El Sr. Tito Ncube es un hombre de negocios al que no se le quita el susto del cuerpo desde la semana pasada. Este residente en un suburbio de Bulawayo, la segunda mayor ciudad de Zimbabue, contrató por teléfono los servicios de una prostituta para que fuera a su hotel.Pero cuando el Sr. Tito abrió la puerta para recibirla, su gozo quedó en un pozo al descubrir que la prostituta no era otra que su propia hija.
La chica, de 20 años, al parecer había comenzado a ejercer la prostitución de manera secreta como una manera de expresar los sentimientos acerca de sus problemas familiares, en concreto con su padre, el mismo que le esperaba en la habitación únicamente vestido con la toallita de los pies.
El cabeza de familia, que tiene otros dos hijos, ha revelado al Zimbabwe News que ya ha perdonado a su hija y que incluso ha contratado a un terapeuta para que consiga que vaya a la escuela el próximo año. Para él ha contratado a un consejero matrimonial, que le ayude a superar el otro bachecito que también ha surgido en su matrimonio. Según la esposa de Sr. Tito, si no fuera por sus hijos ella ya le habría abandonado hace mucho tiempo: “me quedé con él por el trauma que un divorcio supondría para los niños”.
Este caso recuerda mucho a otro acaecido el pasado verano en Israel, cuando otro hombre de negocios, casado y con 48 años, llamó a una casa de citas para contratar los servicios de una ‘dama de compañía’. Su sorpresa no pudo ser mayor al encontrarse a su propia hija ‘ligera de ropa’,momento en el que sufrió un ataque al corazón.
En esta ocasión el hombre tuvo que recibir asistencia médica, pues casi se queda en el sitio; sin embargo la madre, al enterarse de la situación, demandó a su marido y le pidió el divorcio ipso-facto.
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