Un parque es la mínima expresión de la naturaleza, sobre todo si esta en una ciudad. No me pregunten por qué. Sólo se que es el esfuerzo del ser húmano por satisfacer su anhelo de naturaleza en medio de un destartalado mundo de edificios pequeños y de calles estrechísimas y anchísimas. Vamos que un parque no es más que un oasis en medio de un desierto de asfalto. Pues bien este aspecto de oasis que tienen los parques había pasado desapercibido por Luis, que había visto el Hyde Park más como cosa absurda que como verdadero pulmón de aire fresco de la capital europea que se supone que es Londrés. Donde el idioma oficial es a duras penas el inglés, donde los italianos, españoles y demás extranjeros pasean sus cámaras digitales desde El Buckingham Palace hasta Trafalgar Square, pasando por El Big Ben. Luis con una cara que mostraba la inocencia en todo su esplendor ante el desconocido y luminoso universo teatral del West End. Donde algún día esperaba triunfar. ¡Que iluso¡ un español en el West End no es lo mismo que un español de Bandera en Broadway. Claro que no. Londrés aunque se jacta de ser cosmopolita está en su más profundo corazón aún teñida de la acitutud chovinista más "brittish". No como Nueva York,quizás la capital del mundo, donde personas de origen italiano, puertorriqueño, irlandés y demás se pasean por las calles sabiendo la mayoría que una buena convivencia es un buen ataque, de tolerancia por supuesto. Londrés no trata a sus invitados bien precisamente, no a no ser que seas una estrella de lo que ellos llaman el 'showbiz' y que podríamos traducir en negocio del espectaculo, donde jovencitas angelicales, y jovencitos por supuesto, se vuelven demonios a manos de ejecutivos lascivos y muy verdes, aunque muy curtidos en el perspicaz negocio de la vida. Luis había salido de su pueblo de cuyo nombre no quiero acordarme, hace ya unos cuantos meses, concretamente unos 6 meses y durante unos pocos devaneos artísticos en la capital decidió en dejarlo todo por una capital aun más grande. Sin demasiada esperanza. Sin demasiado dinero. Solo con una maleta en la que llevaba su ropa, un cuaderno donde apuntaba sus compromisos que eran bien pocos y poco más. La maleta, un modelo que parecía sacado de los años 70, de color marrón claro, con tres inconmensurables correas de seguridad. Era una maleta mala pero menos cobijo dan unas bolsas, donde tendría que haber llevado sus pocas pertenencias de no ser por el ofrecimiento de una anciana que le había dado la maleta. Pués su familia no quería saber nada de el. A gritos de '!Vete¡' se marchó de su pueblo y se prometió a si mismo que no volvería. !En la tan europea España de hoy día¡
Continuará . Opinion por favor.