Lut. Capitulo Xvi: Areg.nuk.arak

Bueno, por fin esta acabada la historia, toda enterita.
He esperado a tenerla terminada antes de postear este capi porque os recomiendo leer los dos ultimos capitulos y el Epilogo todo de una, asin no perdereis ningun detalle [fumeta]
Ala, espero que sus guste [oki]


XVI: AREG.NUK.ARAK

La paz de la habitacion circular se vio ligeramente turbada por una presencia sin forma definida. Al principio se limitó con ser tan solo una espesa niebla arrastrandose por el suelo. Flotaba con una lentitud inquietante mientras se adentraba más y más en los secretos que aquella sala habia ocultado durante largos anios.
La bruma detuvo sus sigilosos pasos. Se reunió en si misma condensando toda su presencia en una columna alta. Usando toda la calma de la Creación decidió empezar a definir su forma real. Lo portado en sus interior ya habia adquirido su autentica apariencia y aguardó a que la niebla se disipara del todo bajo sus pies.
El tiempo habia perdido su consistencia para siempre y el mundo se regia por una leyes muy distintas alli dentro.
Pudieron ser tan solo unos instantes o incluso anios los que necesitó para que sus claros ojos volvieran a ver; para que sus oidos escucharan de nuevo; para que su olfato percibiera el enrarecido aire prisionero desde la antigüedad; para que su cuerpo se moviera con un hondo suspiro empujandolo a la vida de nuevo.
Una infinidad de sensaciones nuevas recorrieron toda su piel haciendo que se estremeciera ante el descubrimiento de lo que siempre le habia estado vedado como simple mortal. Permaneció de pie dejando que sus ojos azules examinaran minuciosamente todo a su alredor.
Su busqueda lo habia guiado ciegamente hasta alli, una enorme sala con sus paredes excavadas en la roca extendiendose en un cirulo perfecto desde su espalda hasta la negrura concentrada frente a él. A sus pies se dibujaba un estrecho camino delimitado a ambos lados por un manto de velas encendidas, cuyas luces teñian todo el lugar con sus dorados matices.
Las baldosas, dispuestas estrategicamente, tambien le gritaban la dirección del camino a seguir tal y como las temblorosas llamas lo hacian: la Oscuridad.
No necesitó pensar, pues habia aceptado el ofrecimiento ciegamente de ser engullido por lo que lo habia estado llamando a gritos desde el mismo momento en la vio por primera vez.
Respiró profundamente antes de dar un primer paso hacia su destino. Entonces, en ese instante reparó en sus pies: iba descalzo. Ahora sentia tambien el frio de las baldosas en sus plantas pero no deseaba detenerse a hacerse preguntas que sabia no podria explicarse a si mismo.
Con el siguiente paso descubrió que no llevaba tampoco su arma. Se detuvo y giró bruscamente para mirar a su espalda. Las paredes de roca tambien se prolongaban tras él. Entornó los ojos desconfiado pues no podia imaginarse cómo habia logrado entrar allí dentro, no había ninguna puerta… Lo único que recordaba era haber dejado caer su hacha porque no le permitía avanzar.
En el interior de la sala, los dibujos que en el exterior habian casi desaparecido, seguian intactos. Resplandecian con sus brivantes colores, habian sobrevivido al paso del tiempo. Se extendian con sus retorcidas formas desde el suelo hasta el techo. En un principio le parecieron ilegibles, pero fijandose un poco más reconoció que no le eran del todo desconocidos. Los siguió con su atención recorriendo todas las paredes del lugar, libremente como el viento, hasta introducir sus presencias en la oscuridad, otra vez.
Primero con su mirada y luego con su cuerpo se dirigió con paso decidido hasta allí.
Había abandonado tras de si el camino de velas y ahora se encontraba ante un espacio abierto en la nada.
De repente el suelo se iluminó siguiendo la forma de un circulo grabado en las baldosas de colores.
Allí, un cuerpo derramado aguardaba paciente.
- Hitsys… - susurró él reconociendola sin muchos más que pensar.

“Que bien suena ese nombre pronunciado por él.”

La joven yacia en el suelo regalandole la vision de su espalda desnuda. Tan solo varias finas tiras de terciopelo negro rodeaban su cuello y su cintura para sujetar sus extrañas vestiduras. Su cabeza descansaba en el suelo, con su pelo sobre la luz originada bajo ella. La tela de su traje se enronllaba entre sus piernas y tambien se extendia alrededor de ella libremente, como prolongación de su cuerpo. Tenia la piel más pálida de lo que él recordaba, pero aún así, solo pensar en su tacto le hacia estremecerse.
El joven andó a su alrededor, casi de puntillas, no deseaba despertarla de su sueño, sin dejar de mirarla. Sus ojos recorrieron su cuerpo como nunca antes lo habian hecho. El terciopelo de sus ropajes se cruzaba jugando con las curvas de su cuerpo. Su cadera estaba completamente desnuda y brillaba bajo los hilos negros. A la altura de su cintura, la tela se ceñia acentuando mas su delgadez. Los ojos del joven llegaron hasta sus pechos que le mostraban generosamente su belleza. Siguió su recorrido subiendo por la curva de su cuello hasta su oreja Andor.
Parecia tan indefensa…
Ahora se fijó en su rostro por fin. La palidez seguia patente pero sus mejillas estaban sonrosadas. Sus labios entreabiertos llevaban una suave respiracion acompasada.
Frente a ella no pudo más que abandonarse a su contemplación, como si fuera una escultura perfecta, apenas se movia su pecho cuando respiraba.
Él suspiró y sus ojos tropezaron con las marcas en uno de sus brazos. Las garras aparecian impresas en su piel, con un color oscuro, casi como si fueran quemaduras profundas que habian llegado hasta marcar su carne.
- Qué os han hecho, Hitsys?

“Quiero escuchar mi nombre, una y otra vez, de sus labios.”

El joven se arrodilló junto al cuerpo. Con sumo cuidado lo recogió del suelo.
- Hitsys…
Le acarició el rostro con la mano. Su piel era suave, pero estaba fria.

“Llamadme una vez más…”

Dharion la estrechó contra su pecho. Cruzó sus enormes manos sobre la espalda de la joven para sostenerla. Se hundió casi por completo en su melena negra para ahogar todos los sentimientos que iban a vencerlo de un momento a otro.


Se habian detenido ante un enorme muro.
En un tiempo muy lejano los dibujos de colores recorrieron los relieves gastados de la piedra donde se escondian todos los secretos del tiempo.
El capitán se había adelantado a todos. Su atención fija en un objeto yacente el suelo, ante la pared. Sin decir una sola palabra se arrodillo para recogerlo. En su rostro se podía leer la preocupación claramente, por lo que todos los demás se apresuraron a acercarse para hacerse participes de su hallazgo.
Cuando los ojos de la princesa reconocieron aquel objeto sólo pudo pronunciar un nombre tristemente:
- Dharion...
Kyo mostraba en sus manos el arma del joven guerrero y aquello no era un buen augurio. Como luchador nunca se hubiera desprendido de su arma deliberadamente, o quizas si...
- Él ya la ha encontrado - dijo Aruadna poniendo su mano sobre la pared - Hitsys está ahí dentro.
Los ojos de la niña se habían entornado mientras repasaba la dura roca para hallar la entrada y cruzar.
- ¿Cómo ha sabido dónde se encontraba Hitsys? - preguntó un tanto dolorida la princesa.
- ¿Acaso no han servido de nada mi explicaciones, Nékhan? - preguntó seriamente la sacerdotisa mirando al frente.
La joven bajó la cabeza y ser mordió el labio inferior intentando contestar ella misma la pregunta que acababa de hacer.
- El Guardián Rojo... - murmuró.
Rápidamente giró el rostro hacia su mentora para que ésta le confirmara si se encontraba en lo cierto. La mujer asistió levemente con la cabeza antes de dedicar toda su atención a la pequeña Aruadna.


Netz lo percibió por primera vez en toda su existencia.
La amenaza estaba cerca de Él y ya casi había atrapado a su Hija para arrebatarsela, una vez más, de sus manos.
Deslizándose tan rapido como las sombras se lo permitían se adentró en la habitación en la cual Hitsys se hallaba.

“Quiero despertar!”

Odio.
Amor.
Tristeza.
Felicidad.
Ira…

Todos los sentimientos que alguien podria sentir alguna vez se mezclaron en un torbellino arrasando la mente de Dharion. El joven continuaba aferrado al cuerpo de Hitsys. Ni si quiera sabia si ella despertaria alguna vez...
Su cabello rubio vaciló tan solo un instante por una nueva presencia en la estancia. Las luces de las velas habian temblado tambien aterrorizadas ante la llegada de un nuevo ser.
Oculto tras la melena de la joven recorrió los rincones más oscuros de la estancia y no tardó mucho en hallarlo. Sus ojos rojos estaban fijos en ellos dos.
- Netz.... - susurró el joven con desprecio.
El Señor del Mal corrió por el techo de la estancia antes de decidir a saltar frente a ambos.
Al principio fue solo una masa informe de tela negra que se arremolinaba entorno a la esbelta figura del Dios. Lentamente, sus vestiduras, flotaron, disponiendose con elegancia entorno al cuerpo de éste. Su largo cabello se dejó caer sobre su espalda en un orden casi perfecto mientras el resto de sus apendices de seda terminaban por enrollarse alrededor de sus brazos.
Su porte era distinguido e infligia respeto esa mirada altiva, desde su posición de superioridad sobre los dos jovenes en el suelo.
Dharion lo observó incomodo, sintiendo una infinidad de sensaciones con su sola presencia, como miedo, dolor y sobretodo maldad. Apretó los dientes para acallar todos sus sentimientos y fijó su mente en una sola idea: no permitirle que le arrebatara a Hitsys.
- ¿Cómo habeis llegado hasta aqui?
La voz de Netz propagó su maldad hacia todas partes haciendo temblar la estancia.
- Acaso importa?
- Si. -su afirmación volvió a trastocar la realidad.
Hubo un silencio. El guerrero no supo que contestar, realmente no había una explicación lógica al hecho de que él estuviera allí.
- Responded! - ordenó perdiendo la paciencia y dejando que su poder agitara el cabello de los jovenes y sus ropas.
El chico dudó unos instantes pensativo.
- Ella me ha guiado - respondió al fin apretandola mas contra su pecho.
- Eso es imposible… - acompañó sus palabras de sonoras carcajadas corriendo enloquecidas por toda la estancia.
- Siempre he sabido dónde encontrarla…
Netz clavó sus pupilas rojas en el joven un instante. Su expresión se endureció.
- Cómo habeis entrado aqui?
Dharion bajó la mirada.
En los ojos del Dios surgió un extraño brillo de conocimiento.
- No podeis contestarme a esta simple pregunta, Dharion? - remarcó bien el nombre de este con un tono de desprecio.
El chico le devolvió de nuevo la atención, esta vez bastante sorprendido despues de haber escuchado su nombre de los labios del Señor del Mal.
Silencio...
La tensión aumentaba.
Netz se divertia acosta del guerrero. En otras circunstancias no hubiera dudado en martarlo al instante, pero la curiosidad lo corroia por dentro. Lo primero que deseaba saber era porqué su Hija trataba de protegerlo, aún a costa de su propia existencia. Y por otro lado, le intrigaba enormemente, cómo habia conseguido entrar allí sin que Él lo percibiera hasta el instante en que tocó a Hitsys.
- Estoy aguardando vuestra respuesta…
Se tomó, nuevamente, su tiempo para responder.
- Crucé el muro… - susurró con timidez tras repasar unas cuantas veces su memoria.
No había encontrado otra explicación más “lógica”.
- Qué cruzasteis el muro? - su tono era burlón.
Giró el rostro hacia la entrada para observarlo, y nuevamente, clavó sus pupilas en el chico, quien continuaba aferrado a su Hija. La expresión del Dios tomó una monstruosa severidad.
- Cómo? - su voz exigia una respuesta inmediata, y esta vez no iba a aguardar tanto, como en las ocasiones anteriores, a la contestación del joven.
- No lo se…
- Mentis.
- No miento, no se cómo crucé ese muro. -dijo alzando la voz un tanto enfurecido.
- Dharion, no me tomeis por estúpido!!! - sus palabras estaban cargadas de toda la autoridad de un Dios, ensalzandose en cada pronunciación -, Vuestra hazaña no pertenece a una criatura mortal!!!!


Aruadna había estado largo rato palpando la superficie de piedra sin decir nada. En su rostro podia verse una media sonrisa de inteligencia ante lo que su mente descubria con cada nueva mirada hacia los dibujos descoloridos.
El resto del grupo la observaba en silencio. Mientras que Kyo, y sus hombres, no hacian mas que impacientarse ante la falta de información, los demas, monjes y sacerdotisas tan solo aguardaban pacientes; Los sirvientes de la princesa, tan solo podian limitarse a ver cómo todo se desarrollaba, sin intervenir en absoluto.
Nékhan, por su parte, se habia sumido en sus pensamientos tras lo que Nepher le había desvelado. En cierta manera se sentía herida por saber que Dharion había encontrado con tanta facilidad a Hitsys.
La niña devolvió su atención hacia el grupo. Habia puesto sus manos escondidas a su espalda mientras repasaba con la mirada todos los rostros de los presentes. Sus expresión habia vuelto a ser tan infantil como antes, y era algo que a Kyo le hacia sentirse realmente incomodo.
Estaba claro que Aruadna no era una chiquilla normal, y sus repentinos cambios de expresiones y voces, todo, unido a la madurez de sus palabras, solo conseguida desconcertarlo enormemente, tanto a él como a sus hombres.
Pero, al parecer, ante los ojos de las sacerdotisas, incluyendo los de Nepher, y los monjes, parecia algo muy corriente. Quizás supieran algo más que ellos, por no ser sirvientes de Aris, desconocian de antemano.
- Nepher... - habló por fin la niña requiriendo la antención de la mujer.
La sacerdotisa se adelantó a todos hasta situarse justo delante de la roca, a la izquierda de la Dherhosz.
- Nékhan…
La princesa tambien fue requerida a ocupar su lugar en el sitio reservado entre su mentora la chiquilla.
- Qué vais a hacer? - fue el capitán quien rompió el silencio en ese instante.
- Tranquilizaos, Kyo - sintió una mano en su hombro - observad.
El hombre giró en ese instante para tropezarse con la clara mirada del Agmenón. Sus ojos le recordaban increiblemente a los de su hermana, tranquilos, serenos, rebosantes de conocimiento.
Las tres feminas dirigieron su atención al muro.
Nepher fue la primera en reaccionar. Actuaria segun lo que su honorable antepasado le había desvelado. No podia negar su lugar dentro de la Creación, como no podia negar tampoco su importante misión. Levantó su mano derecha, temblorosa en un primer momento por la excitación. Sus ojos vibraban expecatantes ante lo que ocurriria en el mismo instante en que pronunciara la palabra prisionera en sus labios. Cuando su piel se posó sobre la roca liberó sus labios para gritar su verdadero nombre:
- Quiantha!
Su voz no tardó demasiado en hacer efecto sobre el muro. Partiendo de su mano se iluminó una forma concreta en la pared, recorriendo todos los surcos de la roca con un tono azulado, muy vibrante.
Ahora el turno de la princesa. Estaba muy nerviosa y se mordia el labio inferior intentando actuar como debia en aquellos instantes. Ella también supo qué debia hacer en ese momento, pues la joven hubo compartido con su mentora todos los secretos del pasado que le gritaban quien era.
Su mente corrio en el tiempo para recordar la imagen aparecida en sus sueños de ella misma, entonces apretó los ojos con fuerza mientras ponia la mano sobre la pared y gritaba su nombre:
- Sahraáz!!!
Otro haz de luz tuvo su origen bajo su piel. Su color era rojo, con una una forma similar al anterior, completandola en parte.
Aruadna no lo pensó tanto como la princesa. A pesar de su apariencia, su conocimiento rayaba en lo no conocido. Sus origenes siempre fueron un misterio para sus cuidadores, pero sus palabras, habian estado cargadas de demasiada madurez y sabiduria desde el mismo dia en que aprendió a hablar.
Dejó su mano sobre el muro y pronunció su nombre orgullosa de decirlo al fin.
- Jatnemi.
Otro dibujo se iluminó al instante. Su trazo se extendia completando la forma de los otros dos en una perfecta composición de equilibrio y serenidad.
- La mano de Aris… -murmuró uno de los monjes Mendor cuando reconoció el simbolo brillante en la roca.
Agmenón miraba sorprendido a las tres feminas. Estaba tambien nervioso y la excitación recorria su cuerpo ante lo que acababa de presenciar.
- Las Tres Semidiosas!!!! - exclamó una de las sacerdotisas dejandose caer de rodillas ante la contemplacion de Nepher, Nekhan y Aruadna.
- Realmente existen… -murmuró Agmenón sonriente - yo estaba en lo cierto…
No tuvieron tiempo de mucho más. El muro con la mano de Aris brillando empezó a temblar. La roca se quejó ante el esfuerzo de retirarse con lentitud. Habia permanecido mucho tiempo unida, aferrada a si misma, y ahora, no deseaba separarse tras los mandatos de las luces que la recorrian con ese simbolo tan poderoso.
Las partes en las que había quedado dividido el muro se retraian lentamente hacia arriba, abajo, y ambos lados.


Netz entornó los ojos y su mirada pudo trapasar los limites de lo permitido. Dejó de observar el rostro de Dharion para adentrarse en su interior, hasta lo mas profundo de su ser solo con su curiosidad excitada como única guia en aquel mundo interno.
Hallar su alma no fue tarea en absoluto laboriosa. Alli estaba ante Él, tan decrépita y vacilante como Hitsys la percibió en Oruk. Su espiritu era mucho más frágil de lo que el Dios habia supuesto y ese hecho le hizo dudar ante las intenciones de Aris…
La Diosa siempre habia estado un paso por delante de Él en cualquier terreno, y no iba a descuidar en absoluto su propia existencia otorgando un espiritu tan debil como el que palpitaba en el interior del joven. Entonces, todo aquello porqué…
Sólo habia una manera de conocer las respuestas y Netz sabia cuál era. Alzó su mano sin titubear dispuesto a agarrar la pequeña esfera amarillenta palpitando ante sus ojos. Su garra no tembló y su movimiento fue firme y sereno hacia su objetivo. Conforme se acercaba al espiritu del guerrero la fuerza de Aris envolvió su mano contradiciendo enormemente el deplorable aspecto de aquella alma debilitada.
Entonces el Dios sonrió en el mismo instante en que sus dedos casi rozaron las existencia de Dharion, solo necesitaba tocarla para conocer los verdaderos planes de la Diosa… pero jamás llegaria a tocar su alma pues algo invisible detuvo su avance.
Netz rugió ante lo inesperando. Dio un paso más hasta el espiritu del chico con los ojos encendidos y el rostro desencajado en una horrenda mueca de curiosidad y furia.
Agudizó con facilidad su percepción de aquel mundo privado. Un leve honda en la realidad derramó el color rojo ante él, interponiendose entre su divina presencia y su objetivo. En un primer instante parecia una cortina de tela rojiza pero en tan solo un segundo dejó de moverse con la misma elegancia con la que habia aparecido para quedarse quieta y demostrarle su su verdadera apariencia de muro de cristal solido.
- Maldita seais Aris… -murmuró creyendo ciegamente que la mano de la Diosa estaba presente en aquel hecho.
Netz rodeó el alma de Dharion protegida por la barrera cristalina. Buscaba en sus superficie alguna imperfección, alguna pista que le permitira atravesarla para descubrir las cabilaciones de su Enemiga.
Permaneció largo tiempo examinando con exasperante minuciosidad la brillante superficie que jamás le permitiria hacer daño a lo protegido en su interior.
No se daria por vencido tan facilmente. Dharion se habia convertido ante sus ojos en la pieza clave del plan de Aris. No sabia aún cómo ni porqué pero no desperdiciaria la oportunidad de descubrirlo, aunque tuviera que hacer uso de todo su poder para derribar el muro rojo que le impedia alcanzar la respuesta a todo para obtener el absoluto dominio sobre la Creación.
Liberó la maldad contenida en su ser. Las ropas sobre su cuerpo se agitaron acompañando a sus cabellos en un frenético movimiento de locura generada por el torbellino de oscuridad generado a su alrededor.
Lentamente dejó sus manos sobre la superficie brillante del cristal y la sorpresa asaltó su rostro nuevamente. La sensación que le transmitia su contacto con la barrera roja era distinta a la esperada por su parte. Estaba completamente seguro de que hallaria la presencia de Aris, de nuevo, protegiendo el alma del guerrero, aunque enseguida reparó en su error.
La presencia protegiendo el alma de Dharion poseia un increible poder, que habia permanecido dormido durante demasiado tiempo… un poder que reconoció enseguida, porque esa fuerza, esa resistencia, en parte, tambien eran suyas…
- Hitsys…
Entonces entornó la mirada sin comprender qué hacia la presencia de su Hija protegiendo tan fielmente el débil espiritu de un simple Humano. De cualquier forma, una de dus preguntas acerca del interés de Hitsys por Dharion acababa de quedar respondida en ese momento, aunque, de esa misma forma, una nueva incognita surgió en la mente de Netz.
- Qué tramais, Aris?
Apartó la mano del cristal sin darse por vencido pero con un cambio radical en su forma de actuar respecto a lo descubierto. Sonrió astutamente al dejar una idea florecer en su mente, un pensamiento que no tardaria en poner en practica, utilizando a Dharion como principal protagonista.
Con calma volvió a sentirse dentro de la realidad. Sus ojos rojos se habian clavado en la mirada azul del joven como certeros cuchillos de fuego. El tiempo empleado por el Dios para ahondar en el mundo privado del guerrero fueron apenas unos instantes durante los cuales el chico jamás apartó su atención de Él. Con una actitud demasiado serena para un Humano en su situación, permaneció todo el tiempo espectante ante los movimientos del Señor de las Criaturas de la Noche. Sabia que de un momento a otro sus intenciones desembocarian en arrebatarle a Hitsys. Pero, en aquellos instantes, la joven, habia sido desterrada a un segundo plano en la mente de su Padre.
Los pensamientos de Netz se recomponian a increible velocidad, alimentandose asi mimos cuando reunieron todas las piezas del rompecabezas que Aris habia dejado esparcido sobre la Creación con la única misión de mantener a salvo a su mundo y protegerse a Ella misma.
Dharion apretó a Hitsys más contra su pecho cuando el Dios dio sus primeras señales de que no era en absoluto una estatua. En su rostro joven habia aparecido una sonrisa macabra que anticipaba la maldad cruzando todos sus pensamientos. Entonces se decidió a hablar con la tranquilidad de aquel que dispone de toda la eterniad para exponer sus palabras. La realidad se alteró ligeramente, desdibujandola en hondas de maldad que fluian desde Él.
- Decidme, Dharion – el tono de sus palabras tenia como objetivo poner a prueba al joven -, quienes fueron vuestros padres?
El guerrero se sorprendió ante la pregunta sin sentido que Netz le estaba formulando en aquellos instantes en los que el futuro de todo un mundo pendia de un hilo.
- A qué viene esa pregunta? – fue su respuesta insegura y con un tono que desmostraba su confusión ante las intenciones del Dios.
- Respondedme!!!
Exigió una contestación imediata, acompañada de un aumento considerable de poder que deboraba lentamente parte del mundo más cercano a su cuerpo. Sus haces de seda flotaban libres, como si tuvieran vida propia, dispuestos estrategicamente alrededor de Él.
El joven dudó unos instanes dejando que sus ojos miraran al vacio sin hallar una respuesta en absoluto clara en su pasado.
- No… no lo se… – titubeó dandose cuenta, por primera vez, de su ausencia de recuerdos.
Netz sonrió complacido ante sus palabras.
- Contadme, Dharion, que recuerdos teneis de vuestra niñez?
Alzó subitamente su atención de nuevo hacia el Dios con la sorpresa en su rostro. No entendia el motivo de su repentino interés en él.
- Dónde nacisteis?
- Qué tiene que ver mi pasado con esto? – inquirió bastane molesto, más por el hecho de que realmente no podia recordar nada que por otro motivo.
- Respondedme!!!
- Eso no importa… - murmuró desviando sus ojos azules hacia un lado y aferrandose con más fuerza al cuerpo inmovil de la joven, como si ella fuera la única real en todo aquello.
Netz volvió continuó sonriendo, más complacido aún. Sabia a dónde queria llegar con sus preguntas y su objetivo no estaba en absoluto lejos.
- Dónde crecisteis, Dharion?
- Dejad de hacedme preguntas estúpidas…!
- Estúpidas, decis? Serian estúpidas si pudieras contestarlas…
- Tenga o no respuestas para ellas ahora estan fuera de lugar. Yo solo he venido a por Hitsys…
- Entonces respondedme, es muy sencillo, no?
Ambos volvieron a mirarse y el silencio se adueñó de la sala.
- Donde os educasteis? –irrumpió el Dios con su sonrisa de superioridad aumentado a cada instante en que ganaba terreno en la mente del joven.
Esta vez ni si quiera obtuvo una respuesta evasoria por parte del guerrero.
- Donde estan esos recuerdos del pasado que todos los mortales tienen?
Silencio.
- Quienes fueron vuestro amigos de niñez?
Silencio.
- Cuándo sentisteis amor por primera vez?
Silencio.
- A quién disteis vuestro primer beso?
- Basta… - mumuró al fin el chico sintiendo como todas las palabras del Dios rebotaban en su cabeza clavandose como astillas en su cerebro.
- Que os ocurre? Acaso no podeis responder estas simples preguntas?
- Basta.
- Responded!
Dharion lo miró enfurecido.
- No puedo!!!! -chilló al final.
- Por qué?
- No se quienes fueron mis padres; no se donde nací, ni dónde crecí, ni dónde me eduqué!!! –gritó estallando en la consciencia de que jamás supo nada de su pasado, aunque siempre lo dio por vivido y no tuvo la necesidad, nunca, de revolver en este.
- Entonces… tampoco sabeis quien sois?
Su ira se disipó ante su ultima pregunta sin ningún sentido para él.
- Claro que lo se, soy Dharion. – se apresuró a argumentar seguro de si mismo y de su nombre.
- Sabeis que no me refiero a eso…
- Entonces explicaros! – exigió con el ceño fruncido y cansado ya de tanta palabreria sin sentido.
Lo único que obtuvo del Dios fue la misma expresión de seguridad en si mismo. Tras su inusual converdación Netz habia descubierto algo que Dharion no llegaba a comprender.
Subitamente el Señor de las Criaturas de la Noche dirigió su atención hacia el muro tras Él, a la otra parte de la estancia, donde las luces de las velas temblaban ante lo que iba a ocurrir.
El guerrero tambien dejó que su mirada viajara hasta aquél punto con curiosidad intentando descubrir que habia sido lo que captó la mente del Dios de una forma tan repentina.
Apenas aguardó uno solo instante para ser testigo de un ritual practicamente olvidado por todos los Hijos de Aris. Su atención puesta en la pared del fondo le mostraria los acontecimientos que solo tuvieron lugar cuando Aris reinaba en la Creación y que ahora, volvian a resurgir del pasado como desesperado reclamo para su regreso.
Los dibujos comenzaron a brillar conformando un hermoso signo que reconoció al instate. Poco después la roca tembló y se retiró hasta sus origenes con paso lento para mostrar lo que habia al otro lado.
Las telas que rodeaban el cuerpo de Netz se agitaron, tomando vida propia, dispuestas a actuar con un solo pensamiento de éste. Pero cuando observó las tres presencias al otro lado de la pared que desaparecia hacia arriba, abajo y ambos lados, se detuvo con una mirada demasiado astuta incluso para Él. Antes de volver a saltar a la Oscuridad dedicó su última atención a observar la escena del guerrero aferrado al cuerpo inmóvil de su Hija.
- Ya os he descubierto… -murmuró para si mismo.
Nezt se desvaneció en el punto de la sala donde la luz jamás alcanzaria y donde sus dominios se extendian tan libres como ahora lo hacia Él por la Creación.
Dharion apenas tuvo tiempo de aclarar su mente.
- ¿Qué haceis aquí? - preguntó enfurecido cuando su mirada tropezó con el grupo afuera de la estancia- Deberiais haber escapado de aquí...
En primer lugar estaba Nepher, esbelta, seria, con la delicadeza y elegancia en cada una de sus posturas, ademanes, como correspondia a una autentica Andor. Miraba tranquila hacia el interior, y más concretamente hacia Dharion quién parecia mas enfurecido que alegre de verlos alli.
En segundo lugar, Nékhan. Nerviosa, joven y más Humana de lo que jamas ella misma hubiera pensado. Ahora se mordia el labio inferior a la espera de que los acontecimientos se sucedieran dándole la oportunidad de actuar correctamente y enmendar todos sus errores del pasado.
Y por último, Aruadna. La niñez y la inocencia eran los mejores atributos que mostraba la niña Dherhosz. De pie y sonriente, como si no ocurriese nada malo a su alrededor.
- Dharion - murmuró Kyo al ver al guerrero allí dentro.
- ¿Cómo habeis conseguido atravesar el muro, Dharion? - preguntó entonces Gort dando un paso al frente.
- ¡Marchaos! - ordenó secamente el joven abrazando con mas fuerza a la chica, como si con su sola presencia pudieran arrebatarsela.
- Hemos venido a despertar a Areg.Nuk.Arak. - dijo Nepher.
- ¡Marchaos de aquí! - gritó esta vez - ¡Dejad a Hitsys tranquila, ya ha sufrido bastante!
- Nadie va a hacer ningún daño a Hitsys... - habló ahora la niña.
El joven ya habia abandonado del todo el interes por descubrir el sentido de las palabras del Dios. Ahora, su atención estaba más fija en las tres mujeres que decidieron introducirse en la sala con paso firme y suponian para él una nueva amaneza.
Nepher cruzó el umbral. Cuando su cuerpo traspasó el limite, entre interior y exterior, se iluminó por un instante perdiendo todos sus detalles, incluso su forma. Con el segundo paso volvió a ser ella misma pero su aspecto habia variado.
Continuaba con su porte elegante y sus formas estilizadas. Su cabello estaba suelto, dejando que dos mechones cayeran delante de sus orejas para acentuar más su forma, mientras el resto de su melena estaba recogida con un broche de plata casi a la altura de la nuca. Sus cabellos se prolongaban hasta su cintura con un brillo increible. Sus ojos seguian teniendo esa mirada cristalina tan tranquila. Y sus labios sonreian ante la visión del guerrero de rodillas en el suelo. Su vestimenta era de seda blanca, resbalando por sus elegantes formas de mujer Andor.
Caminó hasta situarse ante el joven. Allí se detuvo a la espera de algo.
La segunda en cruzar fue Nekhan. La luz tambien la envolvió a ella para dar paso a su increible transformacion. Su cabellos rojos quedaban recogidos con un broche plateado tambien, dejando que algunos de sus rizos emarcaran su rostro y cayeran sobre los y espalda hasta casi su cintura.
Sus ojos brillaban mas de lo normal, como su piel, sonrosada y clara. Su atuendo tambien era de seda blanca, con broches de plata y perlas en borde de su larga falda.
Con una expresión tranquila acudió hasta su mentora.
Pero la transfomación más sorprende fue la de Aruadna. Su figura se perdió tras el resplandor, y cuando todos fueron capaces de volver a verla de nuevo no cabian dentro de su asombro. Ya no era la chiquilla que conocian. Ahora, se les presentaba mucho mas joven que Nekhan, pero con un cuerpo de mujer y altura sobresaliente conforme correspondia a un Dherhosz. Su cabello oscuro estaba trenzado por completo y se recogia, con un broche, tambien plateado, en su cabeza. Varias trenzas finas descansaban sobre sus hombros libres de estar prisioneras por la pieza de metal que relucia en su cabeza. Sus ojos eran grandes y miraban con una increible sabiduria hacia el guerrero. Su cuerpo era el de una mujer, sin duda, y la seda blanca se esforzaba por demostrarselo a todos con un diseño un tanto agresivo, como correspondia a su raza.
Las tres mujeres miraban al chico con unas expresiones serenas mientras este se sentia tan perdido que ya no sabia que hacer.
- Entregadnos a Hitsys, Dharion - las tres hablaron a la vez con pausa.
El joven se puso en pie sin dejar de abrazarla como si fuera una muñeca.
- No lo pongais mas dificil, Dharion!!! -sus voces volvieron a sonar increiblemente acompasadas.
-No.
El joven dio un paso atrás para alejarse de la tres feminas.

En el exterior todos contemplaron maravillados el espectaculo.
- Qué ha ocurrido? - preguntó torpemente Kyo sin dar credito a sus mortales ojos.
Todos habian sentido el inmenso poder de Aris en la luz que habia rodeado la transformacion de las tres mujeres.
- No sabria como explicarlo… - respondio Agmenón visiblemente excitado por sentirse un testigo privilegiado de los designios de Aris.
- Sois un monje, deberiais saber explicarlo - dijo Gort sin poder apartar su mirada de las tres al fondo de la sala.
- Son la reencarnación de las tres Semidiosas guardianas de las tres razas -comentó una de las sacerdotisas. - Andors, Humanos y Dherhosz…
- Semidiosas? - preguntó curioso el capitan.
- El tiempo las ha borrado de la memoria de muchos, pero ellas nos prometieron su ayuda en el principio de todo este desastre- explico Agmenón.
- Y Dharion? Que tiene que ver él en todo esto? - la curiosidad de Gort lo empujó a investigar.
- No lo se… - murmuró el monje de cabello cobrizo - Pero él también ha cambiado ahí dentro.
No solo Agmenón había reparado en su transformacion, todos los demás tambien, sobretodo los soldados. Su cabello era más brillante que de costumbre, incluso parecia oro. Sus ojos eran un azul intenso que nunca antes habia tenido. Habia perdido sus muñequeras viejas de cuero, y en su lugar, habian dos nuevas, tan doradas como su melena. Ya no portaba su uniforme azul de soldado, sino un extraño atuendo blanco confeccionado con seda. Iba descalzo, como las tres Semidiosas detenidas ante él, pero en sus tobillos, podian verse anillos igualmente dorados.

- Dharion, entregadnos a Hitsys! - volvieron a repetir las tres.
- Dejadnos solos! - chilló retrocediendo hasta que la roca le aprisionó la espalda.

Kyo dio un paso con intención de entrar en la sala, pero Agmenón se apresuró a detenerlo alzando su brazo derecho ante el pecho del Humano.
- Deteneos! – ordenó un tanto alarmado ante las intenciones del capitán.
- Que ocurre? – inquirió con curiosidad pero sin mucha paciencia el hombre.
- Nuestro sitio no está ahí…
- Que quereis decir?
El monje lo miró endureciendo su rostro para que sus palabras tuvieran la crebilidad que necesitaba en aquellos instantes.
- Si cualquiera de nosotros intenta entrar… morirá.
Las palabras de Agmenon habian cumplido su misión. Kyo y sus hombres lo miraron con el miedo asomado a sus ojos suplicando por una nueva explicación más detallada.
El joven Andor no necesito de palabras para entenderlos y se limitó a agacharse para recoger algunas piedrecillas en el suelo que se habian desprendido del suelo cuando la pared se abrió por primera vez, despues de haber estado sellada durante casi una eternidad.
Lanzó las piedras con todas sus fuerzas hacia el interior de la sala y cuando éstas cruzaron el umbral se desparecieron subitamente desintegradas por una barrera invisible.
Kyo dio un paso al frente negandose a creer lo que sus ojos le habian mostrado.
- Cómo sabiais eso? - interrogó Gort irguiendose más tenso aún que antes.
- He sido un monje estudioso, como mi hermana, y ambos sabemos todo acerca de las visiones y profecias de nuestros antepasados -hizo una pausa -, el relato de la existencia de esta sala y de su funcionamiento fue obra de nuestro honorable antepasado, Natata-Arut.
- Y cual es el funcionamiento de esta sala? -fue ahora Kyo quien se interesó sin apartar sus ojos de la espalda de Nepher.
- Es el Origen y Final de la Creación. Todo se genera y se destrulle en este lugar. Sólo los Dioses, o Semidioses pueden estar ahi dentro.
- Entonces Dharion e Hitsys… que son? Dioses? Semidioses? -preguntó incredulo Gort.
- No lo se - el monje se encogió de hombros - pero no lo creo. Hitsys debe tener una relación muy directa con Aris…ya que es Areg.Nuk.Arak…
- Y Dharion? -fue Kyo quien interrumpió girandose con la curiosidad en su expresión.
- Quien sabe? - sonrio contrariado y un tanto nervioso el hermano de la sacerdotisa - El tiempo lo dirá, nosotros solo somos meros espectadores. Si él está ahí seguramente es por deseo expreso de Aris…

- El tiempo se nos acaba, Dharion - el trio habló al unisono - entregadnos a Hitsys antes de que tengais que arrepentiros, antes que tengamos que arrepentirnos…
- He dicho que nos dejeis solos!!!!
Su voz resonó en cada uno de los rincones de la sala con un tono contundente mientras sus ojos pemanecian cerrados y liberaba todo su deseo de que sus deseos fueran acatados en el acto. Algo surgió desde lo más profundo de su ser, agitandose en un movimiento de libertad a través de toda su persona.
Apretó a Hitsys más contra su pecho para que no cayera, para que nadie consiguiera arrebatarsela… Su cabello se agitó brillando bajo la tenue iluminación de las lejanas velas y la luz de Aris procedente del circulo en el centro de la sala.
Escuchó varios golpes secos tras gritar como un loco sus deseos desde lo mas profundo de su mente. Abrió los ojos subitamente alarmado por el sonido y su primera atención fue dirigida hacia Hitsys, todavia entre sus brazos. Su respiración continuaba siendo lenta, serena como si nada de lo que ocurriese a su alrededor pudiera afectar en lo más minimo su descanso.
Después alzó el rostro, su expresión se tornó confusa porque apenas se dio tiempo a enter mucho de lo que su voz habia causado en la sala.
Nepher, Nekhan y Aruadna estaban en el suelo. En sus movimientos se percibia su aturdimiento. Se incorporaban con la torpeza de alguien que ha sido golpeado violentamente y necesita de tiempo para que su cuerpo vuelva a reaccionar bajo sus ordenes.
El joven buscó a Netz pero algo en su interior le gritaba que Él no era el causante de lo ocurrido.
Nuevamente sus ojos buscaron a las feminas en un acto desesperado de encontrar una respuesta clara a su ya enmarañados pensamientos. Tan sólo le bastó observar a Nékhan para entenderlo todo y sumirse en una nueva muestra de desconcierto. La joven le devolvia la mirada con una expresión de miedo.
Por qué? Era lo que se preguntaba en aquel instante el joven. Queria negarse a si mismo lo que habia hecho, pero no pudo. Desde el instante en que gritó esas palabras supo sus consecuencias…
Él habia sido el responsable de lo sucedido.
Hasta el momento, su deseo de encontrar a Hitsys lo había cegado demasiado como para ser consciente de lo que le estaba sucediendo a su persona. Ahora, tras lo ocurrido, tomó unos instantes para darse cuenta de todo. Desde que decidió ir tras la mestiza su cuerpo, y su personalidad, estaban sufriendo cambios drasticos que le asustaban enormemente…
- Así que sois vos, Dharion… - la voz de Netz cruzó la sala riendo.
- De qué estais hablando…? - susurró el joven.
Las risas de la presencia divina en la sala propagaban libremente la maldad de este hasta cada oscuro rincon. Su rostro sonreia despues de disfrutar del espectaculo que Dharion le habia ofrecido.
La puerta del fondo volvió a temblar con sus quejidos de dolor ante el esfuerzo realizado, esta vez para cerrarse.
Los Hijos de Aris que permanecian en el exterior jamás podrian hacer nada para impedir que sus miradas quedasen privadas de tal espectaculo. Pero tal y como habia dicho Agmenón, ellos deberian limitarse a ser espectadores, aunque en esos momentos iban a convertirse en tan solo gente que aguarda su destino, decidido en el interior de la sala donde todo tiene su principio y su fin en la Creación.
Netz no dejaria tiempo a nadie más para actuar. Habia sido capaz de reunir todas las piezas que Aris habia esparcido por sus dominios para acabar con Él. Tan solo habia tenido que aguardar a que el joven alcanzara el limite de su resistencia Humana para descubrir todas las intenciones de la Diosa.
Con presteza cerró el puño y su maldad se agitó a la espalda de Dharion. Las prolongaciones de su cuerpo surgieron de la sombras de la roca como garras dispustas a cumplir fielmente sus deseos. Con una velocidad irreal se enrollaron en el cuello del guerrero, y en sus extremidades.
EL chico intentó liberarse, pero eso no era lo que más le preocupaba, sino que la joven que sostenia cayera. Los haces de tela aumentaron su poder y tiraron energicamente de sus brazos que deseaban resistir.
- No!!!
Lentamente vio como sus manos se separaban de ella, como sus pieles dejaban de estar en contacto y como el peso de su cuerpo la arrastraba de nuevo a caer al suelo con un sonido espeluznante.
- Hitsys!!! -gritó desesperado cuando sentia que la perdia para siempre.

“Dharion!!!”

El cuerpo del joven acabó por sucumbir ante el poder de Netz. Sus brazos quedaron prisioneros a cada lado de su cuerpo, con la roca clavandose al otro lado de su carne. Las ropas blancas sobre su persona fueron profanadas por la negrura de la tela de seda que lo retenia contra la pared a su espalda.
Los ojos azules del chico tan solo estaban fijos en una cosa, en el cuerpo de Hitsys a sus pies, yacente, como una marioneta que su dueño no tardaria en volver a sacar a escena.
Se retorcia en sus ataduras de seda para intentar alcanzarla.
Mientras, Netz, dejó que los acontecimientos se sucedieran tal y como Él necesitaba.
Nepher, Nekhan y Aruadna se habian limitado a observar porque sabian de antemano como debian transcurrir las cosas. Habian entrado allí por voluntad propia, conscientes de que si todo no sucedia segun los designios de Aris, ellas tres, quedarian bajo el poder de la Oscuridad para siempre.
El Dios no necesitó muchas mas explicaciones acerca de quienes eran aquellas tres mujeres envueltas en la luz de su Enemiga. Las conocia demasiado bien pues ellas estuvieron presentes en el origen de la Creación, y en el nacimiento de las tres razas que ahora poblaban todos los dominios de Aris.
Eran las tres Creadoras directas de cada una de las clases de criaturas vivientes. Fueron modeladas a su imagen y a cada raza se les otorgó la realidad que más le facilitaria la vida.
Ahora, su poder se enredó en sus cuerpos y tiró de cada una de las mujeres para situarlas en sus lugares correspondientes.
Nepher fue la primera en ocupar su sitio alrededor del gran circulo en el centro de la sala. Muy cerca de este, en el suelo, habia otro de menores dimensiones que tan solo necesito que sus pies descalzos se posaran sobre su superficie para iluminarse con el poder de Aris.
Netz sonrió maravillado. En efecto, allí estaba el origen de la Creación y si lograba hundir sus manos en este se haria el Dueño de todo.
Nepher, se vió inundadad por el inmenso poder de la Diosa iluminando todo su cuerpo desde sus pies. Sintió su infinita bondad y sabiduria y tan solo pudo suspirar tranquila ante su presencia.
La segunda en ser arrastrada fue Nekhan. La joven estaba más asustada de lo que cabria esperar. Pero ella, al contrario que su mentora y Aruadna, jamás habia gozado de las habilidades de las otras dos para comprender ese tipo de cosas, quizás porque su cuerpo, y su mente, fueran meramente Humanos y se limitaran a la materialidad.
Entonces, tal y como ocurrió en el templo Kerjaid, volvió a sentir la frescura del aliento de Aris atravesar cada minima parte de su persona y respiró tranquila.
Aruadna fue la última en ser arrastrada al tercer circulo en el suelo, situado enfrente de Nepher, al otro lado de la forma geometrica brillante en el suelo. Aquella que antes fuera una niña no se resistió tanto como las otras dos. Sus ojos apenas miraban abiertos a la mitad, porque lo que ahora transcurria en su mente era más incertidumbre y miedo que otra cosa. No podia compartir la serenidad de las otras dos Semidiosas, pues ellas se conformaron con sentir la presencia de Aris en todo su ser sin distinguir entre cuerpo y alma.
Ella no, no se dejó engañar por la calidez de la Diosa pues su situación no era nada esperanzadora.
Tampoco podian hacer nada contra Netz ya que sus únicos poderes se limitaban a la creación de la vida y el cuidado de ésta. Por ese motivo eran tan solo Semidiosas, mitad mortales y mitad divinidades.
El espectaculo maravilló a Netz durante unos instantes. El Origen de todo brillaba en el centro de sala, prisionero en una forma circular matematicamente perfecta, limitada por un amplio trazado de formas que pertenecian a la lengua de los Dioses.
Alrededor de este punto habian surgido tres luces más, que imitaban a la mayor en su perfecta forma y en los simbolos que las limitaban. Se unian a la circunferencia central con hermosos hilos de luz que correteaban libres desde el Orgien hacia los tres menores. A primera vista podia observarse sin ningun problema el flujo de poder, como emanaba desde el punto central de toda la sala y se extendia hacia todas partes iluminando lo tres cuerpos situados a su alrededor.
Ahora el tiempo decidiria sobre todos…
La atención de Dharion abandonó a la joven del suelo para fijarse en lo que el Dios estaba haciendo. Apenas entendia sus inteciones pero algo en su interior le desgarraba los sentidos con un grito portando un mal presentimiento.
De repente todo quedó en calma y la presencia del Señor del Mal desapareción unos infimos instantes de la sala.
La quietud era lo que los rodeaba con sus peso afixiante.
La puerta del fondo ya se habia cerrado condenandolos a todos al final allí dentro.
Las tres mujeres no decian nada, se limitaban a mirar al frente aguardando pacientemente, como siempre lo habian hecho.
Netz saltó delante del guerrero subitamente y este se movió hacia atrás asustado ante la repentina aparición.
El Dios sonreía con una seguridad insultante en su rostro no mortal.
- No os preocupeis, enseguida acabaremos con todo esto -entornó los ojos mientras sus pupilas resplandecian - Areg.Nuk.Arak…
Dharion apenas pudo digerir aquel nombre en su mente…
- Qué estais diciendo? - susurró incredulo.
El Señor del Mal tan solo le dedicó una sonora carcajada de triunfo.
- Hitsys es Areg.Nuk.Arak!!!!! -chilló - no yo!!!!
- Aris ha conseguido engañarme muy bien, utilizando a mi Hija como señuelo -habló mientras lenvantaba a la joven del suelo con su mirada encendida -, pero vos mismo os habeis delatado…Areg.Nuk.Arak…
- Delatado? Hitsys es Areg.Nuk.Arak!!!!Siempre lo ha sido!!! Yo solo soy un simple Humano!!!
- Siempre supe que Areg.Nuk.Arak se negaria a si mismo porque conozco demasiado bien a Aris y se como le gusta hacer las cosas… Pero, cómo podeis explicar toda vuestra existencia? Cómo podeis justificar las hazañas que habeis protagonizado desde que llegasteis a Kayss?
El guerrero le sostuvo la mirada unos instantes y no pudo encontrar las palabras para explicar todas las preguntas que el Dios le estaba haciendo, y que él mismo tambien se hacia en ese mismo instante.
- No lo se…
- Solo un nombre lo resume todo: Areg.Nuk.Arak, el Elegido de Aris.
- Eso no puede ser cierto…
- Lo es…
- Cómo iba Aris a elegir a alguien como yo?
- No os eligió… os creó, como yo creé a Hitsys…
- Hitsys…

“Dharion!!! Sacadme de aqui!!!!”

El guerrero dejó caer la cabeza sobre su pecho con tristeza y cerró los ojos antes de hablar.
- No os creo…
- Qué no quereis creer? Qué Aris os hizo de la nada y os puso en su Mundo para despertarla con el nombre de Areg.Nuk.Arak tatuado en vuestra alma o qué Hitsys es obra mia, mi Hija, y por lo tanto vuestra rival?
- Todo me da igual… solo la quiero a ella, solo quiero a Hitsys.
Entonces alzo sus claros ojos para sostener la mirada de maldad del otro.
- Si tanto la deseais os la entregaré en un instante.
El poder de Netz condujo a su hija hasta el circulo central y la depositó allí de pie con increible suavidad, para que nada pudiera dañarla. Sus vestiduras se deslizaron a cada lado de su cuerpo para arreglarse, casi con vida propia, resaltando toda la feminidad de su cuerpo. Sus rostro estaba un poco inclinando hacia delante y oculto levemente por mechones de su negra cabellera, casi, en un acto de verguenza ante los ojos de Dharion que habian quedado clavados en su persona.
Su Padre dio la orden mental que acató al instante. Su cuerpo se relajó para moverse elegantamente en unos hermosos giros sobre las puntas de sus pies descalzos, en una danza realmente hermosa que agitaba tanto sus vestiduras como sus cabellos envolviendo más en un misterioso halo de deseo ante los ojos del guerrero.
Se detuvo subitamente cuando su baile hubo finalizado. Quedó con una rodilla clavada en el suelo y con el cuerpo inclinado sobre esta. Su rostro oculto completamente por sus cabellos y los brazos elevados hacia atras en una postura que casi podria romper los limites de las articulaciones de sus hombros.
Entonces Dharion reparó en lo que ocurria bajo sus pies. Desde ese mismo punto la maldad habia surgido y se extendia sin limites acabando con toda la luz de circulo central.
Las Sombras se arrastraron cubriendolo todo. Vagaron por las conexiones entre el centro y los circulos perifericos, hasta engullirlos sin miramientos, y con ellas, cubrir de maldad a las tres Semidiosas. Trepaba por sus piernas, clavandose en su carne para poder conseguir el impulso necesario y ascender con paso firme hasta la cumbre de sus cuerpos. A su paso, todo lo que era luz, procedente de Aris, quedaba arrasado, y convertido en Oscuridad para siempre. Las vestiduras de las tres Semidiosas se convirtieron en la ausencia de luz, tornandose en las tienieblas rodeando sus cuerpos. Sus pieles dejaron de brillar con los tonos perlados de la divinidad a la que servian para volverse opacos ante su nuevo Señor, quien observaba el espectaculo muy complacido de su triunfo.

“No!!!”

El cuerpo de Hitsys tembló en ese instante sacudido por algo. Dejó que sus brazos cayeran y se apoyó en el suelo respirando con dificultad.
- Dejad de torturarla ya!!! - chilló Dharion temiendo por ella.
- Torturarla? - rió - Jamas haria algo asi…
- Liberadla, Netz…
El sonrió.
El cuerpo de Hitsys se incorporó con lentitud, arrastrado por el poder de su Padre. Cuando alzó el rostró sus ojos se clavaron como dos cuchillos en el joven prisionero en la pared.
Él se estremeció…
- Ya se lo que mi Hija habia visto en vos…
El Dios hizo una pausa observando la expresión de Dharion que lo ignoraba completamente, con su atención robada por Hitsys.
- A pesar de vuestro deplorable espiritu ella percibió la verdadera naturaleza de vuestra alma, y ese detalle fue el que la atrajo ciegamente hasta vuestra persona – explicó Netz a sabiendas del daño que sus palabras podrian causar.
- Eso no es cierto…
- A qué os referis? – se movió hacia un lado sin que la sonrisa abandonara su rostro juvenil de criatura no real – A qué vuestra alma es una decrépita represntacion del espiritu Humano? O que el único interes de mi Hija en vos se fijara en vuestra divino origen?
- Ninguna de las dos cosas… - respondió casi con un murmullo con la mirada azul fija en la persona de la joven que aguardaba pacientemente las siguientes ordenes de su Padre para moverse.
- Acaso pensabais que era amor? –chilló el Dios sacandolo de su ensimismamiento repentinamente.
Dharion clavó sus ojos en los de Él, su expresión era de furia ante su última pregunta formulada con un tono burlon para destrozar todas las esperanzas que el joven pudiera tener acerca del amor que la joven podria sentir hacia él.
El guerrero jamás dudaria…
Hitsys no le confesó con sus labios que lo amaba, pero si lo hizo con sus hechos. En Mendor fue incapaz de mentirle mirandole a los ojos solo para protegerlo, y eso, para él, tenia mucho más valor que todas las palabras del mundo.
Aunque Netz estuviera en lo cierto y él fuera Areg.Nuk.Arak sus sentimientos hacia Hitsys no iban a cambiar. Ella lo habia vuelto loco por completo, su amor por ella lo habia transformado en alguien completamente distinto a aquel guerrero que salió de Oruk de la mano de la princesa.
Ahora que se sentia tan seguro de si mismo, de lo que sentia, de su equilibrio no iba a dejar que ni si quiera un Dios destrozara su mundo.
- Qué lastima que el Xarabamath haya desaparecido… Es una pena que jamás podais llevar a cabo la misión que Aris os encomendó… como la que encomendó a mi Hija, aunque, para ella,- volvió a sonreir, interrumpiendo las cabilaciones del chico - la solución no ha sido tan drastica como va a serlo en vuestro caso…
Entonces Netz se apartó retirandose a su Oscuridad para disfrutar del espectaculo.
- Observarlo todo por ultima vez Dharion, observar mi triunfo!!! En una mano tengo a las creadoras de las razas que poblaron la Creación. Ahora crearan para mi!!!! - su voz cambió de procedencia corriendo por toda la estancia - En la otra tengo a mi Hija, la futura Dueña y Señora del Nuevo Mundo.
El joven ya apenas escuchaba las palabras del Dios…
Seguía prisionero de las telas de Netz pero ni si quiera se esforzaba por intentar liberarse. Sus ojos tan solo observaban a Hitsys, deseando recordarla para el resto de la eternidad. Su cabello negro brillaba intensamente deslizandose a ambos lados de su rostro y dejando entrever sus orejas Andor. Su mirada bicolor estaba dirigida hacia él, pero sus ojos se mostraban apagados, opacos, con la falta del resplandor de la vida que siempre habia corrido por sus venas. El terciopelo de sus vestiduras ensalzaba más el misterio que siempre la habia rodeado y la hacia mucho más hermosas en ese instante.
- Hitsys….

“Dharion!!! Detenedme!!!!!”

La joven flexionó el brazo derecho con un movimiento casi mecanico. Algo brilló en su mano, y de la nada surgió la hoja de cristal de roca apuntando directamente hacia el chico.
- Ghada !!!! - exclamó el joven porque la reconocia de la primera visión que Nékhan tuvo en el mercado.
Los ojos de Hitsys se abrieron mas y entonces caminó con paso inseguro hacia el guerrero prisionero en la pared.
Ya nada tenia sentido en la vida de Dharion.
Sin Hitsys, tal y como la recordaba, tan extraña, viva, salvaje e inteligente… nada merecia la pena. Sabía que la joven iba a ser su verdugo tambien pero, si tenía que morir no hubiera elegido otra manera. Preferia mil veces a que fueran sus manos las que le arrancaran la vida que seguir viviendo en la Creación sin disfrutar un solo instante más de su persona.
La mirada de Dharion era serena, la aguardaba con una triste sonrisa para no hacerla sentirse peor, si es que podia sentir algo…

“Dharion!!!”

Lentamente la hoja de cristal atravesó la seda blanca de las vestiduras del joven. Luego se hundió en su carne despacio, con la misma serenidad que portaba su asesina.
El cristal rojo del colgante de Dharion se resquebrajó con un hondo suspiro.
Él no profirió ni un grito. Se limitó a soportar el dolor sintiendo como la fria hoja de Ghada lo desgarraba por dentro. Sus ojos no se apartaron un solo instante de ella.
Hitsys no se detuvo. Siguió hundiendo el arma en el cuerpo ante ella hasta que lo atravesó por completo y llegó a clavarse en la roca tras el joven.
La respiracion de él se aceleraba a cada segundo por el dolor y la cantidad de sangre derramandose desde su herida. Sus ropas habian dejado se ser blancas para teñirse con el rojo del fluido de vida resbalando por sus piernas hasta el suelo.
Ella continuaba con su mano empuñando la espada mientras su rostro casi rozaba el del chico.
- Hi….Hitsys…- susurró cerca de su oido.
La joven giró el rostro hacia él. Sus ojos habian comenzado a brillar, pero no porque hubieran recuperado la viveza, sino porque las lagrimas se algopaban hasta que ya no pudo retenerlas mas y resbalaron por su cara.
- No ha sido… culpa vuestra… - susurró de nuevo el joven dejando descansar su cabeza en el hombro izquierdo de la joven.

“No!!!!”

Dharion decidió llevarse consigo un último presente...
- Netz… -murmuró a sabiendas de que el otro podia escucharlo sin problemas- Permitidme cumplir mi ultimo deseo…
Hubo silencio.
- Tan solo…dejad mi brazo… derecho libre… - suplicó apretando sus ojos ante el dolor mientras que su rostro se habia ocultado tras los cabellos negros de Hitsys.
Silencio de nuevo.
Las telas de su brazo derecho se aflojaron lentamente hasta desaparecer en la negrura en la pared.
Dharion reunió las escasas fuerzas que le quedaban. Deslizó su mano por la espalda de la joven y la apretó suavemente contra él.
Luego se irguió sintiendo como el dolor le corria por cada parte de su ser y su vida se escapaba sin poder hacer nada.
Lentamente acercó sus labios hacia los de la joven que habia permanecido como una estatua llorando delante de el y la besó cerrando los ojos para llevarse consigo la calidez de sus labios, y el recuerdo de un amor no confesado pero cierto.
El colgante de Dharion estalló en mil pedazos en su cuello. Dejo libre lo contenido en su interior desde hacia inumerables siglos. Fue un debil hillo rojo que recorrió la distancia que lo separaba de Hitsys en apenas un segundo. Se introdujo a toda prisa por su nariz en una de sus inspiraciones.
En ese instante la joven abrió mas los ojos sintiendo los labios de Dharion sobre los suyos, y no tuvo otro pensamiento, otra reaccion mas que deslizar su mano izquierda por la cintura del joven hasta abrazarlo con fuerza.
Luego cerró los ojos para abandonarse a las sensaciones que habian estallado en su cuerpo subitamente sin que apenas las entendiera.
El brazo del del guerrero perdió su fuerza y resabaló inerte hacia un lado de su cuerpo.
Sus labios se separaron lentamente y la cabeza de Dharion buscó el hombro de la chica para perder por completo la consciencia. Ahora tan sólo aguardaba a que su alma fuera recogida por la Muerte…
Hitsys abrió los ojos observando de nuevo una nada tan absoluta y fría que desgarraba sus sentidos.


“ Hubo un día en el que me senté en el limite de mi mundo y entonces conseguí leer el futuro escrito en el alma del Universo…
Hubo un día en que la imagen de mi mente se obstinaba en obervar mi existencia, tan impasible, que yo misma me creia muerta…
Hubo un día que tuve miedo de mi misma…
Hubo un día que dejé de esperar…
Hubo un día que la reconocí, sabía quien era y sonreí…
Hubo un día en el que pronuncié su nombre, y el mio:
¡HITSYS!”
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