Llegó la hora

Mis ojos se abren para encontrarse con los tuyos, tan desconcertantes como aquella primera vez.
Aparto la oscura melena que cubre tu rostro, tratando de averiguar quién eres en esta ocasión. Sonríes, y es la sonrisa de un diablo dispuesto a matar por mí, dispuesto a despojar las almas de sus cuerpos, de sembrar el caos con tal de verme vivir. Una vez más.

Eres tú. Soy yo. Somos nosotros, tras tanto tiempo. Nada ha cambiado.

-¿Estás preparada?
-¿Acaso tengo elección?
PiratePila está baneado por "crearse clones para trollear"
Mello, soy Near. XD

El texto esta bien, aunque personalmente los "relatos" tan cortos no me gustan demasiado.
PiratePila escribió:Mello, soy Near. XD


Argh, no, Near no XD

PiratePila escribió:El texto esta bien, aunque personalmente los "relatos" tan cortos no me gustan demasiado.


A mí tampoco me suelen gustar... digamos que este lo he puesto con un significado "especial" ;)
Demasiado complicado de explicar XD
Pues a mí me gustan los relatos cortos que dicen mucho [risita]
Caminaba entre el charco de sangre, resbalando las lágrimas por sus mejillas, rasgado el vestido, cubiertos los ojos de telerañas rotas. Y así se acercaba al final, a la decadencia que precede al diablo tomando tu mano, al sabor de la amargura viniendo hacia ti, buscándote, siguiendo tu aroma, robando tu aliento.

Ella lo sabe. Tú lo sabes también. Dos monstruos, de ojos fijos el uno el otro, de caminos entrecruzados, de silbidos nocturnos que hielan la sangre. Desnudos, en mitad del océano, como dos almas puras. Las últimas que quedan en este rincón contaminado, los últimos restos de un ayer que se convirtió ya en un pasado a añorar.

Nunca volverá a ser lo mismo. El viento se llevará tus recuerdos envueltos en nubes de esperanza, jamás recuperarás lo que entregaste llevado por la emoción del momento, por aquel extraño embrujo cuyo nombre todavía no te has parado a buscar.

El silencio, roto por quién sabe qué extraños cuervos que nacieron de la pesadilla. El destino, incierto, se adentra en un bosque pétreo, con las ilusiones envueltas en llamas.

Te invito a recorrerlo conmigo. Te invito a que compartas mi dolor y mi esperanza, a que bebas de la misma copa. No tengas miedo de perder la vida, no es algo más que una de las últimas cosas que nos hace humanos. Que nos hace vulnerables. Prescindibles.

Dejáte llevar. Ipte Danava.


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Otro momento de aburrimiento usado para un poco de escritura automática.

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Me aburro... vamos a ver qué sale esta vez...

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Él era distinto a todos ellos...

(Mello se da cuenta de que no puede poner en práctica la escrituta automática si tiene que pararse a coger pañuelos... maldito resfriado... ejem, sigamos, se hará lo que se pueda...)

Extendió sus alas, majestuosa la figura en la cima de la montaña. EL sol proyectaba su sombra más allá del mundo onírico al que pertenecía, hasta tocar la tierra humana, el lugar donde los ángeles se mezclaban con los mortales, casi como uno más.
Era él. El elegido. El que tenía una misión que cumplir. Por su sangre corría amor infinito, ardor pasional hacia toda criatura, especialmente hacia la humanidad.
El salvador. EL que traería la felicidad a los desdichados, el que abriría la puerta que los conduciría al refugio de esperanza.

Pero también era la viva imagen del desencanto. El que se frustra por no ser comprendido, por ser diferente. El que ve en sus alas una bendición que roza la maldición, que el no sabe cómo debe comportarse, el que no conoce el camino a seguir. El desdichado. El que sacrifica por los desagradecidos, por los ignorantes. El que intenta tender la mano y recibe el desencanto en forma de mirada esquiva, de murmullos despectivos.

Lo sabía. Sabía que nunca comprenderían su naturaleza. Él no era como ellos. Ellos no eran como él. Nunca podría compararse, nunca podría intentar buscar similitudes en sus corazones. Pues él era un ser movido por otro tipo de motivaciones, por otro instinto, por una mision. No era libre, estaba preso de su propio destino, pese a haberlo escodigo él mismo.

Incertidumbre. Respecto a lo que aguardaba más allá. No sabía qué ocurriría tras su decisión, si sus alas podrían soportar el peso de la verdad, si podría admitir su propia naturaleza sin perecer en el intento.

Lanzó un grito agónico. Y se dejo caer. Un ángel nunca debe dejar su destino en manos del azar. Pero él ni siquiera sabía si era un ángel.

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Jo, yo quería escribir más. Un día que el resfriado me deje escribir más sin hacer pausas, continuaré. Aunque con las ediciones únicamente lo leo yo. Me da igual. Mhuahahaha.
Anda que no he dejado letras y palabras descolocadas... da igual. Si cambio algo, ya no es escritura automática XD

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Y más ediciones para seguir con esto... me debería hacer un blog XD

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La duda era su mayor temor. El no conocer una respuesta su mayor tormento. La solución era sencilla, pero no querían que estuviese a su alcance. Por ello la despojaron de su alma y la tiraron al abismo, para que ella quedase abandonada en un rincón, un juguete roto, dejado a un lado cuando ya no sirve, cuando ya no nos entretiene. Y aunque no tenga alma, todavía es capaz de sentir. Es algo que no logra definir, no hay palabras para explicar lo que recorre su cuerpo, para exteriorizar el grito que amenaza con escapar de su garganta. ¿Desesperanza, quizás? ¿Decepción? Son todas palabras muy alejadas de lo que intento transmitir, demasiado convencionales, con demasiados significados atados y bien ligados, que no dejan apertura para una nueva sensación, una vibración diferente.

La espera. Su eterno y único destino. Su único y verdadero odio.

Vacilante, se incorpora. EL cuerpo interte parece volver a la vida. Sus ojos parecen brillar con una luz hasta ahora desconocida, un reflejo de no se sabe bien qué, de algo que quizás tampoco tiene aún una definición acertada.

Puedes acabar con ella. Hazlo ahora, estás a tiempo. Acaba con lo que queda de vida en su ser, con lo poco que la motiva a caminar un día tras otro.
O puedes darle la espalda. Dejar que deambule entre caminos de sombra y miedo, entre interrogantes que serpentean a sus pies, recordándole lo sola que se encuentra.

Hay una tercera opción. No merece ser mencionada. No debiera haber necesidad de expresarla en palabras siquiera. Es la opción deseada, la opción que el anhelo busca en cada atardecer. Deliciosa, inocente, pura. Quizás demasiado para ti.
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