Otra lágrima desborda
por este acantilado,
sin sentido,
por estos ojos rojizos...
de abismal dureza.
Escrito queda en la piedra
que adorna con frío
la esencia
de cualquier sentimiento
no transmitido.
Pido perdon a ciegas
a mis dedos ya vencidos
ensangrentados,
con tu sangre, mi querido diario,
con mi huella.
Un ciudadano crecido
entre tantas almas recias,
descompuesto,
pensamiento con turbulencia,
versos empobrecidos.
Rincon oscuro y silencioso
que mi alma en el
se recrea,
descubriendo que a otros ojos
no soy mas que otra mierda.
¿Quién me abrió los ojos?
Nadie, quizas fui yo solo.
No lo creo.
Quizas joven, quizas ansioso
de conocer almas nuevas.
Construyo una coraza,
para destruirla en un segundo.