LHE. Leguim

Wenas, he aqui un nuevo relatillo que forma parte de un proyecto que estoy llevando a cabo con un amigo que tambien frecuenta estos foros. Es la presentacion de un personaje que aparecera en una posterior historia. Tambien cabe decir que dentro de poco tendreis a otro personaje presentado por mi colaborador (¿o soy yo colaborador suyo?¬_¬)

Y nada mas aparte de recordar que cualquier critica es siempre bienvenida, espero ke difruteis leyendolo :D

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LHE
Leguim


En el despacho del General Lao el ambiente estaba más que caldeado. Sobre sus hombros recaía el peso de tener que mantener un país a flote en los momentos de crisis, y por la cara de su interlocutor, parece que este también compartía dicho peso.

- General. ¿Me está diciendo usted acaso que esta situación escapa a nuestro control?

- Aunque me cueste aceptarlo, así es. Los terroristas tienen retenido al presidente y lo mantienen bajo enormes y sofisticadas medidas de seguridad. No podemos llevar a los grupos de operaciones especiales, la policía no está preparada para esto y el ejercito no podría actuar con la suficiente precisión como para rescatar vivo al presidente.

- Pero General, no podemos ceder ante los terroristas. Usted sabe mejor que nadie lo que le ocurriría al país si su cabecilla, el sanguinario Lambdell, quedase proclamado presidente...

- Lo sé Kimiro, lo sé... Pero no todo está perdido, aún nos queda un as en la manga con el cual no podemos perder.

- ¿No se referirá al legendario Leguim, General?

- Exacto, Kimiro.

- Pero señor... he oído que sus honorarios son totalmente disparatados. ¿De que nos sirve haber rescatado al presidente si empleamos todo el dinero de la nación para ello?

- Te equivocas viejo amigo. Estás en lo cierto en decir que sus honorarios son disparatados, pero lo interpretas mal. Puedo asegurarte que nos saldría más barato transportarle en taxi hasta el cubil de los terroristas que pagarle por su trabajo. Es un hombre altamente versado en la filosofía, y su modestia llega hasta límites insospechados, no nos pedirá mucho a cambio de sus servicios.

- Señor, entonces su habilidad no será tal. No puede ser tan estúpido como para valorar tan poco su trabajo si ha cumplido todas las misiones que le han sido asignadas.

- Sus cualidades llegan hasta un punto tal que ningún otro ser humano podría competir con él en nada. Le haré llamar y te demostraré a que me refiero...


Acto seguido, el General apretó un botón de su interfono, el cual, tras emitir un sonoro crujido, dio paso a la voz de su secretaria.


- ¿General? ¿Qué puedo hacer por usted?

- Por favor, haga llamar al señor Leguim y hágale pasar por mi despacho.

- Pero señor, usted sabe mejor que nadie que es casi imposible localizarle y que... Oh, espere... Me parece que acabo de verle por la ventana, justo en la acera próxima a la verja, espere un momento...


El General pudo escuchar por el teléfono cómo se abría la ventana y después a su secretaria dando voces para llamar la atención del afamado agente secreto. Después de escuchar unos cuantos gritos indescifrables más, la voz de la secretaria volvió a sonar alta y clara por el aparato.


- Señor, en breves instantes le tendrá en su despacho. ¿Puedo hacer algo más por usted?

- Nada más. Pero una cosa, por favor, no se alarme si escucha ruidos estridentes en el despacho. Está todo bajo control.

-Muy bien General.


El General Lao se irguió entonces de su asiento, a la vez que su asistente Kimiro hizo lo propio al otro lado de la mesa. Ambos quedaron entonces mirando a la puerta mientras esperaban la entrada de tan notable caballero. Se podía ver nerviosismo en ambos rostros, en el de Kimiro por no haber tenido el privilegio de conocer a la ya mencionada leyenda humana, y en el de Lao por el objeto que portaba en sus manos, enlazadas tras su espalda.

No había pasado ni siquiera medio minuto cuando el pomo de la puerta giró y Leguim hizo su entrada. Era un hombre no demasiado alto, de un metro setenta y cinco aproximadamente, de complexión media. Su pelo era moreno, largo y alborotado; y su tez ligeramente amarillenta y sus ojos oscuros y rasgados delataban su lugar de origen. Vestía unos pantalones largos, viejos y anchos, de un color que anteriormente pudo ser marrón; una camisa arremangada hasta los codos de color blanco cerrada con bastante desatino y unas sandalias bastante sencillas que dejaban al descubierto sus pies. Para colmo, remataba el conjunto con un malherido sombrero de paja que se quitó mientras entraba al despacho.

Nada más cerrarse la puerta, el General Lao hizo un rápido gesto y levantó su brazo derecho, en cuya mano portaba una pistola. Con una frialdad que hubiese helado la sangre a cualquier asesino en serie, apretó el gatillo apenas hubo estabilizado el pulso de su brazo, y le descerrajo un disparo a Leguim en el corazón a una distancia de apenas dos metros. El pobre hombre salió despedido hacia atrás por la inercia de la bala y se desplomó en el suelo, con la espalda apoyada en la puerta.

La reacción de Kimiro no se hizo esperar. Soltó un alarido con los ojos desorbitados mientras se alejaba del General moviendo frenéticamente los brazos delante de su cabeza. Pero este seguía mostrando una frialdad indescriptible, e intentó calmar a su colega.


- No se preocupe amigo mío. Sólo he hecho esto para demostrarle lo extraordinario que es este hombre, véalo con sus propios ojos.


Dicho y hecho. El General se acercó al cuerpo yaciente de Leguim y le sacudió ligeramente por un hombro. Tras un par de sacudidas, este recuperó el conocimiento y miro algo confuso al General.


- ¿General? Perdone el desmayo, pero no se si sabrá que mi madre decía que es de poca educación disparar a la gente, ¿sabe?

- Perdóneme usted, señor Leguim. Como bien sabrá últimamente hay mucho terrorista suelto, y se ha dado el infortunio de que le he confundido con uno. De verdad lamento el malentendido...

- Vaya... si es eso entonces no se preocupe. Un hombre siempre tiene que estar preparado para defenderse en todo momento. Sí señor, un gran gesto por su parte, General.


Mientras mantenían dicha conversación, el General ayudó a Leguim a levantarse; e incluso le entregó el sombrero que había dejado caer al suelo. Un instante después el General estaba sentado en su mesa, y su nuevo invitado en una de las dos sillas que había en el otro lado. El pobre Kimiro aún contemplaba la escena con lágrimas en los ojos y una notable confusión, con lo que el General se apresuró a apaciguar su confundida mente.


- Vamos, vamos... Siéntese con nosotros, Kimiro. Tenemos asuntos que discutir...

- Pe... pero... yo no... acaba usted de...

- No se preocupe, siéntese y relájese, todo va bien. Lo que ha visto hoy podrá contárselo a sus nietos algún día, pero ahora tenemos que encauzar al país, así que necesitamos que se tempere.


Aunque las palabras del General no habían hecho sino confundirle todavía más, Kimiro reaccionó y tras levantarse, se dirigió al asiento contiguo al del legendario Leguim. Tras sentarse, recompuso su rostro como buenamente pudo e intento alejar la cara de sádico del General de su mente.


- Bien señores, ahora que ya estamos reunidos y serenos vayamos al grano. Leguim, si le hemos hecho llamar es porque tenemos una situación delicada entre manos. O hablando en plata, estamos jodidos...

- Vaya, tiene que ser algo grande si hasta usted dice tacos, General.

- Pues sí, pero para eso está usted aquí. Verá, un grupo de terroristas ha secuestrado al presidente, y piden a cambio de su vida que permitamos a su líder, Lambdell, ocupar el puesto de presidente. Como usted comprenderá, por el bien del país no podemos permitir tal despropósito.

- Por supuesto que no. Me asombra que la gente hoy en día tenga tan pocos modales...

- Así es señor Leguim, unos hombres muy desaprensivos todos ellos. Y por eso queremos sus servicios. Usted es el mejor agente que jamás podremos contratar, y estamos seguros que podrá manejar una situación de riesgo como la que se nos ha echado encima. Así que si no es inconveniente, le proporcionaré ya mismo un vehículo e instrucciones para que resuelva tamaña misión. Y por supuesto, el pago será por adelantado, sé que es usted un hombre fiar.


Dicho y hecho, el General abrió uno de los cajones de su escritorio, y extrajo de él un paquete de frutos secos que arrojó con soltura a Leguim. Dicho paquete impactó en la cabeza del susodicho para luego caer en su regazo, del cual lo recogió.


- Pero... pero señor... Esto es... un paquete de panchitos tostados... ¡De primerísima calidad! Señor, debe de haber una equivocación, sabe que yo no puedo aceptar esto por algo tan simple como rescatar al presidente de la nación de las garras de una manada de terroristas cegados por la ira y el odio causados por la represión de un gobierno tiránico que ha...

- Vamos, vamos. Señor Leguim, seguro que con su intachable conducta no osará rechazar el pago que le ofrezco. Acéptelo y no haga más preguntas, su ayuda es inestimable para nosotros en estos momentos, así que déjenos demostrar nuestra gratitud.

- No lo entiende General, yo...

- ¡Nada de mohines o réplicas! Por favor, emprenda inmediatamente rumbo hacia la guarida del enemigo, tenemos que solventar esta crisis cuanto antes, y su ayuda es indispensable. Mi secretaria se ocupará de todo, así que si nos disculpa al señor Kimiro y a mí...

- ¡Por supuesto señor! Y muchas gracias por su generoso pago. Señor Kimiro, encantado.


Dicho esto, y tras hacer una reverencia a cada uno de sus interlocutores, Leguim se dirigió hacia la puerta y se fue por donde había venido.

Justo cuando el afamado espía cerro la puerta, Kimiro consiguió borrar el recuerdo de la cara del General iluminada por la detonación del arma. Sacudió la cabeza un par de veces para asegurarse que las imágenes no tomarían de nuevo su mente y se dirigió al General Lao.


- Perdone mi estupefacción. Pero señor... le ha disparado usted una bala y no se ha inmutado... Para colmo ha considerado excesivo un paquete de maltrechos panchitos... ¿Está usted seguro de que...?

- Es humano, mi querido Kimiro, y te hago saber que el mayor pago que jamás aceptó hasta ahora fue un paquete de garbanzos. De cualquier manera, es un hombre capaz de realizar lo imposible siempre que se lo proponga.

- Vaya... un gran hombre el tal Leguim, ciertamente...


Una vez Leguim hubo recibido las instrucciones y la localización de la guarida de los terroristas de manos de la secretaria del General, salió del edificio y se dirigió al coche que ya le aguardaba. Pero a mitad de camino se detuvo. Había notado un leve olor a quemado cuya procedencia no alcanzaba a adivinar. Pero cuando miro su camisa se percató de que tenía un agujero justo en medio del bolsillo, e introdujo sus dedos en él. Cuando los sacó sostenía entre los mismos una pequeña y humeante libreta de apenas medio centenar de paginas, la cual tenía incrustada una bala de plomo.

Su reacción no se hizo esperar.


- Vaya por dios, ya me han jodido la agenda de nuevo... Bueno, tendré que comprar una nueva cuando acabe el trabajo. ¡Qué remedio!


Y dicho esto, se metió en el asiento trasero del coche que ronroneaba a la salida del recinto.

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Veinte minutos después, se encontraba a las afueras de un complejo de fábricas abandonadas hace tiempo. Nada más bajar del coche este arrancó de nuevo y se marchó de la zona. Leguim sujetó su sombrero de paja para evitar que este volase con el viento que se había levantado, y empezó a avanzar con paso fuerte y decidido, buscando la nave que había sido comprada por el brazo legal de la organización terrorista.

Tras un pequeño paseo, Leguim se encontró de frente con la nave en cuestión y se dirigió a la puerta trasera de la misma, como todo buen agente secreto. Fue cuando llegó allí cuando se encontró con su primer obstáculo, pues un hombre armado custodiaba la puerta. De ropajes militares, con gorra y portando un AK-47, este hombre estaba alerta para informar del movimiento en el exterior de la nave. Y por supuesto, la presencia de Leguim fue fácilmente detectada, por su poca profesionalidad e inadecuada indumentaria.


- ¡Eh! ¡Tú! ¡Más te vale que traigas buenas noticias para mi jefe si no quieres acabar agujereado!

- Perdone, le explico. Me han contratado para venir aquí y liberar al presidente ya que por lo visto ha sido raptado por...


Y al esbirro no le hicieron falta más palabras. Apuntó con su fusil y abrió fuego sin dudar, pero solo llegaron a salir cuatro balas de su arma. Las tres primeras pasaron a escasos cinco centímetros de la cabeza de Leguim, y la cuarta, la cual se dirigía justo a su entrecejo, impactó milagrosamente con un grajo que volaba bajo, ya que hacía un frío del carajo. Después el arma se encasquilló.

Viendo esto, y ante la imposibilidad de revisar el arma dada la presencia del enemigo, el terrorista emprendió carrera hacia Leguim con el fin de entablar combate cuerpo a cuerpo. Desgraciadamente, tras un par de pasos tropezó y cayó al suelo con la suficiente mala fortuna que su arma disparó una bala que fue a rebotar en una nave contigua para impactar acto seguido en su cabeza, acabando con su vida.

Mientras su cerebro trabajaba a marchas forzadas para procesar tantos sucesos seguidos, Leguim avanzó hacía el cadáver del terrorista y se inclinó hacia él.


- Oiga, ¿se ha hecho daño? Vaya por dios... debe de estar inconsciente el pobre. No se preocupe, en cuanto acabe con la misión llamaré al servicio de urgencias, ¡usted aguante! Todo va a salir bien, ¡confíe en mí!


Con una inmensa preocupación por el hombre "herido", Leguim avanzó hacia la puerta trasera, y se introdujo en la nave mientras la puerta metálica chirriaba frenéticamente. Una vez dentro, su misión daba comienzo.

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Cuando el General Lao y su asistente Kimiro llegaron al polígono industrial todo había acabado. El presidente, que no presentaba ni una sola magulladura, ya estaba siendo reconocido por efectivos de los servicios médicos. Uno de los agentes les informó que habían encontrado a Lambdell dentro de la nave con un impacto de bala en cada rodilla. Por lo visto el equipo científico había determinado que dichas balas fueron disparadas por el mismo Lambdell, y que rebotaron por lo menos una docena de veces cada una hasta alcanzar su objetivo.

Un total de siete terroristas habían sido abatidos, y el resto de los que habían osado interponerse en el camino de Leguim presentaban heridas de diversa consideración. Tras buscar un poco encontraron a su mercenario y pudieron darle las gracias personalmente.


- Señor Leguim, es usted tal y como cuentan las historias. Un auténtico profesional, no sé que habríamos hecho sin usted... - La emoción quedaba patente en la expresión de Kimiro.

- Bien entonces, con el pago efectuado y el trabajo completo, creo que llega aquí nuestra despedida señor Leguim. Aún así he de informarle que quizá le asignemos alguna otra misión, hemos recibido un comunicado del extranjero en el cual nos piden a nuestro mejor hombre, y ese es usted.

- Muchas gracias por confiar en mí, General. Pero ya sabe que esto no es una molestia en absoluto, y que cualquier trabajo es bien recibido. Ahora, si me disculpan, voy a ir a comprar el pan, que es a donde me dirigía cuando su secretaria me hizo llamar.

- Gracias a usted y buenos días, ha servido usted a su país como un gran hombre.


Una vez acabaron las formalidades. Leguim volvió a calarse su sombrero de paja y se alejó por los callejones del polígono industrial, rumbo a la panadería. El General y su asistente le siguieron con la mirada hasta perderle de vista tras una esquina.

Y entonces habló Kimiro.


- General, habiendo comprobado las cualidades de este hombre, hay una cosa que no entiendo. ¿Por qué no le encomendamos a él todas las misiones que tengamos, si su fiabilidad es del cien por cien?

- Por una sencilla razón, Kimiro: No es bueno abusar de la suerte.
Ha tao kurioso la verdad... komo presentacion es wena, io por lo menos me puedo hacer una idea de komo es el personaje y komo se las va a arreglar para hacer lo ke tenga ke hacer... tb me puedo imaginar unas kuantas situaciones donde podria tar presente xD
Aunke tb tengo ke añadir ke es un relato ligero dentro de lo ke nos tienes akostumbrados xD
A ver ke tal se le da a tu compañero.... aunke konociendole... :P
Ale, animo y a seguir!


TheHunter
si habia que reirse me he reido de lo lindo...

que weno la presentacion, menudo personaje el tal Leguim.

XDXD
2 respuestas