A mí, sin embargo, me pasa lo contrario; estoy rodeado de consolas, pero cada día siento menos cariño por ellas y más cariño por los amigos que perdí.
Una cosa es no tener amigos por no poder tener vida social, ser tímido o estar en un sitio complicado, otra no tener porque realmente no encuentras a gente compatible contigo, y otra haber pasado de intentar cualquier relación por estar más centrado en las consolas. Sólo en ese último caso comparto lo de que sería triste; bueno, triste no, tristísimo y lamentable.
Uno de los valores más sólidos sobre los que me sostengo me lo enseñó un amigo, con unos 11 años, en plena efervescencia consolera. Que te guste mucho una cosa no quiere decir que tengas que dejar de lado otras, que encima son más enriquecedoras.