Me aventuro a publicar en Wattpad

Buenas.
He comenzado a escribir en Wattpad para lanzar una serialización de una novela tipo pulp que bebe mucho del folclore asturiano. Se desarrolla durante la segunda mitad del siglo XIX y en ella acompañaremos, en este primer capítulo, a una niña que se topará de frente con lo imposible.
Lo iré colgando por aquí y también pondré un enlace a Wattpad por si queréis votarlo y comentar por ahí también.
Muchas gracias.
-----------------------------------------------------------
Capítulo 1: Setas para cenar


¡Pam!
La puerta del colegio golpeó con fuerza un extremo de la barandilla cuando los niños salieron corriendo y gritando de alegría.
—¡Niños, no os olvidéis de hacer los deberes para mañana! —gritó Amparo, la joven profesora, desde la puerta.
Dos niñas tomaron un pequeño atajo para llegar a sus respectivas casas.
—Oye, María, ¿tu hermano aún no ha encontrado novia?
María rio ante el comentario de su amiga.
—No pierdes la esperanza, ¿eh, Juliana? Él tiene catorce años y nosotras solo ocho.
—¿Y qué? Mis padres se llevan diez años —El rubor de Juliana era más que evidente.
—¿Y por qué no le confiesas tus sentimientos?
—Es que... ¡Me da una vergüenza enorme!
—Yo le diría a la cara directamente lo enamorada que estaría al chico que me gustara.
—Lo que pasa es que eres muy echada ‘palante’.
—Tengo que serlo, ahora soy la mujer de la casa —dijo María, hinchando el pecho de orgullo.
Juliana fue a decir algo al respecto, pero optó por mantener la boca cerrada por si su amiga volvía a ponerse triste.
Llegaron hasta la plaza del pueblo, donde había una gran cantidad de gente congregada en los puestos del mercadillo que se celebraba cada dos días.
—Bueno. Yo me quedo aquí. Mi madre debe andar cerca —dijo Juliana mientras miraba alrededor.
—Vale. Voy yendo para casa, quiero tener lista la cena para antes de que regrese mi hermano de trabajar —María no dejaba de mirar los puestos donde había comida, deseando poder comprar algo.
María se despidió de su amiga y se fue a la carrera.
«Ay... ¿Qué podría hacer para la cena? Llevamos comiendo fabada todos los días. Si al menos pudiese acompañarla con algo, o preparar algo nuevo...», pensó María mientras corría y esquivaba a algunas personas y carros que se cruzaban en su camino.
Sin embargo, frenó al instante cuando una idea fugaz cruzó su mente.
—¡Claro, pero qué tonta soy! ¡Podría ir al bosque a buscar algunos níscalos! ¡Si me doy prisa, seguro que estoy de vuelta en un periquete!

María cerró la vieja puerta de su casa, más bien una cabaña que parecía haber conocido tiempos mejores, con decisión mientras miraba su pequeña cesta de mimbre, remendada tantas veces que apenas podía distinguirse el tejido original.
—¡Eh, María!
La pequeña dio un respingo por el susto y miró en la dirección de la que procedía el llamado.
—¡Hola, Andrés! —respondió al saludo, acompañándolo con un movimiento de mano.
—¿No es un poco tarde para irte a comprar? —preguntó Andrés señalando la cesta.
—No, bobo. Voy al bosque que hay cerca de Pereiro para buscar níscalos. Quiero darle una sorpresa a mi hermano para la cena.
Andrés se cruzó de brazos y levantó la vista, con pesar.
—Ah... El pobre Julián. Se mata a trabajar de sol a sol para traer lo poco que le paga ese negrero. La verdad es que no envidio vuestra suerte.
María, irritada por ese comentario, dio un salto y le calzó un sopapo al vuelo. La cara del muchacho, con la sorpresa dibujada en el rostro, giró bruscamente.
—¡Eres un bocazas! ¡Tienes menos tacto que un perro callejero!
—¡Jolín! ¡Perdón! —se disculpó Andrés mientras adoptaba una pose defensiva, temiendo otra bofetada.
María, irritada, se sacudió la falda y evitó mirar al amigo de su hermano.
—¡Espero que no saques el tema delante de mi hermano! ¡Aún se siente responsable de lo sucedido!
—Jolín, chica. Ya sabes que mi boca es más rápida que mis sesos.
—¡Pues procura que sea al revés! —respondió María alzando de nuevo la mano.
—¡Vale, vale! ¡Pero no me zurres más, por favor! Te prometo que no volverá a suceder.
—¡Bah! —María se cruzó de brazos y miró a Andrés con desconfianza por su promesa vacía—. Bueno, me voy ya. ¡Ni se te ocurra decirle nada a mi hermano!
—¡A sus órdenes! ¡No diré ni una sola palabra! —dijo Andrés mientras se cuadraba para imitar, de manera nefasta, un saludo militar.
«Quizás no debería haberle dicho nada...», pensó María mientras veía marchar a Andrés.

María recorrió senderos que serpenteaban entre robles y arbustos, cuyas hojas doradas anunciaban el otoño. Disfrutaba de aquella tarde soleada y del aroma a flores silvestres que impregnaba toda la zona cuanto más se adentraba en el bosque.
—¡Ahí hay un níscalo!
Corrió, portando su cesta casi llena, a coger una seta que descansaba bajo las raíces de un gran roble.
—¡Qué bien! ¡A este paso voy a terminar en un santiamén! ¡Seguro que mi hermano estará contento porque he ahorrado algo de dinero!
Un hedor nauseabundo se metió de lleno en las fosas nasales de María.
—¡Puaj! ¡Menuda peste! —se quejó María mientras se tapaba la nariz.
¡Crac!
—¡Ah!
María se asustó y buscó de dónde provenía aquel golpe estridente. El silencio, sumado al hedor, pareció conquistar el lugar.
¡Crac!
Otro golpe siguió al anterior, seguido del movimiento violento de la copa de un árbol cercano.
—Ah... ¡Qué susto! Seguro que no son más que unos leñadores —se dijo María en un intento de tranquilizarse mientras volvía a su tarea.
¡CRAC!
Esta vez el sonido se escuchó demasiado cerca, provocando que María dejase caer al suelo su cesta y la seta que tenía en la mano debido al susto. Se giró para volver a mirar y con lo que se encontró la dejó petrificada.
Ante ella había un ser ciclópeo y gigantesco, cubierto de pelo sucio y de complexión fuerte. Mantenía su mirada fija en la joven María, como si la estuviese estudiando. Emitió un sonido gutural ininteligible mientras arrancaba un árbol de raíz como si fuese un simple hierbajo.
María intentó gritar, huir, pero lo único que hacía era temblar como una hoja.
Aquel ser sonrió con malicia mientras se dirigía con paso firme hacia ella. Tiró hacia un lado y con desdén el árbol que acababa de arrancar de raíz, mientras que con la otra balanceaba de forma amenazante un garrote con una cabeza de lobo tallada en su base.
—¡Ay! —gritó María cuando el gigante la agarró con fuerza, rodeando la cintura con su mano enorme.
—Caramba. Mira qué tenemos aquí. ¡Un cachorro humano! —dijo el ser, elevando a María hasta ponerla a la altura de su ojo.
La voz del gigante sonaba como el bramido de una tormenta que hizo estremecerse aún más a María.
—¡Por favor, suéltame! ¡Me haces daño!
—Veamos... ¿Por dónde voy a empezar a devorarte? —El gigante no era ajeno a las súplicas de la niña. Disfrutaba haciendo sufrir a sus presas—. ¡Podría empezar por tu cabeza!
El gigante abrió su boca, dejando ver a María la oquedad oscura que pronto sería su destino. Chocaba sus pútridos dientes una y otra vez, con fuerza, produciendo un ruido agudo. María, chillaba y pataleaba mientras lloraba.
Sin embargo, en ese momento el mundo pareció girar con violencia, haciendo que sus pies ocupasen la posición donde antes tenía la cabeza.
—¡Pensándolo mejor, voy a arrancarte las piernas de un bocado! —El gigante metió a la niña en su boca hasta la cintura.
María se retorcía como una serpiente atrapada y chillaba tanto que su grito pareciera perforar el aire del bosque. Movía sus piernas, desesperada por tratar de encontrar un punto de apoyo para poner resistencia a ser tragada, sin embargo, lo único con lo que se encontraba era con aquella lengua viscosa y maloliente.
—¡Puaj! —El gigante escupió a María de su boca y comenzó a zarandearla como si fuera una muñeca de trapo.
Sus dedos mugrientos hurgaron entre sus dientes, sacando un zapato masticado que tiró al suelo con un sonido sordo.
—Mejor te destripo, te rebozo en sal y te dejo secar durante un par de días. Seguro que así sabrás mejor.
María se desmayó por el terror al escuchar el anuncio sobre su porvenir. El gigante la examinó como si fuera algo insignificante y la zarandeó un par de veces. Al comprobar que no estaba fingiendo, volvió a reanudar la marcha, feliz por haber encontrado algo con lo que entretenerse esa misma noche antes de devorarla.
0 respuestas