ENTRENAMIENTO CEREBRAL
Aunque le cueste creerlo, la afición de su hijo a pasar horas matando toda clase de enemigos virtuales en su consola podría tener efectos positivos. Los individuos que emplean con frecuencia los videojuegos tienen más capacidad de concentración que el resto, según un estudio publicado en ‘Nature’.
Después de haber dedicado mucho tiempo a controlar las entradas y salidas de los malos de su pantalla y creando estrategias para defenderse de todo tipo de armas mortíferas, los videojugadores son unos maestros procesando muchas informaciones al mismo tiempo y además, son capaces de cubrir un ángulo visual más amplio que los que dedican sus momentos de ocio a otras actividades.
«Se sabe que los niños entrenados en la cultura audiovisual tienen mayor agilidad oculomanual que sus padres educados en la cultura serial de lectura y escritura» asegura Juan Alberto Estallo, experto en la influencia de la tecnología en el comportamiento del Instituto Municipal de Psiquiatría. Eso sí «los videojuegos no hacen más inteligentes como se ha insinuado. Lo que parece ocurrir es que los más inteligentes tienden a elegir este tipo de pasatiempo», explica Estallo.
El estudio demuestra que los videojugadores tienen una gran capacidad para obviar todo aquello que les distraiga de su tarea. El bombardeo constante de nuevas situaciones que se recrea en los videojuegos producen un efecto evidente en los aficionados. Los investigadores han comprobado que estos individuos presenta un menor parpadeo atencional, que no es otra cosa que el tiempo necesario para detectar un nuevo objetivo cuando el anterior acaba de entrar en escena. Además, estos guerreros virtuales parecen tener mucha más resistencia porque soportan durante más tiempo la incorporación de nueva información sin llegar a saturar su atención.
Para descartar que la explicación a sus hallazgos fueran las habilidades innatas de los videojugadores participantes, los investigadores estudiaron los cambios en la capacidad de atención de un grupo de no aficionados. Una parte de ellos practicaron una hora al día durante 10 días con un conocido juego del tipo 3D shooter (francotirador en tres dimensiones), Medal of Honor, y el resto lo hicieron con el Tetris que exige concentrarse sólo en un objeto a la vez. Los individuos que se entrenaron en los vídeos de acción mejoraron considerablemente su capacidad para procesar numerosas informaciones visuales y para mantener la concentración, mientras que en el resto no se detectó ningún cambio.
En la otra cara de los videojuegos están la violencia que contienen y la posible adicción. En lo que a esta última se refiere, Estallo afirma rotundamente: «No hay adictos». Con la agresividad es necesario matizar algo más. «Generan agresividad mientras se está jugando, pero disminuye al dejarlo. En este sentido el comportamiento de los niños ha cambiado poco con los videojuegos». Sin embargo, otros expertos en este campo, como George Gebner o David Grossman, han subrayado que su influencia no es necesariamente tan evidente como un incremento de la violencia del niño, sino que se manifiesta en la aceptación de las expresiones de brutalidad como algo normal.
http://www.elmundo.es/elmundosalud/2003/05/28/salud_personal/1054140762.html
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