Pues eso. Solía ser profesor de filosofía en una prestigiosa escuela privada, con buena paga, pero hace unos días la lié parda y he perdido mi empleo.
Fue durante clases. Estaba enseñando a mis alumnos algo de Thomas Hobbes, cuando de repente les digo "
Bueno, chicos, sacad una hoja que os voy a dictar un texto muuuy largo". Obviamente, ninguno tenía ganas de escribir nada, así que al listillo de la clase se le ocurre una idea, y me dice: "
Profe, ¿y si en vez de escribir le grabamos lo que dice con el móvil, y luego lo esuchamos en neustra casa?". Honestamente, me pareció bien, puesto que yo tampoco tenía ganas de hablarle a esa panda de zánganos (que es lo mismo que hablar a las paredes) y menos a 30 minutos de irme a casa, así que accedo. Por ende, todo Dios sacó su móvil, puso el grabador y lo dejaron en mi escritorio. Había unos veinte o así. El problema es que en este instituto no se permite tener el móvil encendido en clase, bajo ninguna circunstancia.
Entonces, pasó lo peor que podía pasar: la directora del instituto estaba en ese piso. Tenía que comunicarle algo a una clase, que, por supuesto, no podía ser otra que la mía. Así que se acercó al aula, abrió la puerta y entró. Haceros una idea de la escena: yo en mi escritorio con veinte teléfonos encendidos alrededor mío y mi sonrisa de idiota al verla entrar. La vieja me mira extrañada y, estúpido de mí, no se me ocurrió mejor cosa que decirle que "
Son todos míos, me gusta estar comunicado". Me miró con cara de "ni puta gracia", y me dijo que recoja mis cosas, que estaba despedido.
Y aquí estoy ahora. Espero que sepáis comprenderme.
Un saludo, y que tengáis un buen día, para variar.
Hey yeaaaaaaaaaaaaaaaaaah...
Oh, oh
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Oh, oh
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Oh, oh
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