Me sorprende que aún sorprenda que haya amaños. Ni cotizaba que tocaba en Paiporta y Catarroja, como tocó en La Palma el año del volcán, o cada vez que hay una desgracia. Las bonitas "casualidades" del duende de la navidad no existen. Sólo existen los amaños. Y cuando amañas, se cometen errores como los de la niña esa que cantó el gordo por segunda vez o lo del número este.