EN SON DE DESPEDIDA
No vine sólo por decirte
(aunque también) que no volveré nunca,
y que nunca podré olvidarte.
Emprendo la tarea
(imposible, si es que algo hay imposible)
de racionalizar, interpretar, reconstruir y desandar
aquellas fábulas y hechizos
que gracias a ti fueron realidad.
Estoy cansado.
He vivido días radiantes
gracias a ti. Entre mis dedos se escurrían
cristalinas las horas, agua pura. Benditas sean.
Fue un tercer grado carcelario:
regresas a la edad por la noche,
por el día -espejismo- te sientes libre, libre, libre.
Nadie pudo, ni puede, ni podrá por los siglos de los siglos
arrebatarme tanta felicidad.
Yo no he venido -te lo dije-
para decirte adiós. Sé que no me echarás de menos,
y eso que yo soñaba ser todo para ti
como tú lo eres todo para mí.
!ay vanidad de vanidades, y todo vanidad!
No te importuno más (ni siquiera sé si me escuchas).
Bebo el último whisky en el "Kiss Bar",
la última margarita en "Santa Fe",
rodeo luego la ciudad y su muralla de agua
en la que ya no queda nada que fue mío.
Desisto de adentrarme en su recinto,
no tengo fuerzas para celebrar
la melancólica liturgia de la separación.
Sólo deseo ya dormir, dormir,
tal vez soñar...
Adaptacion del poema de Jose Hierro, "Cuaderno de Nueva York".
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Volverás, aquí te esperaremos mientras tanto, amigo.
Fdo- An0n1m0