Me he equivocado en mi comentario anterior. Me refería evidentemente a los proyectos educativos, no a los profesores que a fin de cuentas, y tal y como ha comentado Nocturnal, son unos mandados a los que les llueven palos desde todos lados. Hoy en día se pretende alcanzar algo cercano a una utopía donde todos los alumnos tengan igualdad de oportunidades y se defienda (y aproveche) la multiculturalidad que hoy en día se encuentra en los centros, a la vez que se desarrollan las capacidades individuales de cada uno; y todo ello, por supuesto, a través de todo tipo de maniobras motivadoras.
La triste realidad es que, en vista de la ausencia de consenso entre los partidos políticos para apoyar y encontrar un sistema educativo FUNCIONAL, las buenas intenciones de todos no bastan y se han perdido lo que yo considero pilares básicos en una sociedad educativa: el respeto mutuo entre profesor y alumno y la disciplina. Y no me refiero a aquella de "la letra con sangre entra", sino a la disciplina que debiera tener un alumno para sentarse y ESTUDIAR delante de un libro, y que cada vez más, brilla por su ausencia: ¡ahora son los profesores los que tienen que adecuar los contenidos a las expectativas de los "pobres" alumnos! ¿Adónde vamos a llegar? Dejémonos de propuestas de trabajo en grupo y demás tareas "bonitas y motivadoras", (que si bien considero muy útiles, está visto y comprobado que no son suficientes para garantizar resultados), y enseñemos que un título de enseñanza secundaria o de bachillerato son muestras del esfuerzo personal que se invirtió durante varios años para lograr la consecución de unos objetivos propuestos, y no algo que se consigue a través de amargar la vida a los docentes y rascarse los huevos mientras me dicen que no importa que suspenda, pues puedo pasar de curso con asignaturas suspendidas, y cuando cumpla 16 años, que me las habíe como pueda.