Marxismo como teoria abertzale.

Como hace tiempo le lei a Von_Skorzy que seria interesante abrir un hilo sobre la relacion del socialismo y/o comunismo y el "problema" vasco, he encontrado un articulo por ahi...

Lo pego y si eso ya iremos discutiendolo que ahora estoy cansao.

EL MARXISMO COMO TEORÍA ABERTZALE.


Si hay algo especialmente tergiversado y falsificado en el campo del pensamiento humano y en el campo de la historia concreta en el último siglo y medio, eso es el marxismo. De hecho, el marxismo, en cuanto teoría que retoma crítica y creativamente lo mejor del pensamiento humano anterior a él, fue atacado desde su mismo inicio con una ferocidad que no sufrieron otras teorías socialistas, como el anarquismo en cuanto síntesis mínima que se puede hacer de la enorme cantidad de corrientes dispersas que de algún modo se incluyen en el movimiento libertario, por ejemplo. Es como si la burguesía hubiera sabido de la diferencia entre ambos y de la mayor peligrosidad para ella del método marxista en comparación al anarquista. Lo más significativo es que el anarquismo surgió antes que el marxismo, y que en los primeros tiempos hubo entre ambos una estrecha relación. También es muy significativo que no existan diferencias cualitativas entre ellos en lo concerniente a los objetivos últimos y a muchas cuestiones decisivas. Las diferencias, más que todo, son de táctica, lo que en modo alguno niega o minimiza su importancia pues estas diferencias tácticas han resultado desastrosas para las clases y naciones oprimidas dado que en determinados momentos cruciales para la emancipación humana, el anarquismo ha fallado estrepitosamente cuando precisamente tenía en sus manos el poder revolucionario.

En este sentido, el decisivo por cuanto no es otro que el veredicto de la práctica, los hechos confirman la superioridad del marxismo aunque, a diario, la industria político-mediática capitalista se esfuerza en sostener lo contrario. Sin embargo, el marxismo tiene en contra cuatro grandes obstáculos para poder demostrar su superioridad:

Uno, la losa de plomo de la socialdemocracia y del stalinismo. La máquina intelectual burguesa no ha parado nunca de decir que, por un lado, el reformismo socialdemócrata iniciado incluso en vida de Marx y Engels, "demuestra" la naturaleza anticientífica del marxismo, pues fueron sus primeros y más fieles (sic) discípulos los que antes que nadie se cercioraron de los errores del marxismo. Sin embargo, a la altura del conocimiento histórico y teórico actual, esta afirmación es absolutamente insostenible, de no ser que se quiera legitimar el orden capitalista. Y por otro lado, esa misma maquinaria intelectual, más la propia socialdemocracia, sostienen que el stalinismo es el auténtico marxismo, y que el fracaso de la URSS es la certificación de la "muerte del marxismo". No podemos responder ahora a estas afirmaciones. Mientras, el anarquismo, bastante menos atacado por la prensa especializada burguesa, puede ocultar su absoluto fracaso práctico desde antes incluso de la formación del marxismo. La intelectualidad burguesa y la reformista en modo alguno entran a saco de la experiencia histórica anarquista, sino que sólo atacan el comportamiento de los grupos anarquistas cuando se producen oleadas de contestación generalmente juvenil y estudiantil. Lo que busca la burguesía no es entrar a un debate a fondo, sino en movilizar reaccionariamente a la sociedad contra la juventud, nada más.

Dos, la relativa dificultad del aprendizaje del método marxista, científicamente riguroso y exigente con la metodología del pensamiento dialéctico, hace que muchos jóvenes militantes desistan de aprender el manejo intelectual del marxismo. Además, a esto hay que unir las consecuencias del punto anterior en lo relativo a la perniciosa vulgarización superficial, mecanicista y dogmática impuesta por el stalinismo. Pero lo peor no es el vaciamiento interno del marxismo sino el hecho de que los partidos stalinistas impusieron una absoluta separación entre la práctica y la teoría, rompiendo y prohibiendo la crítica dialéctica, de modo que las "escuelas de formación de cuadros" eran mecanismos de imposición dogmática. Si a esto unimos el silenciamiento y la represión de las aportaciones teóricas de centenares de marxistas no stalinistas, no sólo de los anti-stalinistas, entonces comprendemos que la mayoría de la juventud militante se tope con grandes obstáculos para aprender a usar en su práctica la teoría marxista. Mientras, el anarquismo tiene la "ventaja" de una palabrería fácil, superficial y llena de tópicos heredados del socialismo utópico de los dos primeros tercios del siglo XIX. Resulta muy fácil, comparado con el marxismo, usar la terminología anarquista porque, como veremos luego, proviene en un simple endurecimiento por la izquierda de lo más radical, originario y progresista del democraticismo y del socialismo utópico.

Tres, la disciplina consciente y el rigor práctico de la militancia marxista tan arduas y ásperas para los anarquistas, nacen de los análisis estratégicos de contexto y los tácticos de coyuntura, e imponen criterios de prioridad a determinadas cuestiones y de secundariedad a otras, con los problemas de explicación teórico-política y de organización táctica que ello implica. El marxismo no concibe ninguna lucha sin un análisis concreto de su realidad concreta, y sin la práctica consecuente de las lecciones que se han extraído del estudio. Tal exigencia, esencial en el método dialéctico y materialista, conlleva el que la práctica posterior se acerque lo más posible a la estrategia y la táctica sustentadas en dicho estudio. La disciplina consciente es aquí decisiva, como también lo es la explicación democrática, científica y fácil de las razones y de los objetivos. Mientras, el anarquismo permite una "libertad" de interpretaciones y conclusiones que a su vez propician otra "libertad" similar en los campos y formas de acción. Más aún, en el caso de la juventud, el anarquismo tiene la "ventaja" de que, en apariencia pero sólo en apariencia, va directamente al fondo del problema al moverse con conceptos vagos y absolutos como "individuo", "libertad", "tiranía", "opresión", etc. El marxismo también los emplea pero dentro de una totalidad teórica que les dotan de contenidos mucho más ricos, y por ello obliga al que los usa --desde el marxismo-- a una sofisticación teórica y rigor práctico muy superiores. Cuando la juventud acude en masa a la lucha lo primero que busca y necesita es la acción práctica, y está bien que así sea. Aparece claramente entonces la "ventaja" del anarquismo sobre el marxismo. Los dos insisten en la acción, pero el primero no insiste tanto como el segundo en la teoría, y éste, el marxismo, sin menospreciar nunca la acción, sí insiste en saber guiarla teóricamente, en saber invertir mejor las fuerzas, en saber cuáles son los eslabones débiles de la cadena opresora, porqué golpearlos y no perder el tiempo en los eslabones fuertes, cómo golpearlos y qué hacer después de romper la cadena.

Y cuatro, la exigencia marxista de verificación práctica y autocrítica de los resultados obtenidos en la lucha, exigencia que viene de la esencia revolucionaria y científica del método dialéctico, sólo puede realizarse eficazmente si existe un medio organizado de debate y de práctica relacionada internamente con la teoría; es decir, si la organización revolucionaria está pensada para asegurar la metodología democrática de investigación y debate. Toda organización exige una disciplina de funcionamiento, y todo método riguroso de debate autocrítico exige de una disciplina colectiva anterior, simultánea y posterior. Del mismo modo que cualquier ciencia concreta, salvando las distancias, tiene sus necesarios protocolos e impone por ello una metodología disciplinadora del proceso científico, exactamente sucede lo mismo en el marxismo, pero con el agravante de que aquí la relación entre las condiciones objetivas y la conciencia subjetiva es mucho más compleja. Además, nada de esto se entiende si se le aísla de los tres puntos antes vistos pues se trata de una totalidad, de un sistema. Pues bien, cuando la juventud sin apenas formación ni experiencia se involucra en la lucha, no se detiene a pensar en lo aquí dicho porque la gran mayoría de los jóvenes buscan en primer lugar los resultados inmediatos, desanimándose si estos no llegan o cansándose y hasta abandonando ante las presiones del poder adulto, familiar, estudiantil, etc. Conocemos de sobra con qué facilidad aparecen, engordan, se estancan, enflaquecen y se extinguen organizaciones juveniles anarquistas y no marxistas, e incluso "marxistas" dogmáticas. La gran "ventaja" del anarquismo es que está en gran medida libre de esas autoexigencias permitiendo que cada cual aplique criterios muy laxos e individualistas de autodisciplina y autocrítica.

Pese a estos iniciales obstáculos y desventajas del marxismo en comparación al anarquismo, la balanza de la experiencia histórica se ha inclinado a favor del marxismo. Las causas hay que buscarlas precisamente en que dichos obstáculos iniciales son en realidad fuerzas tendenciales de crecimiento a medio y largo plazo. Consideradas a grandes rasgos ocho diferencias tácticas entre el marxismo y el anarquismo, podemos ver cómo todas y cada una de ellas han terminado por reforzar la teoría marxista.

La primera hace referencia a la primacía que el marxismo otorga a la dialéctica de las contradicciones entre las fuerzas productivas y las relaciones sociales de producción, como núcleo duro de la concepción materialista de la historia. El anarquismo, que inicialmente estaba de acuerdo en todo con esta concepción, sin embargo se fue distanciando no de ella en cuanto tal, sino de su aplicación práctica en los análisis estratégicos y en las síntesis teórico-prácticas consiguientes. Muchas buenas obras anarquistas, sin embargo, adolecen de una sustentación científico-crítica, en el sentido marxista. Y esta debilidad es manifiesta en todo lo relacionado con la crítica radical de la economía política burguesa, de las leyes de movimiento de las contradicciones irreconciliables que minan al capitalismo. Siglo y medio de lucha revolucionaria ha concluido por cerrar definitivamente el debate.

La segunda hace referencia a la otra primacía irrenunciable del marxismo, que es la que otorga a la dialéctica materialista en cuanto método de pensamiento capaz de captar las leyes básicas y generales del movimiento de la naturaleza, de la sociedad y del conocimiento humano. El anarquismo prestó mucha menor atención a esta otra prioridad del marxismo. De hecho, el conocimiento de la dialéctica hegeliana y de la filosofía idealista alemana era muy precario y superficial en los primeros y decisivos fundadores del anarquismo, y esta preocupante limitación inicial se ha ido agravando con los años pese a que todos los avances científicos posteriores han confirmado y mejorado --síntesis dialéctica-- las primeras bases de la dialéctica materialista, muchas de ellas enunciadas con restringida base de sustentación empírica y epistemológica pero con suficiente solidez hipotética.

La tercera hace referencia a la importancia que el marxismo otorga a la organización política estable dedicada a expandir la conciencia revolucionaria dentro del pueblo trabajador. Es cierto que algunas corrientes anarquistas también se estructuran en forma de organización con algunas inquietudes políticas, pero el anarquismo no presta apenas atención a la política en cuanto síntesis y quintaesencia de las relaciones antagónicas entre la explotación y la liberación, que es como la entiende el marxismo. Esta diferencia es muy importante porque se sustenta, a su vez, en una teoría sobre la conciencia de clase que inicialmente estaba apuntada sólo en sus puntos nodales pero que fue enriqueciéndose y ampliándose con las experiencias posteriores, avance teórico que no se aprecia en el anarquismo. Y la teoría básica de la conciencia de clase, de las clases mismas, llevaba en su interior también el embrión de una teoría de la psicología humana en el capitalismo --la decisiva teoría de la alienación-- que ha demostrado su valía al engarzar con el mejor psicoanálisis, con la antipsiquiatría y con la psiquiatría crítica. Desde el marxismo, que no desde el stalinismo y la socialdemocracia, la acción política revolucionaria es inseparable de la desalienación y de la superación de la falsa conciencia, de la reificación y cosificación. El anarquismo ha avanzado muy poco en este decisivo tema pese a la insistencia que hace en la "libertad individual".

La cuarta hace referencia al paso siguiente en la lógica de lo político como quintaesencia de las contradicciones sociales, a saber, la teoría de la organización revolucionaria como expresión material en el capitalismo de la democracia socialista y de la dictadura del proletariado. En contra de la fácil y hueca palabrería, el funcionamiento burocrático, vertical y dirigista de una organización, eso que eufemísticamente se licúa con la excusa del llamado "culto a la personalidad", esa degeneración está tan presente en la mayoría de los anarquismos como en el stalinismo, mientras que apenas aparece o lo hace con mucha menos intensidad en las organizaciones y/o partidos revolucionarios marxistas. La burocratización y el dirigismo vertical son tanto más fáciles cuanto menor es el funcionamiento práctico de las cuatro desventajas del marxismo con respecto al anarquismo arriba vistas, que son efectivas garantías del funcionamiento interno adecuado a las necesidades revolucionarias. O dicho a la inversa, cuanto más se aplican las "ventajas" del anarquismo más fácil es el dirigismo vertical y burocrático de un líder, y más difícil es obtener el equilibrio entre la necesidad de la crítica y la necesidad de la cohesión práctica.

La quinta hace referencia al problema de las relaciones con el pueblo trabajador, con los diferentes sectores de la clase obrera y con el movimiento obrero organizado en sindicatos sean reformistas y amarillos, sean revolucionarios y sociopolíticos. El marxismo ha sido desde siempre tajante desde su concepción política y su profundo conocimiento de la complejidad siempre cambiante de la fuerza de trabajo social y de las relaciones entre la conciencia-en-sí y de la conciencia-para-sí de la clase obrera. En este sentido, las críticas a los sindicatos y a sus limitaciones son permanentes desde hace siglo y medio, pero a la vez la insistencia en llevar una tenaz práctica concienciadora político-económica que supere la tendencia al economicismo reformista. Recuérdese que hablamos de marxismo y no de stalinismo y menos aún de socialdemocracia. Por el contrario, el anarquismo en su conjunto tampoco ha prestado tanta atención a esta problemática decisiva, y a lo sumo ha desarrollado el sindicalismo-revolucionario destinado a suplantar a la "politiquería" de los partidos, y avanzar dentro de la sociedad capitalista algunas de las características de la sociedad anarquista del futuro.

La sexta hace referencia a la importancia que el marxismo otorga a la acción revolucionaria en el frente electoral e institucional, frente secundario pero que refleja aproximadamente, entre otras cosas, la relación de fuerzas existente en cada momento. Al ser un frente secundario, es por ello mismo un frente no siempre obligado ni necesario ciegamente, dependiendo de la coyuntura y del contexto en el que se realice. Y este frente va unido al problema permanente de la relación entre las reformas y las conquistas parciales, entre los objetivos tácticos y los fines estratégicos, entre los avances parciales y la imposibilidad última de mejorar cualitativamente la situación del pueblo trabajador en el capitalismo. Una de las bazas del reformismo ha sido la del desprecio por parte de las izquierdas revolucionarias de estas problemáticas y de las posibilidades relativas que ofrece. Pero, de entre las izquierdas, el anarquismo se ha caracterizado por su total desprecio y hasta por su ridiculización. Por el contrario, las izquierdas que sí se han preocupado por intervenir también ahí lo han hecho, en la mayoría de los casos, insistiendo correctamente en que lo decisivo de cualquier práctica electoral e institucional radica en la dinámica de calle, de fábrica, etc., en la creación de un poder popular de base que controle desde la práctica la intervención institucional y electoral. Sin embargo, el anarquismo se desentiende de esta problemática.

La séptima y última diferencia es la que concierne a la teoría del Estado. Ambos afirman muy correctamente que hay que avanzar hacia la extinción histórica del Estado pero la diferencia surge en el cómo y en el cuándo. El marxismo sostiene que a la vez que se destruye rápida y definitivamente el Estado burgués, garante de la dictadura del capital, hay que mantener sin embargo un Estado obrero en proceso de autoextinción desde el primer día de su existencia, y que el Estado obrero en autoextinción es necesario para garantizar la democracia socialista y asegurar el desarrollo revolucionario. El anarquismo sostiene que hay que destruir el Estado burgués pero que no hay que crear a la vez ningún otro obrero en autoextinción porque, de ser así, se regenerarían de inmediato los peores vicios autoritarios del ser humano. En la apariencia de las frases pomposas y carentes de contrastación histórica, la tesis anarquista es más atrayente y fácil de imaginar que la marxista que exige, como en todo, una explicación teórica. Sin embargo, este debate que tenía importancia en la segunda mitad del siglo XIX, fue perdiendo valor en la medida en que todo el siglo XX ha demostrado que las clases, naciones y mujeres oprimidas necesitan objetiva y subjetivamente de un aparato estatal en autoextinción cualitativamente diferente al capitalista. Nada de la experiencia y de los logros revolucionarios --que los ha habido y muchos-- realizados en este período por las masas explotadas se comprende sin el apoyo de un poder popular revolucionario que ha tomado, entre otras, la forma de Estado obrero.

Como se comprueba no hemos calificado como "diferencia táctica" lo que muchos anarquistas achacan al marxismo de haber abandonado la cotidianeidad, la relación entre la vida privada y la pública, la emancipación del cuerpo y de la sexualidad, la lucha por otra sanidad, pedagogía, etc. No es cierta esta acusación. El marxismo ha prestado tanta o más atención a estos problemas como el anarquismo. Más aún, lo ha hecho con contundente superioridad teórica y científica provenientes de la superioridad de su método teórico. Una vez más, se confunde interesada y tramposamente la dogmática autoritaria del stalinismo con el marxismo, e incluso el stalinismo no se atrevió a liquidar del todo las conquistas prácticas impresionantes logradas en estas reivindicaciones por y en los procesos revolucionarios. Otro tanto hay que decir de las relaciones del marxismo con los feminismos, con el ecologismo, etc. Aquí, como en otras cosas, es llamativa la coincidencia de las críticas anarquistas al marxismo con las tergiversaciones de la historia real que hace la historiografía burguesa.

En la práctica, las siete diferencias tácticas se han plasmado en un hecho innegable: los procesos revolucionarios habidos hasta el presente, y todo indica que seguirá siendo así, se han caracterizado por ir esencialmente unidos a su ubicación, contenido y continente nacional. Es decir, como ya se indicó en los primeros textos marxistas de antes de la mitad del siglo XIX, los procesos revolucionarios se moverían en la dialéctica de lo nacional e internacional, como ha sido, está siendo y será. Pero el anarquismo, a excepción de genéricas afirmaciones sin concreción material, ha despreciado olímpicamente la llamada "cuestión nacional", tema que sin embargo está en el núcleo duro del materialismo histórico y de la dialéctica del desarrollo desigual y combinado, componentes esenciales del marxismo. Más aún, la experiencia histórica muestra, primero, que los procesos revolucionarios que han triunfado han sido aquellos en los que la opresión nacional era una contradicción antagónica asumida conscientemente por las organizaciones revolucionarias; segundo, que los procesos revolucionarios que han menospreciado estos problemas o que han pospuesto su resolución para un futuro indefinido, han terminado por estancarse y fracasar; tercero, que las izquierdas que han dejado en manos de las derechas los profundos y complejos sentimientos nacionales, populares, culturales, simbólicos, etc., en realidad han dejado en manos de la clase dominante un polifacético y polivalente campo de manipulación y control social; y, cuarto, que en las crisis prerrevolucionarias el capitalismo, monopolizador de los contradictorios sentimientos nacionales despreciados por las izquierdas, los ha manipulado, ha aplastado sus contenidos democráticos y progresistas desarrollando y oficializando sus contenidos reaccionarios, racistas y machistas para, con la fuerza irracional así activada, proceder a aniquilar mediante el terror y con el apoyo de las masas alienadas a las organizaciones revolucionarias.

La experiencia abertzale no niega nada de esto sino que lo confirma, y no vamos a extendernos en la responsabilidad reaccionaria del stalinismo español en todas sus variantes y sobre todo del eurocomunismo, en la década de 1970 y posterior. Pero tampoco tenemos que olvidar el comportamiento del anarquismo con su indiferencia suicida ante la opresión nacional, lo abstracto de sus tesis y, en la práctica, lo beneficioso que ha sido para el Estado nacionalmente opresor tal indiferencia. En este sentido, la experiencia abertzale confirma también que el marxismo es la teoría que más ayuda a la independencia nacional del pueblo trabajador, como lo ha sido, con todos sus problemas, en el resto de luchas de liberación nacional y social. El anarquismo, si quiere aportar ideas cualitativamente innovadoras y decisivas para la emancipación vasca, debe introducir en su cuerpo teórico ideas que surgieron después de su formación, ideas a las que se ha enfrentado desde entonces. No es una tarea fácil sino prácticamente imposible porque para lograrlo el anarquismo debería reestructurar de arriba abajo y también en su interior el modelo entero de su ideario. Podríamos usar el símil del edificio viejo que debe albergar además de nuevos sistemas de electricidad, agua, ascensores, muebles, sistemas aislantes y seguros contra terremotos e incendios, etc., también y sobre todo a mucha más gente sin tocar los cimientos, las paredes y las habitaciones. Imposible.

Sin embargo, el marxismo sí puede integrar y asumir el grueso de las aportaciones anarquistas, que también las hay, porque su estructura conceptual lo permite y lo exige. El ejemplo más valido es precisamente el de la independencia de Euskal Herria. El pueblo trabajador vasco necesita asumir todos los logros y avances progresistas provenientes de las luchas y experiencias. Lo necesita por el mismo contenido dialéctico del proceso revolucionario. De hecho, eso es lo que la izquierda abertzale lleva haciendo en todos los campos en los que otras organizaciones no abertzales han tenido la razón y han comenzado antes la lucha. La izquierda abertzale ha sabido y podido integrar esas aportaciones porque dispone de una verdadera ventaja estratégica consistente en haber acertado antes que nadie la naturaleza del proceso independentista y socialista. Es la dialéctica del todo y de las partes. El todo lo pensó y lo desarrolla la izquierda abertzale, y algunas partes de las contradicciones que nos afectan las han pensado y aportado izquierdas no abertzales. A otra escala, sucede lo mismo entre el marxismo y el anarquismo.

Iñaki Gil de San Vicente

Sacado de Kaos en la red, pero originariamente de la web de red vasca roja..
Buena idea Sospe [beer]
Sólo me he leído hasta el punto uno porque no tengo tiempo.
La comparación que hace entre anarquismo y marxismo no me parece acertada, y menos dejar a este último por encima. Lo poco del anarquismo que conozco es una utopía por sí mismo, yo creo que lo que han surgido han sido teorías de como debe funcionar y no de como lograrlo. El marxismo lo entiendo como los pasos a seguir para lograrlo, por lo tanto no se puede comparar (no se si me explico). Y no se como se pretende llegar a una situación de anarquía mediante el poder... gran contradicción a mi parecer.

Por lo poco que he leído el texto no desprende ese tufillo panfletario tan común en estos días. :)
Ufff, que largo.

Te aseguro que me lo leere, pero no ahora.

En las primeras lineas ya he visto un par de errorcillos sin importancia. El mas importante, es que dice que el anarquismo fue antes que el marxismo, y no es asi. El marxismo ("inventado" por Platón) fue mucho antes que el Anarquísmo.

Saludos
Escrito originalmente por dj-alien
El marxismo ("inventado" por Platón) Saludos


El marxismo inventado por Platon??
Puedes explicarme esto? :?
Segun la teoria politica que he estudiado de Platon, el poder politico solo correspondia a los que destacasen con su razonamiento dentro del ejercito, teniendo estos el poder de gobernar (y por lo tanto de mandar) ...
Y los Exclavos no entraban para nada en politica ... y los demas que no pertenecian al ejercito ni a los filosofos son los productores...

A lo mejor estoy equivocado pero no se de donde sale el marxismo en Platon? :?

Perdon por el OFF-Toppic
Escrito originalmente por Genzai Kawakami


El marxismo inventado por Platon??
Puedes explicarme esto? :?
Segun la teoria politica que he estudiado de Platon, el poder politico solo correspondia a los que destacasen con su razonamiento dentro del ejercito, teniendo estos el poder de gobernar (y por lo tanto de mandar) ...
Y los Exclavos no entraban para nada en politica ... y los demas que no pertenecian al ejercito ni a los filosofos son los productores...

A lo mejor estoy equivocado pero no se de donde sale el marxismo en Platon? :?

Perdon por el OFF-Toppic


No digo que sea inventado por Platón. Pero platon fue el primer filosofo que hablo sobre el materiaismo dielectico, que es la base del marxismo.

Me he explicado mal:P
Escrito originalmente por dj-alien


No digo que sea inventado por Platón. Pero platon fue el primer filosofo que hablo sobre el materiaismo dielectico, que es la base del marxismo.

Me he explicado mal:P


Ahhhh, ok ... eso si le da otro enfoque ...

PD: por cierto dj-alien, ten cuidado con la firma que es un pelin larga ...
Escrito originalmente por Genzai Kawakami
PD: por cierto dj-alien, ten cuidado con la firma que es un pelin larga ...


Eso mismo iba yo a decir, y perdón por el O.T.
Bueno, pero eso de mezclar a los abertzales con el marxismo... como que no lo veo.

Los abertzales (creo que quiere decir patriota) nunca les vere como comunistas ni socialistas, pero si muy fascistas.

Mi opinion, vamos.
dj-alien, ¿podrías explicar un poco a qué te refieres? Es que lo más que he dado de Platón ha sido la dialéctica, pero creo que no debe ser lo mismo.
dj-alien deja las drogas, el "alma mater" de Marx es Hegel (de Marx y de 1000 ideólogos más) y Hegel considiera como su único precursor histórico en teorias del materialismo nada menos que a Calderón de la Barca; lo de Platón ya lo he visto antes y es aprovechar que el Pisuerga pasa por Moscú :-|

No intentéis buscar concomitancias directas entre la filosofía grecorromana pura y la germánica del XIX porque sólo os va a dar dolor de cabeza y pocos resultados... Buscad similitudes entre la teología católica y el socialismo y vereis cuántas sorpresas ;)

Y sí, el anarquismo serio (el que pretendía serlo) es de M. Proudhon, el mismo del socialismo utópico, y es anterior a Marx.


Por cierto, pospongo mi -extensa- respuesta al texto a febrero, que ahora tengo exámenes y no tengo tiempo.
Escrito originalmente por Genzai Kawakami


Ahhhh, ok ... eso si le da otro enfoque ...

PD: por cierto dj-alien, ten cuidado con la firma que es un pelin larga ...


Me gustaria poner la letra en menor tamaño, pero no se como, si me lo dices lo hago.
[*size=1]aquí el texto, ponlo sin asterisco[/size]
Está más que claro de que palo va el texto y el augurio se ve cumplido al empezar a leerlo. No sé que tienen los aprendices de Marx que como más denso, complicado, farrangoso y largo lo pongan todo, les parece que lo hacen mejor.

Este texto lo voy a guardar al lado de lo que tengo de Von_Skorzy y del plan Ibarretxe, calculo que dentro de algunas semanas tendré algo de "humor" y tiempo para leerlos. Tampoco espero sorprenderme, pero siempre se aprende algo.

Saludos.
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