Respira hondo. Más allá de sus párpados cerrados siente el sol y sobre la piel una suave brisa que alivia el calor. En el aire capta su aroma. Mueve la mano unos centímetros hacia la derecha y ahí están los dedos de ella, esperando para ser cogidos.
Al otro lado de sus párpados siente como desde los dedos de ella le llega la corriente eléctrico que esa sonrisa tan dulce que ella tiene desprende. Y deja que esa descarga le recorra el cuerpo del brazo a la espalda, llenando su espalda y subiendo hasta su cara. Sus labios se mueven y dibujan una sonrisa.
Detrás de sus párpados siente que ella se mueve y un momento después nota su cabeza apoyarse en su hombro. Suelta su mano para coger su hombro y la aprieta delicadamente contra sí. Respira. Está vivo. Más vivo que nunca y sabe que es el momento. Que ese instante es el mejor momento de su vida. Que todo antes de ese minuto con ella es un camino que queda atrás.
Respira hondo. Más allá de sus párpados cerrados siente el sol y sobre la piel una suave brisa que alivia el calor. Más allá está ella y su mirada. Ella y su sonrisa, su pelo y sus dedos. Ella y el futuro. Ella.
Abre los ojos. La mira y mueve los labios para dibujar una nueva sonrisa.
La besa. No dice nada y cierra los ojos.