Los Sedano: De gastar como ricos a vivir de la caridad familiar

Cuando Olga se quedó embarazada de Lucas, empezaban la crisis y una panza de sol.

Cuando la mujer dio a luz al crío, perdieron sus empleos en el pozo negro que ya era el ladrillo naranja.

Cuando el hijo de ambos aprendía a hablar con soltura, tuvieron que cerrar el negocio textil con el que lo estaban volviendo a intentar: una tienda en el centro de Almería, tallas grandes para mujer, la esperanza XXL.

Y ahora que con cinco años este pequeño lanza al aire preguntas perfectas como pompas de jabón, no hay interrogante que no les estalle en la cara. Ya saben, de esas preguntas que tienen una respuesta seca. Y sin embargo te salpican.

- Papá, ¿y tú qué eres? ¿En qué trabajas?

- ...

Lucas es un nombre inventado tras el que hay un niño real que no para de inventar.

Ayer mismo era un monstruo de plastilina que echaba rayos. Hoy en esta casa de Aluche es una carpa gigante, como las que pesca con su padre en Valmayor, sólo que de papel plata y con superpoderes. Mañana (más difícil todavía) tendrá que ser algo que impida lo inevitable, aquí o allá: si nada cambia, este mismo mes dejarán el alquiler y el padre se separará de ellos. Se irá a vivir con una de las abuelas. Y Lucas se quedará con su hermana y la madre en casa de la otra.

Con su inmobiliaria tuvo un velero, dos coches, casa. En 2012 no había nadaNo reciben ayudas. Viven de la familia. «Los niños son esponjas», dice
Es el nuevo fenómeno que trae la crisis, que obliga a exilios inconcebibles y que ha entrado como un turbión en las relaciones interpersonales. Esta crecida en los barrios de la periferia. Desde la calle hasta el segundo izquierda, como esas riadas que van cobrando fuerza a medida que avanzan: el fenómeno de la fragmentación familiar.

Es eso, mira que se lo han dicho mil veces en el cuarto de estar: Lucas, si empujas las cosas se rompen.

«Yo ya pasé por la fase de engordar 15 kilos, por la fase de que se me caiga el pelo de la ceja por los nervios, por la fase de pensar que no vales nada», enumera Daniel Sedano (40 años, ex delegado provincial de una inmobiliaria en la costa, ex buceador con velero, ex vendedor de fajas enormes, ex propietario de una vivienda en Madrid, ex muchas cosas más).

«Yo ya pasé por todo eso, te cuento. Ahora estoy en otra fase: la de luchar. Queremos evitar la separación a toda costa. Porque eso va a repercutir en los niños. Que vean que su papá no duerme en casa va a ser muy duro. Porque el mayor lo primero que hace nada más levantarse es venir a nuestra cama y meterse con nosotros».

Lucas hace construcciones con cubos de plástico verdes y rojos que le tira la hermana y Daniel Sedano las hacía como las del tercer cerdito. Que por mucho que soplara el lobo no las tiraba ni dios. Pero vino la crisis y cataplof.

Si no halla trabajo, él volverá con su madre; su mujer e hijos, con la suegra«Queremos evitar la separación. Porque eso va a repercutir en los niños»
«Empezamos viviendo en el pueblo de Pinto, en Madrid, donde compramos una casa. Al poco tiempo la vendimos porque nos fuimos a Andalucía. Allí trabajaba en una constructora como administrativo de obra, me encargaba de estudiar los costes, de revisar facturas, era la persona de confianza, todo eso, llevaba muchas obras. La empresa abrió una delegación en Vera (Almería) y me ofrecieron dirigir aquello. Así que aceptamos: negocié incorporar a mi mujer. Ella era la responsable de la contabilidad y yo, el encargado de la oficina. Eran años buenos. Viajábamos a bucear al mar Rojo, a Venezuela, a la isla de El Hierro...». Hasta que todo se fue al fondo abisal.

Se fueron los dos coches porque cambiaron de empresa, terminaron en Granada y la cosa fue a peor en 2009.

Se fueron los ahorros porque la tienda de ropa con la que probaron de vuelta a Almería acabó cerrando en 2012.

Y cuando ya no había con qué pagar las letras, ni con qué llenar la nevera, ni velero, ni nada que bucear, se fueron de regreso a la tierra seca donde empieza esta historia, en Aluche (Madrid), como cuando te comen en el parchís y te devuelven a la casilla de salida.

Comer, hemos escrito comer. Desde este martes, Lucas lo hace a diario en el colegio gracias a Ayuda en Acción, que ha virado la proa de fuera hacia dentro y ha comenzado a atender a los críos de esta orilla.

«Volvimos en mayo de 2012. Ahora estamos viviendo de alquiler, de lo que nos ha dejado la suegra. La realidad que te encuentras es que no tienes ingresos ni tienes ahorros. Ni nada. Sólo dos hijos pequeños que te hacen preguntas: papá, que si tú tienes trabajo, y eso».

Hace meses que no pagan la letra de la vivienda de Granada, para la que piden una dación en pago. Cuando han ido a solicitar alguna ayuda a los servicios sociales, les dicen que no pueden recibirla dado que tienen una casa en propiedad. Luego está Lucas, al que a lo peor se le hace bola esto; Lucas, que sólo se come la hamburguesa del Burger si el plan consiste en hacerlo con su padre.

- Ellos son esponjas. Tu comportamiento no es el mismo. Las tensiones afloran aunque no quieras. Fui a hablar con la profe y me dijo que no me preocupara, que él no se da cuenta de lo que está pasando. Y de verdad te digo que creo que no lo sabe.

- El qué.

- Lo de tener que separarnos si esto no cambia. Partirnos en dos. Olga y los niños por un lado, con mi suegra. Yo con mi madre.



http://www.elmundo.es/espana/2014/01/12/52d1aad322601d330e8b457b.html