My Dying Bride - A Line Of Deathless Kings
My Dying Bride forma parte de la santísima trinidad del doom inglés formada a principios de los noventa por Anathema, My Dying Bride y Paradise Lost.
Cada uno tomaron diferentes rumbos. Los Paradise se metieron más en lo industrial y mezclando su música con la electrónica, no pasaron de ser unos meros Depeche Mode metaleros.
Anathema se embaucó en un viaje de evolución con su disco Eternity que al final su música ha sabido mantenerse en el candelero por ser una evolución lenta, sin freno e inteligente, hasta el día de hoy tocando un pseudo pop-rock (oigase Everything).
El caso de My Dying Bride ha sido solamente que madurez sin apenas evolución en su sonido, pero que a la par, no se convierte en una banda que repite una y otra vez de la fórmula que les llevó al éxito. Unas veces su música es mas lenta, otras veces tiran más a lo gótico, otras usan más voces guturales y en otros discos las descartan totalmente y otras veces sacan un sonido destilado único en los Academy Studios.
A Line Of Deathless Kings es su Nuevo plástico que será lanzado el 9 de octubre bajo el sello Peaceville, compañía de toda la vida. Y es que este grupo no son mucho de mojarse el culo. Cierto es que allá por el 98 sacaron su disco más experimental, y aunque poseía canciones tan enormes como The Whore, The Cook and the Mother, Der Uberlebende y Under Your Wings and Into Your Arms, tenía tostones realmente infumables, todo hay que decirlo. Luego nos sorprendieron con un disco titulado The Light at the End of the World que fue un retorno a sus sonidos más duros, con Aaron empleando otra vez las voces guturales y vuelta a tempos rápidos con doble bombo en contadas ocasiones.
Bueno, pues a lo que íbamos, que me voy por los cerros de Úbeda.
Su nuevo disco que se esconde tras una portada de lo más horrorosa que he visto en años, tanto que ni siquiera voy a colgar por vergüenza ajena, se encuentra una colección de nueve cortes. Alguno de ellos con títulos tan sugerentes como: L'Amour Detroit, I Cannot Be Loved y The Blood, The Wine, The Roses. Desafortunadamente sólo me ha llegado a mis manos el audio y no dispongo de las letras y mi inglés y mi oido se suelen llevar como el perro y el gato, así que desgraciadamente no podré comentar nada del apartado letrístico.
Tras el comienzo de las guitarras con unos acordes poderosos usando la técnica del palm muting, los timbales nos abre camino hacia una voz hipnotizante de Aaron, llendo a contracorriente de la música, bajando y subiendo de tonos. Hasta que Ohhhh, sorpresa!!!!! Aaron ejecutando estribillos, voces dobladas para los coros y subida de tonos en su voz como nunca lo había echo.
El single será Deeper Down, canción que usa las anteriores técnicas vocales citadas y que incluye unos pocos minutos de voces guturales, algo que en este disco aparece en tan solamente un par de canciones.
I Cannot Be Loved podía haber pasado también perfectamente por single, ya que se escucha la mejor parte vocal y la mejor canción cantada por Aaron en la historia del grupo. Puede que para algunos estos detalles suene a que la banda sea más comercial, pero para nada, Ellos saben hacer lo bello underground. Los teclados hacen algo de presencia aquí, y es que en este disco, Sarah pasa totalmente desapercibida.
Otro dato a destacar es el trabajo de los guitarristas. Una buena dosis de riffs crujientes como sucedió en su tan aclamado Like Gods Of The Sun. Las comparaciones son odiosas, lo sé. Su anterior campaña de marketing nos vendieron la moto que el Songs of Darkness, Words of Light era su nuevo “Like…”. Nada más lejos de la realidad. Ahora a saber como nos venden este nuevo álbum. Si tuviera que definirlo, diría que es una mezcla entre la canción Catherine Blake y su disco “Like…”
Por último, diría que lo mejor del disco son las voces y su nueva tonalidad, los grandes riffs que se esconden en las canciones y el tono romántico/depresivo que rezuma al escucharlo, como en los viejos tiempos.
En la parte negativa, es que a pesar de los años, no consigo sacarme de la cabeza a Martin Powell y su violín… Hubiera quedado cojonudo unas partes de violín en algunos pasajes. Escuchar una canción y tener la sensación de que esa parte de guitarra ya la había oido antes…
Dejad paso a los Reyes del doom y coronarlos con su correspondiente corona de espinas.