mismo tiempo, cerró su puño derecho con todas sus fuerzas y levantó el brazo hasta su hombro izquierdo preparándose para recibir a su compañero.
Durante unos interminables segundos los pasos se hicieron más y más fuertes, la tensión de ambos fue en aumento y cuando al fin la sombra del cazador apareció en el suelo precediendo a su dueño Melissa pudo ver como los músculos de Álam se tensaban de golpe tal como haría cualquier depredador segundos antes de lanzarse sobre su presa. Y eso fue lo que hizo Álam, en el instante en que el cazador rebasó el borde del monolito, descargó un fuerte golpe hacia el pecho del mismo y su antebrazo lo golpeó de lleno derribándolo al instante.
Cogido por sorpresa, el cazador rodó por el suelo todavía semiaturdido tratando de evitar un nuevo ataque y trató inmediatamente de ponerse en pie para defenderse, pero ya era inútil. Álam había intuido cada uno de sus movimientos y se había adelantado a ellos de forma que, cuando este al fin se decidió a dejar de rodar por el suelo y levantarse, el extremo de su espada estaba ya apuntando a su cuello y el cazador no tuvo más remedio que rendirse. O al menos eso era lo que él pretendía que pareciese.
-Si yo fuese tú ni lo intentaría. -Amenazó Álam acercando más su espada al cuello del cazador al ver como este movía lentamente su mano hacia la empuñadura de un puñal de plasma. -Mírame bien, no somos enemigos. Tan solo quiero saber qué haces aquí, luego podrás seguir con tu misión.
Al oír esto, el cazador pareció sorprenderse y levantó inmediatamente la cabeza para mirar a Álam. Al instante, y para sorpresa de este último, sus manos se alejaron por completo de sus armas y este pareció desistir por completo.
-¿Álam?. -Preguntó una voz metálica deformada por el micrófono del casco que llevaba puesto.
-¿Nos conocemos?. -Se sorprendió Álam observando ahora con mayor interés al recién llegado.
-¡Maldita sea, claro que nos conocemos!. -Replicó inmediatamente el cazador en un tono nada acorde con la situación en que se encontraba en ese instante. -Ahora aparta esa espada de mi cara de una vez si no quieres que me enfade de verdad. ¿Te parece esta forma de recibirme?.
-No puede ser. -Nada más oír aquellas palabras, Álam pareció reconocer la forma de hablar de aquel extraño y apartó lentamente la espada sin dejar de mirarle en ningún segundo. -¿Alys?, ¿Eres tú?.
Lejos de responder a su pregunta, el cazador se puso de nuevo en pie aprovechando que Álam ya no se lo impedía y dejó escapar una pequeña carcajada mientras se quitaba el casco dejando al fin al descubierto su verdadero aspecto. Lo que, en esta ocasión, sorprendió más a Melissa que al propio Álam.
Para sorpresa de esta, el recién llegado no era un cazador, sino una cazadora. Una joven no mayor que ellos cuyas femeninas formas eran perfectamente distinguibles bajo su armadura ahora que había desactivado el camuflaje y que miró a Álam con una alegre sonrisa que nada tenía que ver con la forma en que acababa de hablarle. Era alta, no tanto como Álam pero si más de lo habitual en una mujer, de tez morena, cabello corto a la altura de la barbilla y ojos tan negros y profundos como los del propio Álam. Su cuerpo parecía fuerte y flexible, fruto sin duda de horas de entrenamiento como el de Álam, pero los rasgos de su rostro eran suaves todavía, no los de alguien curtido en el campo de batalla.
-¡Claro que soy yo!. -Dijo hablando de nuevo en un tono furioso que contrariaba la sonrisa de su rostro. -¿Es que crees que alguien más se molestaría en venir a buscarte aquí?.
-Esto si es una sorpresa. -Admitió Álam guardando su espada a su espalda de nuevo y devolviendole la sonrisa a la recién llegada. -¿Qué haces tú aquí?.
-¿Que qué hago aquí?. -Repitió todavía en el mismo tono Alys acercándose unos pasos a él mirándolo fijamente. -Esos imbéciles del cuartel general te han dado por muerto y se negaron a mandar a nadie a buscarte, pero cualquiera con un poco de sentido común sabría lo que significaban todas esas patrullas partiendo de la fortaleza de Nathaniel. Y cómo ellos no pensaban hacer nada tuve que ocuparme yo misma de venir a por ti. ¡Eso hago aquí!. Al menos podrías darme las gracias y no un golpe a modo de saludo.
-Lo siento. -Se disculpó Álam sin dejar de sonreír. -No sabía que eras tú. Pero no deberías estar aquí, esto es muy peligroso, más aún si has venido sin la autorización del comandante. Y yo puedo arreglarmelas perfectamente solo, ya lo sabes.
-Si, eso parece. -Dijo con un extraño timbre en la voz al tiempo que giraba la cabeza hacia donde estaba Melissa. -Ya veo que no te has aburrido durante estos días. ¿Quién es?.
Al oír esto, Álam recordó que todo aquello debía ser cuando menos desconcertante para Melissa y se acercó de nuevo a ella para tratar de explicarle lo que estaba sucediendo.
-Se llama Melissa. -Dijo mientras se colocaba a su lado y le dirigía una tranquilizadora sonrisa. -Ella es la responsable de que esté aquí ahora. Estaba prisionera en la fortaleza y me salvó la vida ayudandome a huir de allí, sin su ayuda no habría llegado tan lejos.
Dicho esto, Álam miró a Melissa para asegurarse de que esta no diría nada referente a su verdadera identidad y le presentó a la cazadora que ahora los miraba a ambos con algo más que curiosidad.
-Tranquila, Alys está de nuestro lado. Fue mi compañera en los cadetes y trabajamos juntos en un par de misiones, es una de las pocas personas en las que sí puedo confiar.
-Y además, aunque él suela olvidarse de mencionarlo, soy lo único parecido a un amigo que tiene. -Concluyó la propia Alys completando su explicación por él y acercándose también a Melissa. -O al menos que tenía, porque parece que eso ha cambiado ahora. ¿Me equivoco?.
Justo en el instante en que decía esto, Alys alargó su mano hacia Melissa y le dirigió una extraña y casi desagradable mirada que Álam apenas apreció pero que no pasó en absoluto desapercibida para ella. A pesar de sus palabras, podía ver el inconfundible brillo de la rivalidad en sus ojos y sabía perfectamente el por qué de dicha mirada ya que, en ese mismo instante, era más que consciente de que sus propios ojos expresaban precisamente lo mismo mientras le estrechaba amablemente la mano.
-En absoluto. -Respondió sosteniendo su mirada y forzando una sonrisa. -Encantada de conocerte... Alys.