Malos maestros

- Recibimos continuamente quejas del alumnado porque se dedica a ir a clase sin preparar nada, pero es que no le hace falta porque lo único que hace es hablar de su vida y su familia. Hemos perdido la cuenta de la cantidad de personas que han venido a matricularse y lo primero que han preguntado es si les iba a dar clase esa maestra; en cuanto han oído que sí, se han largado sin apuntarse. Cuando se le dijo en privado a la susodicha que por no dar clase como debe estamos perdiendo matrículas, su respuesta fue que quería los nombres y apellidos de los alumnos que habían hablado mal de ella. Así actúa cada vez que le mencionas algo que ha hecho mal. Este año tenemos a una alumna suya en el Consejo Escolar y lo que nos cuenta da vergüenza. Eso sí, todas las quejas son por lo bajini porque las clases las da de puta pena pero no se juegan nada porque no les hace exámenes (cosa a la que está obligada). Lo que no sé es por qué algunos valientes la siguen soportando; deben de tener el listón bien bajo. Cuando daba clase en secundaria hacía un examen por cuatrimestre que aprobaba todo el mundo, así que las ganas de protestar también se pasaban prontito.

- Sus horas de preparación de materiales, correcciones de trabajos y exámenes, etc., las pasa mirando mierdas personales en Internet, apuntándose a cosas loquísimas que le vienen muy grandes (luego hablo sobre esto) o imprimiendo dibujos para que los pinte su hijo.

- Da clases de Español como lengua nueva. En su clase hay más de 60 matriculados porque la gente se apunta, ve que no aprende nada y no vuelve más. Igual le asisten cuatro o cinco alumnos por clase.

- Llega tarde a todas las clases porque viene tarde al centro, empieza a buscar material y a hacer fotocopias y se pone atacada de los nervios porque no encuentra nada y mete la pata constantemente, desperdiciando decenas de folios en el proceso. Se pone a hablar sola en voz muy alta, a resoplar y a romper papeles al borde del infarto mientras los demás la miramos impávidos; es surrealista. Esto ocurre, aunque os parezca increíble, prácticamente a diario. El curso pasado me pillaba una hora complementaria a la vez que ella tenía Español y estuve controlando lo tarde que se iba a clase: todos los días, sin excepción, entre 20 y 25 minutos de retraso. ¡Y su aula estaba justo delante del despacho del director! Pero es que es inmune a los tirones de orejas, de verdad. Por si pensáis que exagero sobre lo loca que está, uno de los días saqué el móvil y me puse a transcribir lo que se decía a sí misma en uno de esos momentos de frustración con la pobre fotocopiadora:

Multiplicadlo por diez porque se repite como el ajo.

También suele llegar tarde a reuniones y claustros, y eso cuando se entera de que existen, por supuesto.

- Ya que he mencionado a su familia, allá van algunos datos que ella misma da sin que se los preguntes: su marido es un tío rarísimo de otro país europeo que lleva aquí 15 años y no habla español. Trabaja desde casa con la empresa de su país porque es informático, y por las tardes se encierra en su despacho y se desentiende completamente de sus hijos; una está en infantil y el otro en primaria. A su hijo, que es su favorito, lo ha criado YouTube (palabras textuales). Cada verano, la familia coge el coche y se pira de vacaciones al país de él. La madre de ella es una señora con Alzheimer y hace dos años tuvieron la idea de encerrarla con llave en su piso durante todo el verano y encargar al hermano de la mujer, que es otro señor anciano, que le llevara comida y le echara un vistazo de vez en cuando. Resultado: denuncia de Servicios Sociales, juicios, etc. Y te lo cuenta como si fuera algo normalísimo.

- En este centro siempre se hacían encuestas de satisfacción cada cuatrimestre. Hasta que cambiamos el sistema, las encuestas eran anónimas pero en papel; los resultados se los quedaba cada docente y nadie más los conocía (absurdo, lo sé). Pues bien, esta señora pasó la encuesta en un curso y se puso a mirar los resultados en clase, delante de los alumnos. Cuando vio las notas que le habían puesto se puso de todos los colores, empezó a gritar y rasgó las encuestas con toda su cara. Luego les dio otras en blanco y les dijo: "Ahora las hacéis bien". ¿Qué pasó después? Pues que las encuestas se hacían online y llegaban al director, por lo que ella siempre "olvidaba" pedirles a los alumnos que las hicieran. Actualmente respira tranquila porque ya no existen esas encuestas sino otras que son de satisfacción con el centro y no sobre el profesorado: desde el Departamento de Educación nos han prohibido usar Google Forms porque no respeta la LOPD (ojo, son encuestas sin ningún tipo de dato personal, pero así de genios son los que mandan). En definitiva, que no se hacen.

- Hace unos años se pidió una excedencia y entre su sustituto y yo reorganizamos el contenido de sus asignaturas, le tiramos todo su material de mierda (fichas de dibujos enormes de animales para personas adultas, en serio), elegimos libros nuevos, etc. Su armario de material tiene un metro de alto y había dos columnas de fichas ocupando todo el espacio; las de abajo del todo eran de los 90. Total, que se lo arreglamos (por el bien de sus alumnos, no por el suyo), le hicimos las programaciones y una planificación del curso, todo mascadito. Pues bien, se reincorpora al curso siguiente, le explico exactamente lo que tenía que hacer, paso a paso como si fuese retrasada... y en todo el curso le dio tiempo a hacer dos unidades y media de un libro de NUEVE. Y eso con continuas reuniones de departamento (soy el jefe), controles periódicos del cumplimiento de la programación, etc. La culpa, de los alumnos, que son muy tontos. No me quiero ni imaginar lo que hacía cuando nadie la controlaba.

- Es la única que genera conflictos entre el profesorado, la única que protesta por todo (amenazando con llamar a su sindicato, eso que no falte), la única que pone pegas a su horario en septiembre aunque tiene el mejor de todos, la única que monta el espectáculo en cada claustro o reunión y pregunta mierdas que nada tienen que ver con lo que estamos hablando. Igual que atormenta a los alumnos, a nosotros nos cuenta sus gilipolleces y es de esas personas que te dicen algo e inmediatamente te lo repiten cuatro veces hasta que te cuestionas si realmente vives en el infierno y esto es un castigo infinito.

- Es una absoluta inútil que siempre está pidiendo ayuda a los demás para imprimir algo a dos caras, para entrar en la plataforma del profesorado, para hacer la declaración, para inscribirse en un curso, para bajar una foto de Internet, para usar el libro digital... Y lo sé de buena tinta porque soy el responsable informático del centro (de gratis y sin cargo, por cierto) y la llevo aguantando desde el día uno porque nadie me avisó y soy gilipollas. Un ejemplo: ella tiene la especialidad de Ciencias pero está habilitada por Inglés, que es lo que habla con su marido y lo que le "gusta" "enseñar" porque ha vivido en Estados Unidos y bla bla bla. Aun así, su inglés es más que justito. Cuando empecé en este centro se le metió en la cabeza que quería ser traductora de la Unión Europea (WTF?) y para el examen online que le hacían nos lio a mí y a una de Francés de la EOI para ayudarle a responder las preguntas, ya que tenía que traducir del inglés y del francés. Menudo desastre. No tenía ni puñetera idea de nada y quería hacerse traductora de la UE con 50 años. Ahí fue cuando me di cuenta de que estaba mal de la cabeza.

- Vive en ciudad y la escuela de adultos está en un pueblo. Todos los días se tira una hora en coche para venir y otra para volver. ¿Y por qué hace eso si tiene mil puntos y podría pedir traslado al lado de su casa? Pues porque tendría que dar clase en un cole normal a niños de primaria, que es para lo que estudió y se sacó las oposiciones. Eso implicaría trabajar de verdad, dar clase, hacer guardias y tener que vértelas con padres; hace tiempo ya pidió "concursillo" (traslado temporal a otro centro) y enseguida volvió al nuestro con el rabo entre las piernas.

Bueno, pues parece que últimamente se le ha olvidado que en primaria tendría que trabajar, porque el curso pasado pidió traslado a un colegio. Pero no de su ciudad, qué va, sino en este pueblo. Su idea era, ahora que tiene a su madre en una residencia, venirse a vivir a una casa con jardín en el pueblo, y al trabajar en un cole con horario de mañana poder criar a sus hijos por las tardes, no como ha hecho hasta ahora (en adultos se suele trabajar por las tardes). El caso es que nos dieron igual sus razones: en nuestro centro estábamos JUBILOSOS. Recuerdo llegar el director el día 20 de marzo, que era el Día Internacional de la Felicidad, y decirnos a todos con una sonrisa de oreja a oreja que por fin se largaba esta petarda del centro: le habían concedido el traslado. No lloramos de milagro, en serio. Llegó la sujeta y la cubrimos de enhorabuenas y felicitaciones; estaba contentísima.

Al día siguiente rechazó el traslado. Como lo leéis. Nos dijo que a su hijo no le apetecía cambiar de amigos. Q-U-É-C-O-Ñ-O.

Pero ojo, que quedaba una última oportunidad: el concursillo se pide a final de curso. Y lo pidió. Y había una plaza para ella en un centro de adultos de su ciudad. Y no se lo dieron. ¿Sabéis por qué? Pues porque al hacer la solicitud no le dio a guardar.

...

Este curso la tenemos de baja desde noviembre por no se qué mierdas que no me importan y casualmente han salido TRES plazas de primaria en el centro de adultos que quiere. El viernes hablé con ella por teléfono y se lo dije (por supuesto, ni se había enterado), ya que sé que ha vuelto a pedir traslado. Su respuesta fue: "Ah, pero si me lo conceden tengo tres días para rechazarlo, ¿no?". Pfff. ¿Pero y entonces para qué lo pide? ¿Es porque sabe que así nos hace sufrir? Es que no hay manera, macho, no hay manera. Los del centro en cuestión, que encima la conocen porque ha sido alumna suya, deben de tener estreñimiento de tanto apretar el culo esta semana, pero no caerá esa breva.

- Lo siguiente ya es más cotilleo que otra cosa, pero a sus compañeros nos trae de cabeza. Siempre va tomando tés y hierbajos y deja el vaso lleno delante de las estanterías, en la mesa que usamos todos (ya que no tenemos despachos para los departamentos) y al lado de los ordenadores. ¿Y qué ocurre? Pues que muchas veces ese vaso acaba derramado sobre nuestras cosas porque alguien le da un manotazo sin querer. El director le echó una buena bronca hace tiempo porque se había mojado el material de una profesora y la mancha del suelo no se iba; su reacción fue ponerse a la defensiva y preguntar quién la había delatado.

- Cuando tiene clases a primera hora de la tarde come en el centro. Pero no cosas normales, no. Se trae unas sardinas (en salazón, supongo) que apestan media escuela; los alumnos de otros cursos se quejaban de que el centro olía fatal, así que imaginad los pobres que estaban en su clase. Se lo dijimos, dejó de comer en el centro y al curso siguiente volvió a las andadas.

- Estaba como una vaca y se puso a régimen, por lo que se pasaba todo el día comiendo cosas sin calorías. Merendaba mientras daba clase, como lo leéis. Se traía bolsas de zanahorias y una tras otra se las comía como un conejo de estómago infinito. Yo a esta señora la he visto pirarse al supermercado un viernes por la mañana, que es cuando tenemos reuniones, volver con una bolsa de lechugas romanas y comerse las dos lechugas a mordiscos delante del ordenador. Así, a palo seco. Ah, y luego dejar restos de lechuga en la mesa y en la motherfucking alfombrilla del ratón, como la cerda que es.

Ya, ya lo sé. "Venga ya, clonaso, deja de inventarte mierdas", estaréis pensando algunos.

OK, hice fotos: